Hace unas semanas, Andrés Rocha Mederos (Punta Gorda, La Palma, 1930) regresó a su casa y se percató de que le faltaba algo muy importante para él y que le había acompañado a lo largo de casi cinco décadas de su vida. Su alianza de oro ya no se encontraba en su dedo anular, y desconocía dónde la había perdido. Por suerte para él, al día siguiente recibió la llamada de una empleada del Cash Diplo situado en Las Torres, un negocio al que habitualmente acude, para avisarle de que la habían encontrado. "Me llamó y me preguntó si conservaba la alianza. Entonces le dije que la había extraviado y me dijo que no me preocupara, que la tenían ellos", cuenta Rocha. "El anillo lo había encontrado otro trabajador, que no sabía a quién pertenecía; fue la empleada que realizó la llamada quien supo que era mía, y por eso me llamó". Tras esto, y para agradecer el gesto de los trabajadores del Cash Diplo, publicó un anuncio en el periódico LA PROVINCIA / DLP el pasado fin de semana, en el que expone brevemente el suceso. "En esto se nota el personal honrado y honesto que trabaja en la mencionada empresa, sentencia la publicación.

"Para mí, el anillo tiene un valor simbólico importantísimo", garantiza. Y no es para menos, teniendo en cuenta la bonita historia que le une con su esposa, María Lina Sánchez (Punta Gorda, La Palma, 1951), quien también se alegró de que su marido haya podido recuperar la alianza, aunque añade que "yo ya he perdido dos; él tuvo más suerte de poder recuperar la suya".

Ambos se conocieron en su localidad natal cuando ella tenía tan solo tres años de edad y él 24. "Ella se iba a marchar con su familia a Venezuela y su padre me pidió el favor de que les ayudara a llevar el equipaje y a ella, que aún era pequeñita", relata. "En el trayecto, a veces la llevaba de la mano y otras cogida en brazos". Cuando María Lina tiene 14 años, regresa a La Palma con su familia para estudiar. "Yo, en aquel entonces, era juez de paz en Punta Gorda. Estábamos saliendo de la misa y nos fuimos a un bar a charlar y echarnos unas copas cuando apareció María Lina con dos amigas más; ella estaba en el centro", recuerda Andrés Rocha. "Mis amigos me dijeron que si era capaz de sacarla del centro y hablar con ella, pagaban el almuerzo de ellas y el nuestro. Entonces fui y les dije a las chicas: 'con permiso, quiero hablar con María Lina', y me respondieron: 'sí, cómo no'. Entonces salió ella y empezamos a hablar". "Nos hicimos novios y al tiempo sus padres volvieron a Venezuela, pero ella se quedó y nos casamos. Es una historia tremenda", explica.

Juez de paz

Además de juez de paz, Andrés Rocha destaca que también fue secretario de la Hermandad de Labradores y Ganaderos, y el primer corresponsal de previsión social que hubo en Punta Gorda. Y no fue alcalde porque no quiso: "Tuve el nombramiento para ser alcalde, pero yo no lo acepté porque, tal y como le dije en su momento al gobernador, era soltero, me gustaba salir de parranda, me gustaba salir con las chicas y me gustaba emborracharme; 'si soy alcalde eso no lo puedo hacer', le dije, 'lo siento mucho pero no lo puedo aceptar'. Fue luego cuando me nombraron juez de paz", apunta. Durante seis años, Andrés y María Lina continuaron viviendo en La Palma, y hace 44 tomaron la decisión de trasladarse a Las Palmas de Gran Canaria. "Yo tenía un negocio allí, en La Palma, y le compraba a gente aquí. Nos vinimos porque una hermana de mi mujer, casada con alguien de La Palma, vinieron a Gran Canaria y compraron un negocio en Santa Catalina. Al final el marido nos convenció y vendimos aquello allá y nos vinimos", aclara Rocha.

Desde su traslado a la Isla, ha mantenido su negocio, un quiosco situado en la zona de Vegueta que ahora regenta su mujer; no obstante, le pone fecha de caducidad. "Siempre se ha mantenido, pero ahora lo vamos a quitar probablemente para poner un bar, porque estas tiendas chicas ya no venden tanto. Tenemos una clientela buena, pero ya esto no es como antes", indica. Asimismo, fruto del matrimonio, ambos tienen en común tres hijos: Francisco, Carlos Javier y Blanca Rosa, la más pequeña y la única nacida en Gran Canaria.

El próximo mes de enero, cumplirán 50 años de casados. "Siempre nos hemos llevado bien", confiesa Andrés. Sin duda, una efeméride por la que seguramente le alegrará aún más el haber podido recuperar su alianza. "Por suerte, hay gente honrada en este mundo. Y, en general, en el Cash Diplo son todos muy honrados y muy buenos trabajadores", valora. Con la bondad que transmite en todo momento, no es difícil llegar a pensar que, en este caso, se ha hecho justicia. Que aquello a lo que algunos llaman karma, al menos en esta ocasión, ha cumplido.