La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aquí la Tierra Un lugar para una fiesta

Palmera en la calzada

Un hermoso árbol que da nombre la ciudad se erige entre las aceras de Francisco González Díaz, como contrapunto en una urbe que no se caracteriza por su afecto hacia lo verde

La palmera en la calzada de la calle Francisco González Diaz, de Ciudad Jardín.

Pese a su nombre arbóreo, Las Palmas no ama a los árboles. Ejemplos abundantes hay, a lo largo de su historia, que así lo acreditan, y basta con hojear lo publicado por este periódico en los últimos meses para certificar que, desgraciadamente, esta tendencia no varía. Y en esto, para comprender por contraste como podría ser esta ciudad si amase a los árboles, no hay que buscar modelos en urbes lejanas como Estocolmo, con códigos civilizatorios más dados al diálogo con la naturaleza. Basta con darse una vuelta por Santa Cruz de Tenerife para ver que ocurre en una ciudad cuando sus sucesivos alcaldes, concejales de Urbanismo, ediles de Parques y Jardines y, en general, sus ciudadanos miman a sus árboles, con independencia de que estos se encuentren en emplazamientos públicos o privados. No obstante, la realidad nunca es abarcable en todas sus escalas en términos de todo o nada y en Las Palmas hay algunos ejemplos aislados que, afortunadamente, contravienen lo dicho hasta aquí. Uno de los más singulares, sin duda, es la de la esbelta palmera que se erige en medio de la calzada, en la calle Francisco González Díaz.

La palmera es una presencia imponente en esta vía de Ciudad Jardín que discurre junto a la mejor lengua ajardinada de la ciudad: el Parque Doramas. Desgraciadamente, en este último son visibles, desde hace tiempo, los troncos cortados de palmeras y dragos, desaparecidos sin que, quien corresponda, se haya molestado siquiera en dar indicaciones para que se coloque un modesto cartel -como se hace, por ejemplo, en Barcelona-, que explique las causas de su defunción-. Todo ello, el Doramas con su frondosidad y sus heridas, y Ciudad Jardín, con sus parcelas verdes que se extinguen inexorablemente -asombra que el barrio no tenga un PEPRI- hace que este árbol tenga un resplandor especial.

El reportero, que transita por la calle en este día soleado, se queda admirado ante este ejemplar, que quizá ya estaba aquí cuando él no había irrumpido en el mundo y que, en cualquier caso, le produce sentimientos encontrados: la perturbación por el papel residual que juega la belleza en la ciudad contemporánea, lo reconfortante que resulta pasar por un lugar como éste que recusa la marcha general de lo urbano, el hecho de que las demandas insaciables del tráfico motorizado no se hayan impuesto aquí, como es la norma, sobre las necesidades de respiración de los urbanitas, y su derecho a que se respeten estos puntos de referencia que no sólo son biológicos sino también históricos por su emplazamiento -triste recuerdo, en este sentido, el traslado de El Árbol del Responso, originariamente en la calle Reyes Católicos, alterando igualmente su trazado.

Árboles singulares. ¿Cómo es posible que Las Palmas no los tenga catalogados como si tiene en cambio sus edificios históricos? ¿Acaso no son también patrimonio de la ciudad? En cualquier caso, si algún día se redacta un documento tan necesario como éste esta palmera de la calle Francisco González Díaz está llamada a tener una ficha en él. En fin, y ya puestos, es obligado concluir con un recuerdo al escritor y periodista que da nombre a esta calle, conocido como El apóstol del árbol y autor de un libro Árboles (1906) que recoge una selección de sus artículos en defensa de estas especies vegetales. En uno de ellos propone la celebración anual de una fiesta del árbol en esta ciudad. Si algún día hubiese una corporación municipal que se decidiese a hacer suya esta propuesta, quizá podría empezar a pensarse que Las Palmas no está condenada para siempre a ser desafecta a los árboles. Y, desde luego, si una celebración tal se institucionaliza, no hay mejor lugar para inaugurarla que bajo esta hermosa en la calzada de la calle Francisco González Díaz.

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