Y de repente atracó el Logos Hope, con sus 132 metros de eslora, sus 21 metros de manga y sus 5,22 metros de calado. Aunque lo más llamativo de este barco son los 5.000 libros que transporta en su barriga de acero y sal, "la mayor biblioteca flotante del mundo", aseguran los responsables de este proyecto humanitario, que ayer abrió sus escotillas a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria para quien quiera sumergirse en sus espectáculos culturales, con una tripulación de 400 voluntarios y 60 nacionalidades que han hecho de la convivencia su medio de vida.

El buque estará en el muelle de Santa Catalina hasta el próximo día 29 que zarpará hacia Santa Cruz de Tenerife, donde permanecerá otra semana antes de poner rumbo al Caribe con su biblioteca marina. Es una buena ocasión para conseguir gangas literarias, aunque no abundan las obras maestras, sino los libros espirituales, de temática infantil, de texto, la biblia, los diccionarios, las cocinas del mundo y los novelones románticos de tapa rosa, entre otros géneros que apuntan al superventas comercial. Hay que rebuscar un poco para encontrarse con Matar a un Ruiseñor o Ven y pon un centinela, las dos novelas de Harper Lee que pueblan una de las estanterías flotantes. Están impresos en buenas ediciones y sólo cuestan seis euros cada uno, porque ese es el objetivo, comprar y vender barato para llevar el conocimiento a todos los rincones del planeta, explica Menhi González, que es jefe de Logística y Preparaciones. "Nuestra tarea es llevar conocimiento, ayuda y esperanza a los puertos que visitamos", añade González con un marcado acento mexicano.

Y es que a ritmo de ranchera, con alegría marinera, recibió la tripulación al presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, que visitó el barco junto a las autoridades locales para darle la bienvenida al Logos Hope. "El nombre de este barco refleja muy bien la misión que cumple: la esperanza de la palabra o la palabra de la esperanza", destacó Clavijo, que elogió la labor "pedagógica, cultural, solidaria y cristiana" de estos voluntarios, un trabajo que "nos ayuda al final a construir una sociedad más justa y mejor", agregó el presidente canario.

El Logos Hope pertenece a la asociación sin ánimo de lucro GBA Ships, con sede en Alemania. Desde su creación en 1970 han recalado en más de 1.400 puertos y 160 países, con la visita de 45 millones de personas a bordo de los cuatro barcos que han estado al servicio del proyecto: Logos, Logos II, Doulos y Logos Hope. Sus voluntarios suelen permanecer enrolados durante un período de dos años, como es el caso de Nazareth, una granadina que estudiaba en un instituto médico alemán y se unió al proyecto para desarrollar su vocación humanitaria y compartir la experiencia de vivir alrededor del mundo con gente de otras culturas. Es psicóloga de formación y le gusta ayudar a los que necesitan amor, que es otra de las filosofías de este proyecto. Lleva un año en África, con especial atención a Gabón, Camerún y Ghana, donde se ha centrado en el problema del tráfico de personas. Ayer todos estaban contentos con poder disfrutar de una buena conexión wifi para entrar en Facebook y saludar a sus familiares y amigos.

La mayoría de la tripulación pone su profesión al servicio del proyecto como marinos, ingenieros, carpinteros, electricistas, médicos, enfermeras o maestros. El resto participa en los programas que se hacen a bordo, como los espectáculos culturales previstos para el viernes, el sábado y domingo de la próxima semana. La entrada es para todos públicos y cuesta entre dos y cinco euros por representación.

No es la primera vez que el Logos Hope atraca en la capital grancanaria. Estuvieron en 2010 y, vecinas como Patricia Mostesdeoca, de 41 años, recuerda ir de joven con sus padres a comprar novelas que todavía permanecen en las paredes de la casa familiar. Ayer Montesdeoca aprovechó la nueva visita del barco para llevar a su hija, Cleo, de siete años, que no paró de meter libros en la cesta de la compra.

Otro vecino que se acercó al muelle de Santa Catalina fue Pablo López. Se llevó un libro de Max Lucado, un escritor cristiano superventas que, por lo visto, levanta pasiones en EEUU como predicador. De allí proceden la mayoría de los libros. El público, ayer, echaba en falta más títulos en español.