El barco de la Autoridad Portuaria encendió los motores sobre las 12.00 horas, mientras Pedro Texaco arengaba a los regatistas desde la gasolinera del Muelle Deportivo y centenares de aficionados vibraban con los veleros, que ayer zarparon hacia El Caribe en la 31 edición de la Atlantic Rally for Cruisers (ARC). A bordo del Sacan, la embarcación portuaria, iba un pequeño grupo de autoridades locales. Pronto viraron a la derecha hasta ponerse delante de la ciudad para ver el comienzo de la prueba, al tiempo que los seguidores se asomaban a la bahía para disfrutar de la aventura de cruzar el Atlántico.

El público, que se repartía a lo largo de la Avenida Marítima, apenas se distinguía sobre las escolleras, el tráfico o el vaivén de Los Riscos, que subían y bajaban a merced de la marea, como manchas de colores al fondo de la ciudad. En esos momentos mandaba Zaid, el patrón del Sacan, que maniobraba junto a cargueros y plataformas petroleras para colocarse a la sombra del Rayo, un buque de la Armada. Allí, como un edificio acostado en la desembocadura del Guiniguada, hacía de línea imaginaria para dar el pistoletazo de salida a las 12.30 horas.

Los primeros en partir fueron los barcos multicascos y la división open, con el catamarán Allegra, de Gran Bretaña, entre los primeros puestos. Quince minutos después salió la clase Regata, que está integrada por veleros de última generación cuyo objetivo es llegar al puerto de Rodney Bay Marina (Santa Lucía) los antes posible. Es, quizá, la división que ha experimentado una mayor evolución en estos 30 años, con sofisticados equipos de navegación y tecnología de primer nivel, como la que lleva a bordo el Rambler 88, un barco norteamericano que se perfila como uno de los posibles ganadores de esta edición, explica Martín Naranjo, que es director comercial de la Autoridad Portuaria y testigo de excepción de la ARC, una de las regatas con mayor número de participantes. En esta ocasión compiten 224 veleros, con 1.165 tripulantes procedentes de 46 países, de los que el Reino Unido acapara el mayor porcentaje de la flota (33%), seguido de Alemania (14 %) y Noruega (7 %). Otras nacionalidades presentes son Australia, Indonesia, Chile, Sudáfrica, Suecia o México, por citar las más remotas.

Como dato que define la esencia de la prueba destacan los 22 menores de 16 años y los 43 mayores de 70 que navegan con sus familias, pues cruzar el Atlántico de forma segura y en buena compañía es una de la señas de identidad de la regata, añade Naranjo. Entre explicación y explicación no para de darle instrucciones al patrón del Sacan para situar el barco en la mejor posición y ver la salida de la última división, que está integrada precisamente por esas familias que vienen a disfrutar de la travesía sin la presión de la competición.

Son las 13.00 horas y el Sacan se coloca, esta vez, de espaldas a la bahía. Los veleros corren en ese momento la línea trazada entre el buque de la Armada y la baliza que hace de salida. Son momentos en lo que se contiene toda la energía del viento, hasta que suena el último cohete y los barcos despliegan sus spinnaker, esas velas con forma de balón que hacen de turbo, el arma secreta con la que cogerán la autopista entre el paralelo 15 y el 20 para llegar a Santa Lucía. Unos recorrerán las 2700 millas que separan la isla caribeña de Canarias en 20 días, sin prisas; otros se arrimarán a cualquier tormenta para batir el récord, que está en manos del equipo holandés Brunel, con un tiempo de ocho días, 7 horas y 39 minutos logrado el año pasado. Será difícil porque no se esperan buenos vientos, vaticinan los expertos, pero nada parece imposible.

Una hora después, de regreso a puerto, el Rambler 88 ya había adelantado al Allegra, el veloz catamarán de última generación que salió 15 minutos antes. "Esto es maravilloso para la ciudad", destaca el presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra, una de las autoridades a bordo del Sacan junto a la presidenta del Patronato de Turismo de Gran Canaria, Inés Jiménez. "Nos encantaría ampliar el Muelle Deportivo para el año que viene", agrega Ibarra, consciente de que el recinto se queda pequeño y de que hay demasiados barcos en fondeo. El concejal de Ciudad de Mar, José Eduardo Ramírez, destacó la inyección económica que recibe la capital, superior al millón de euros. Atrás quedan las tres intensas semanas de preparativos.