La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aniversario Seis décadas de la Guanche

60 años de enseñanza al volante

La Autoescuela Guanche abrió sus puertas en 1956 con el nombre de Auto Gestión

Manuel Cruz, el pasado jueves, en la recepción de la sede de la Autoescuela Guanche. SABRINA CEBALLOS

A Manuel Cruz Socorro le divierte recordar cómo un simple gesto terminó por ponerle al frente del negocio que dirige desde hace casi tres décadas. "No sé cómo acabé siendo el dueño, porque yo vine en un principio a preguntar por el carné de camión", comenta sentado en el aula de formación teórica de la Autoescuela Guanche por la que miles de alumnos han desfilado a lo largo de los 60 años que cumplió el pasado jueves. Él mismo ha formado a muchos de ellos y, a pesar de no haber sido testigo de la apertura de sus puertas "porque era tan solo un niño", conserva en su memoria gran parte de la historia del que fue uno de los primeros centros de la ciudad en los que se enseñaba a conducir.

No ha calentado muy bien la silla que hay tras la mesa del profesor clase, cuando se levanta en busca de Manoli Sánchez, su mujer y encargada de la recepción del centro, cuya ayuda solicita para encontrar lo que para él es una auténtica joya. "Esto me lo dio un señor que se sacó aquí el permiso de conducción hace más de 50 años y que todavía la conservaba", explica mientras muestra su tesoro. Se trata de un trozo perfectamente rectangular de cartón, con el color blanco algo descolorido, en el que se pueden leer varias palabras a máquina y a boli. Es la tarjeta que entregaba a aquellos que se apuntaban a las clases Pedro García de San Román, fundador de la autoescuela que, tras su apertura en 1956, se llamó inicialmente Auto Gestión.

El centro fue el sexto que abrió en la provincia, ya que por aquel entonces lo habían hecho con anterioridad otros como Semáforo, Stop, La Rueda, San Cristóbal y María del Carmen Benítez. "De todas estas autoescuelas, tan solo la última sobrevive al igual que nosotros", señala Cruz Socorro antes de volver a la figura del primer propietario de su empresa. "Don Pedro enseñaba a los profesores de las clases teóricas, porque antiguamente los que daban las prácticas no tenían ese título, sino que eran monitores". En Auto Gestión eran cuatro los que instruían sobre las técnicas del volante: Domingo Falcón y Francisco Melián, ambos fallecidos; y Santiago Ojeda y Antonio Socorro, este último, primo de la madre de Manuel.

A todos ellos no tardó mucho el propietario en venderles el negocio que pasó a llamarse Guanche después de que los nuevos dueños constituyesen una sociedad. "Don Manuel se mantuvo al frente de la dirección y también se encargaba de las clases de mecánica", explica.

A partir de ahí la escuela fue creciendo, llegando a abrir otra sede en Arucas y a duplicar el personal y la flota gracias a una época de bonanza. "Me contaban que cuando se anunció que iban a introducir la mecánica en los exámenes se produjo una avalancha de inscripciones y en apenas meses hicieron 350 matrículas, que no es ni lo que se hace ahora en un año". En aquel momento, en Guanche no solo se enseñaba a conducir coches, sino que también se preparaba a los futuros conductores para hacerse con el volante de camiones, guaguas, motos y hasta un vehículo para personas con movilidad reducida. "Pero todo lo que sube, baja y con los años terminaron quedándose solo los cuatro".

Fue entonces cuando él llegó a la vida de la autoescuela, siguiendo la recomendación de Socorro que le animó a sacarse el carné para conducir camiones. "Yo ya me había sacado el B en otro lugar, pero como no me cerraba a ninguna oportunidad laboral, vine a preguntar el precio". Consiguió sacarse el permiso, recibiendo clases teóricas del propio García de San Román. Pero no fue hasta su regreso de Úbeda (Jaén), donde había permanecido durante meses tras ingresar en 1977 en la Guardia Civil, cuando volvió a tener contacto con la escuela de conducción. "Dejé el cuerpo y mi primo me dijo que si me gustaría ser profesor de autoescuela, así que me saqué el título".

Con dicha certificación trabajó durante un año en la Autoescuela Madrid, en la isla de La Palma, hasta que en 1979 o 1980 -no lo recuerda muy bien-, fue contratado para enseñar a conducir a los alumnos de Guanche. "Yo trabajaba muy duro, las horas que me echasen, porque antes no tenías que cumplir un máximo, y entonces me propusieron ser socio y me vendieron una participación por un millón y medio de euros que no tardé mucho en pagar", rememora orgulloso. Su vida volvería a dar un giro de tuercas cuando al faltar un día Santiago Ojeda, le pidieron que impartiera la teoría de la que solía encargarse él. "A partir de ahí me dejaron fijo porque al ser más joven estaba más actualizado y a los alumnos les gustó".

Su nuevo cargo se tradujo en la marcha de su antecesor, que se llevó la guagua que tenía la autoescuela "porque tenía el valor de su participación". A Ojeda no tardaron en seguirle Melián, Falcón y Socorro, que vendieron su parte, en el caso del último, para jubilarse. Fue así como hace casi tres décadas Cruz Socorro se convirtió en el único propietario de la Autoescuela Guanche. "Y hasta hoy", apunta quien no quiere echar el cerrojo al negocio, a pesar de que el pasado mes de abril cumplió los 65 años. "Me jubilé en activo porque me da pena cerrar un lugar que funciona bien". Otro de los motivos por los que no quiere dejarlo es por la edad de su esposa, según asegura él mismo entre risas. "Es el precio que tengo que pagar por casarme con una mujer 12 años menor que yo. Tendré que esperar a que ella se jubile", bromea sentado en el aula de la sede que desde hace más de una década está ubicada en el número 24 de la calle Alonso Alvarado. Allí llegaron después de pasar por un local cercano al ya desaparecido cine Capitol, otro que estuvo en el número 5 de la misma vía, y otro en Murga donde mantuvieron un alquiler durante más de 20 años.

En cualquier caso, Manuel Cruz tiene claro que seguirá desgastando el calzado con sus diez u once prácticas diarias. "Cuando un profesor comienza, tiene roces en el coche por la falta de experiencia, pero ahora, en cuanto veo que eso puede pasar, meto la pierna en el freno, por eso tengo más gastado el zapato derecho que el izquierdo", confiesa divertido. Y es que según cuenta, en la actualidad es más difícil enfrentarse a las prácticas que a la teoría. "Ahora los chiquillos no vienen a recibir teóricas, porque les doy la clave del programa Matferline y ahí tienen más de 78 test actualizados, así como vídeos con los que pueden prepararse y, en 15 días, aprobar esa parte". De ahí que tanto los siete ordenadores como las 33 sillas que hay en la pequeña clase estén vacías. Distinto ocurre de cara al examen práctico, el cual cuenta que actualmente cuesta mucho sacar a la primera, en concreto, una media de 50 lecciones. "Ahora es más difícil porque antes cualquiera había cogido un coche antes de apuntarse a la autoescuela, pero ahora eso es inconcebible", señala. Él todavía recuerda cómo antes la prueba apenas duraba 10 minutos -un cuarto de hora menos que en la actualidad-, "y te hacían aparcar entre dos palos".

Aún así, y a pesar de la transformación del sistema, el profesor no se queja de los resultados de su autoescuela. "Llegamos a tener un máximo de 75 aprobados, teniendo en cuenta que antes de la crisis tenía a dos personas contratadas y que, a día de hoy, solo yo doy las clases". La reducción de personal no fue el único cambio que él introdujo. "Quité las clases de moto", comenta con firmeza. Y lo hizo después de que una alumna se cayese al ir a pasar una tabla que estaba mojada porque había llovido. Pero esto no ha impedido que decenas de personas sigan eligiéndoles para aprender a conducir, entre otras cosas, por la familiaridad, la cercanía y la predisposición que tiene siempre Manolo a la hora de echar una mano a aquellos que tienen más dificultades.

Compartir el artículo

stats