La Fiscalía de Las Palmas ha solicitado al Juzgado de Instrucción número 4 que abra juicio oral a tres jóvenes de la capital grancanaria por embalar con cinta la cabeza de Carlos Francisco Felipe Latorre, un pintor sin hogar que dormía en la calle Franchy Roca y que falleció de un infarto poco después de sufrir la siniestra burla.

El fiscal José Antonio Díez solicita dos años de cárcel para cada acusado: Pedro Airán Bolaños Manzano, Óscar Montesdeoca Santana y Aarón Domínguez Abreu. El juez instructor, Florencio Barrera, y el fiscal les atribuyen un delito contra la integridad moral por "humillar" y "burlarse" de Carlos Felipe, que se ganaba la vida vendiendo cuadros en los alrededores del parque de Santa Catalina. La víctima era muy popular entre el resto de personas sin hogar que pernoctan en Franchy Roca, los trabajadores de la zona y los vecinos con residencia habitual.

La semana del 11 de junio de 2015, que fue cuando hallaron muerto a Carlos Felipe, el número 10 de Franchy Roca amaneció con velas, mensajes y dedicatorias . Allí, a la entrada de una oficina bancaria en desuso, los primeros trabajadores se encontraron con la desagradable escena a primera hora de la mañana: el pintor que jugaba al ajedrez en la calle estaba ahora tirado en mitad de la acera, con la cabeza envuelta en cinta adhesiva, una colchoneta pegada a su cuerpo y una botella de ron vacía, quizá la última que esa noche se tomó para sobrellevar una vida a la intemperie.

Carlos Felipe no era un mendigo o vagabundo en sentido estricto, sino que tenía su domicilio en Zaragoza, donde reside su única hija, que está personada en la causa para promover la acusación particular y restaurar la dignidad mancillada de su padre. Los médicos forenses, tras practicarle la autopsia, concluyeron que falleció de un infarto de miocardio, cuya causa inmediata fue un edema pulmonar.

La Brigada de Homicidios en Las Palmas del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) logró esclarecer lo ocurrido gracias, entre otras diligencias de investigación, a las cámaras de seguridad instaladas en la calle, que grabaron a los tres acusados antes y después de cebarse con la víctima.

La agresión se produjo sobre las 05.00 horas del 11 de junio de 2015, y los sanitarios certificaron la muerte de Carlos Felipe casi dos horas después, cuando recibieron las primeras llamadas de los trabajadores que llegaban esa mañana a Franchy Roca, conocida popularmente como la calle de los bancos. Pedro Airán Bolaños Manzano, Óscar Montesdeoca Santana y Aarón Domínguez Abreu se pusieron "de acuerdo" para "humillar y burlarse" de la víctima por su "condición de sintecho", pues se acercaron mientras dormía a la entrada de la oficina bancaria y, "con total desprecio hacia su dignidad como persona", le enrollaron la cabeza con la cinta aislante, explica el misterio público en su escrito de conclusiones provisionales.

La Fiscalía de Delitos de Odio y Discriminación, de la que es delegado en Las Palmas José Antonio Díez, se hizo cargo de la investigación al considerarlo un caso de aporofobia, que es como se conoce en términos sociales al rechazo hacia los pobres.

Carlos Felipe tenía la costumbre de dormir en el número 10 de Franchy Roca. Allí tenía sus efectos personales y el material para pintar sus cuadros, que era su principal actividad. Esa noche, según el relato del fiscal, dormía "profundamente" porque había tomado gran cantidad de alcohol, como acredita la botella de ron que estaba a su lado y la autopsia realizada.

Los acusados aprovecharon esa indefensión para perpetrar la humillación. Domínguez Abreu, "como ejecutor de la voluntad de los tres", destaca el fiscal en su escrito de acusación, "cogió" un rollo de cinta de embalar transparente, que estaba entre las pertenencias del pintor, y se la enrolló alrededor de la cabeza, desde el bigote o labio superior hacia la frente, hasta cubrirle las fosas nasales y los ojos con varias vueltas e impedirle que pudiera ver.

Domínguez Abreu usó la misma cinta para atar una colchoneta de sillón plegable al cuerpo del pintor, dándole varias vueltas y amarrándole también la botella de ron. Luego se "regocijaron" al contemplar la "obra" realizada y se marcharon entre risas por el estado en el que estaba la víctima.

El ministerio público, tras acreditar esos hechos en la instrucción de la causa, estudió la posibilidad de formular acusación por homicidio, pero lo forenses no han verificado un nexo causal entre la acción de los imputados y la muerte de Carlos Felipe: no existe una certeza médica de que la actuación de los investigados desencadenara el comienzo del infarto.

La Fiscalía, por tanto, sólo acusa por un delito contra la integridad moral, que está castigado con penas de seis meses a dos años de prisión. En este caso, ante la gravedad de lo ocurrido, se reclama el reproche más duro previsto en el Código Penal para este tipo de comportamientos.

Domínguez Abreu, además, afronta un multa de 450 euros por una falta de maltrato de obra al ser quien ejecutó materialmente la fechoría. El fiscal reclama una indemnización de 3.000 euros por lo daños morales. El abogado de la hija del fallecido, José Álvarez Bermúdez, es posible que formule acusación por homicidio. Aún no ha emitido sus conclusiones.