Recorrer la historia contemporánea de Canarias a través de las manos de los estibadores. El Museo Elder expone desde la semana pasada y hasta el próximo 19 de febrero la muestra '150 años estibando en Canarias', en la que se hace un repaso a esta actividad estrechamente ligada al devenir de las Islas. Y significa a su vez abrir a la ciudadanía en general el duro trabajo de esos trabajadores que se encargan de cargar y descargar los barcos que atracan en el Puerto de La Luz y que han sabido actualizarse con el paso de los años a las diferentes actividades comerciales que predominaban en los muelles de la capital grancanaria.

Julio Quintana Guerra es el comisario de la exposición y el encargado de contar las historias que versan alrededor de los antiguamente llamados portuarios. "Los estibadores estaban antes que las empresas, de las consignatarias... antes de todo", señala Quintana nada más comenzar a andar entre los dos pasillos sobre los que se exponen fotografías, objetos relacionados con la profesión o las cargas que han predominado durante el último siglo y medio.

La primera parte lleva al visitante a los comienzos del siglo XX, con el azúcar y el carbón como principales materiales que entraban y salían por el entonces pequeño Puerto de La Luz. "Los estibadores pasaban de seis a once días para ser contratados", comienza a relatar delante de una fotografía antigua del parque de Santa Catalina, donde los estibadores se reunían para ser contratados. Esta larga espera hacía que tuvieran que vivir en infraviviendas cercanas al Puerto. "Vivían en chabolas en La Isleta, porque claro, eran de Arucas, Gáldar, Telde, San Lorenzo, y no podían ir caminando, no había coches ni carreteras", apunta.

Y prosigue con las primeras mercancías: "Si Gran Canaria tuvo importancia a principios de siglo fue por la carga negra". "Este fue el tránsito de cómo se montaron aquí las consignatarias por las carboneras", cuenta junto a dos sacos repletos de carbón y un autotractor de mitad del siglo pasado.

La muestra continua con otro de los productos que generaron, y siguen generando, economía a las Islas: la fruta. Los huacales de plátanos y los ceretos de tomates se apilan sobre una carretilla para simular los trabajos que se realizaban entonces, cuando se empezó a exportar estos productos al continente europeo. Con fotografías de redactores gráficos de LA PROVINCIA como Cándido Quesada o Adolfo Marrero, '150 años estibando en Canarias', reconstruye las condiciones laborales de la segunda mitad del siglo pasado, donde el número de estibadores era sensiblemente superior a la actualidad por su carácter manual.

El siguiente paso es la pesca, esa actividad que durante los años ochenta generó ingentes movimientos de buques por los diferentes muelles. "Esto nos dio mucha proyección, con miles de personas trabajando alrededor de la descarga", explica el comisario. En este espacio, donde la muestra llega a su ecuador, Julio Quintana quiere interactuar con los más pequeños. Para ello, se han incluido cajas vacías de diferentes tipos de pescados para que sean los más menudos los que las coloquen sobre los palés de la misma forma que lo realizan los profesionales. En este punto cuelgan del techo dos montones de cajas. Son los denominados sarrias, redes en las que se concentraban los paquetes defectuosos, y las lingadas, en la que salía la carga como "obra de arte" para su correcta colocación sobre una cinta del suelo para sacarlas del barco. "Es la mejor actividad del puerto, la más entretenida, la más creativa y la que más gente mueve", cuenta Miguel Rodríguez, presidente de la Asociación Sindical de Estibadores Portuarios de Las Palmas.

Una exposición sobre estibadores no puede dejar pasar de largo la figura de Belén María, fallecida en 1980 durante una protesta de los portuarios. En Museo Elder acoge el molde de la escultura diseñada por el artístico Federico Corujo Fillo, que se encuentra en la rotonda que lleva su nombre, así como una imagen de aquel fatídico día.

Y la historia llega a la actualidad con el tráfico de contenedores, que durante la última década y media ha generado trabajo gracias al tránsito de estos enormes cajones. Empresas como Opcsa y OPDR han colaborado aportando fotografías, maquetas de barco o de grúas. Aquí es donde se sigue escribiendo la historia de la estiba, que vive momentos difíciles pero con la esperanza de que en los próximos años se vuelva a la senda positiva.