La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aquí la Tierra Pasos perdidos

Historia de dos ciudades

En el verano de 1978 un grupo de jóvenes se Schamann intervino en el solar del que arranca el Barranquillo Viera, retiró toneladas de basura y plantó árboles y arbustos para reivindicar el espacio público

Historia de dos ciudades

El barrio de Schamann es un exponente claro de cómo el boom constructivo de los sesenta convirtió a Las Palmas en dos ciudades diferenciadas: una, la ciudad baja, que dista mucho de ser el colmo de la excelencia urbanística, pero que ha sido siempre objeto de mayor atención interés institucional, y, otra, Ciudad Alta, donde se enclava Schamann, tratada a veces, casi, como escombrera urbana.

El espacio público en este barrio es por lo general un residuo entre construcciones de calidad lamentable y desplazarse a pie plácidamente entre esta parte de Ciudad Alta y la ciudad baja es imposible, pues no hay un corredor peatonal que invite a ello. Por todo esto, ante la desidia municipal, en el verano de 1978 un grupo de jóvenes 'schamanneros' se puso manos a la obra en el solar de 1.800 metros cuadrados del que arranca el Barranquillo Viera, hoy de titularidad pública, a retirar toneladas de basura, a acondicionarlo y a plantar en él árboles y especies arbustivas que hoy mejoran sustancialmente el paisaje de esta parte de Las Palmas. No obstante, cuatro décadas después, su iniciativa -no encontraron interlocución en los despachos en los que se decide el planeamiento urbano- sigue sin completarse.

Si en los sesenta, cuando se produjo el nacimiento y expansión poco estructurada de Schamann, la preocupación por la construcción de la vivienda social no iba acompañada de la inquietud por la construcción del espacio libre social, y si entonces apenas se empezaba a hablar de la ciudad como paisaje, hoy resulta inadmisible obviar ambas cuestiones. Por eso es tan importante este solar plantado en el que no repara casi nadie, flanqueado por las calles Mariucha e Inesilla, por las conocidas como casas de los marinos y por una escalera de 88 escalones que viene a dar a la calle Capitán Eliseo López Orduña. Al otro lado de la carretera el Barranquillo Viera se prolonga acondicionado como parque, el conocido popularmente como "Parque de las Cucas": una intervención realizada en 1961 por el gran arquitecto paisajista Nicolau Maria Rubió i Tudurí, autor de otras obras emblemáticas en Las Palmas como el Parque Doramas.

La estructura geomorfológica del solar plantado y del parque es, pues, la misma: el Barranquillo Viera. Pero las intervenciones en el mismo constituyen un ejemplo especialmente elocuente de la desconexión entre la Ciudad Alta y la ciudad baja -en la que concluye el Parque Rústico en Barranquillo Viera "Parque de las Cucas". Plantado con dragos, sauces llorones, pinos mediterráneos, buganvillas, pitas, mimosas, laureles de indias, palmeras y otras especies, la calle Capitán Eliseo López Orduña expresa en el tramo que separa al parque y al solar esta desconexión en el espacio libre que debería comunicar ambas ciudades. Una interrupción que quizá podría resolverse con un pavimento diferenciado que exprese continuidad o cualquier solución que podrán aportar los que saben de esto y que seguramente tendría un coste ínfimo.

Otro elemento que indica que se ha abandonado la ciudad baja y que se entra en lo que es tratado como escombrera urbanística es la escalera que flanquea el solar y que comunica Mariucha y López Orduña, cuyas dimensiones y pendiente no invitan al paseo agradable hacia la ciudad baja o desde ella. Técnicos tiene el Ayuntamiento para solventar de manera económica y eficiente este escollo. Lo que hace falta es voluntad política para ello.

Unir la ciudad baja con Ciudad Alta a través de un corredor peatonal. Algo de eso habría ya, en cualquier caso, en la cabeza de Rubió cuando, por encargo del Ayuntamiento, realizó el hoy tan descuidado corredor peatonal del Parque Rústico Barranquillo Viera, en un momento en que Schamann apenas comenzaba a desplegarse. Unir el parque con el solar plantado sería entonces el mejor homenaje que el consistorio puede hacer al gran paisajista, admirado por tótems de la arquitectura del siglo XX como Le Corbusier, y también a aquellos jóvenes schamanneros que en el verano del 78 se pusieron a limpiar de basura y a plantar el solar para reivindicar el derecho del barrio, y con él de toda Ciudad Alta, a tener espacio público de calidad. Si alguien, con facultades para ello, se echara a andar del solar al parque y del parque al solar para solventar este ínfimo escollo acreditaría que esto de 'Historia de dos ciudades' hay que comenzar a dejarlo definitivamente en el dominio de la literatura.

Compartir el artículo

stats