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El realojo de 23 familias bloquea el derribo de diez bloques en Tamaraceite

El Ayuntamiento ofrece a los vecinos el traslado a las casas en buen estado que se han quedado vacías

El realojo de 23 familias bloquea el derribo de diez bloques en Tamaraceite

El realojo de 23 familias de las Casas Baratas de Tamaraceite mantiene bloqueado el inicio de las obras de demolición de diez bloque de 86 viviendas, una intervención imprescindible para empezar a construir en el mismo lugar otros dos bloques con 60 pisos. Las obras están adjudicadas desde octubre pasado. El Ayuntamiento ha ofrecido a estas 23 familias las casas que han quedado vacías en bloques de la urbanización no afectados por esta operación de demolición, tras dejarlas sus moradores para irse al nuevo edificio recién terminado en la calle Pintor Pepe Dámaso.

La concejala del distrito San Lorenzo-Tamaraceite-Tenoya, Mercedes Sanz, confía en que las familias puedan mudarse a estos hogares provisionales a lo largo de este mes. "Tenemos veinte viviendas que están en buenas condiciones. Sólo dos necesitan la reforma del baño y una mano de pintura, trabajos que hará el Ayuntamiento si las familias están conformes con mudarse a estas casas. Luego quedarían otras tres familias, con las que estamos colaborando para buscar una casa en el barrio y con el tamaño que necesitan. Espero que todo el mundo esté reubicado", señala Sanz, quien resalta que "la reposición" de las 350 casas baratas sigue adelante y no se va a parar por esta circunstancia.

La mayoría de las 86 familias que vivían en los viejos bloques que van a derribar -serán los primeros en caer de toda la urbanización construida hace 50 años por el extinto patronato Francisco Franco- han abandonado sus antiguos hogares y viven desde hace dos meses en casas de alquiler que se han buscado y que les paga el Ayuntamiento. El área de Urbanismo y Vivienda, que dirige el concejal Javier Doreste, tiene una partida de más de 200.000 euros para hacer frente al pago de los alquileres de los realojados durante los dos años que se calcula que dure la construcción de los nuevos hogares. Las 23 familias que quedan aseguran que tienen problemas para conseguir una casa en alquiler, en algunos casos porque tienen perros, o porque precisan una vivienda con tres dormitorios. En la actualidad viven hasta cinco personas o más en casas de 46 metros cuadrados.

La edil Mercedes Sanz se reunió hace dos semanas con las familias pendientes de traslado para ofrecerles las veinte casas vacías y buscar fórmulas que faciliten la mudanza a otras viviendas. También recibió Sanz las quejas sobre el estado en que se encuentran estas familias, que se han quedado aisladas en bloques casi desiertos y desarbolados.

Y es que las casas vacías y zonas comunes han sido desmanteladas, en unos casos por la empresa que se va a encargar de demoler y construir los nuevos hogares. El resto ha sido arramblado por ladrones, que se han llevado todos aquellos materiales que pueden vender. "No podemos controlar los actos de vandalismo, porque para ello tendríamos que contratar a vigilantes privados Se han dado órdenes para tapiar las casas vacías, ya no para evitar que sigan desmantelándolas, sino por el peligro de que los niños se metan en ellas y sufran algún accidente", afirmó.

De los diez bloques que se van a tirar en esta primera fase, sólo dos están ya vacíos. Las 23 familias que aún no se han trasladado están diseminadas en los ocho edificios restantes. La empresa no puede iniciar los trabajos de demolición hasta que se desaloje toda la zona, por razones de seguridad.

Mercedes Sanz reconoció que "es difícil realojar a tantas familias", cada una con una problemática determinada. Añadió que el tremendo retraso que arrastra el Área de Renovación y Regeneración Urbana (ARRU), que arrancó en 2008 con la firma del convenio con el Estado, ha agudizado la situación de muchas familias, las cuales, debido a la crisis, han visto aumentado su número con la llegada de hijos y nietos. "Entendemos que no quieran irse a vivir a otros barrios, porque aquí tienen su vida y sus hijos van a los colegios de esta zona. Vamos a hacer todo lo posible para que se queden aquí mientras se hacen las casas. También hay personas en sillas de ruedas que necesitan una casa" sin barreras o familias con tres mascotas, a las que no les quieren alquilar el piso por ello. "Es lógico que no quiera desprenderse de sus mascotas", indicó Sanz.

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