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Aquí la Tierra Humanos y no humanos

Qué suerte morir aquí

En algún momento más o menos reciente un drago centenario del Parque Doramas fue talado, sin que cartela alguna indique la fecha y la razón por la que se ha tomado la medida

El drago centenario talado en el Parque Doramas.

El drago de la fotografía fue uno de los más hermosos del Parque Doramas. Un espécimen, explica un experto, que vivió durante un siglo o más. Arraigaba junto a la Piscina Julio Navarro, cerca de la gruta de rocalla que Nicolau Maria Rubió i Tudurí construyó para disfrute de paseantes y solaz de niños que juegan al escondite. Lo más probable es que estos últimos se ocultasen también tras el drago, pues era el suyo un tronco robusto. Pero hoy ya no podrían hacerlo. En algún momento más o menos reciente el drago fue talado y de él sólo quedan ya un muñón y la fotografía alojada en IdeCanarias que da pie a estas líneas.

¿Qué es lo que está pasando realmente con las plantas emblemáticas de la ciudad? ¿Por qué de un tiempo a esta parte caen dragos y palmeras de gran relevancia en la capital insular sin que nadie aclare inequívocamente la razón? Por higiene democrática urge una explicación de algún responsable político municipal que no deje resquicio a la duda. Claro que, por lo mismo, no valdrá de mucho que la de uno que miente en el pleno cuando se debate sobre la necesidad del catálogo de árboles singulares.

¿Cuándo y por qué se taló este drago centenario del Parque Doramas? En otras ciudades cuando es imperativo talar un árbol, por enfermedad, porque pone en riesgo la integridad física de la gente o por cualquier razón, se coloca una pequeña cartela delante del muñón, con una explicación sucinta de las causas que obligaron a tomar la medida y la fecha en la que se ejecutó. Pero aquí, delante del resto de aquel drago magnificente, no hay nada. Y en todo el Parque Doramas, donde hay más restos de árboles igualmente talados, lo que hay, todo lo más, son cartelas con la consabida leyenda "Estamos trabajando para mejorar los jardines, disculpen las molestias", con los anagramas del Ayuntamiento y de la contrata que tiene encomendado el cuidado de los parques y jardines de la ciudad.

Y, ya que se habla de la contrata. Lógicamente, como cualquier empresa privada, ésta se guiará por obtención del máximo beneficio con el menor desembolso posible en personal, y recursos materiales. Pero a las contratas hay que fiscalizarlas y voces autorizadas hay, y son unas cuantas, que sostienen que el Ayuntamiento no pone los recursos suficientes para controlar si la que se encarga de los parques y jardines de Las Palmas hace todas las tareas que está obligada a hacer, si pone los turnos de trabajo que tiene que poner, si emplea los parámetros de calidad correspondientes que tiene que emplear, etcétera. Si desde el consistorio se sostiene lo contrario, alguien, entonces, debería exponerlo a la opinión pública. Pero, conviene reiterarlo, de nada serviría que lo hiciese alguien que miente. Poco recorrido tendría la explicación si quien lo hiciese se llamase, pongamos por caso, Magdalena Inmaculada Medina Montenegro y fuese, por decir algo, concejala del Área de Fomento, Servicios Públicos y Aguas y tercera teniente de alcalde de Las Palmas de Gran Canaria.

Un drago que era centenario y un jardín que no es cualquier jardín. Quizá no haya que dar por obvios algunos datos. Tal vez sea necesario recordar que un ser de aspecto tan extraño como el drago ha cautivado a lo largo de la historia a científicos y artistas. Puede que no esté de más volver a contar, por ejemplo, que El Bosco representó un ejemplar en la tabla dedicada al Paraíso de El Jardín de las Delicias y también que en la película Con faldas y a lo loco, de Billy Wilder, Marilyn Monroe posa ante otro cuya semilla llevó un botánico desde Canarias hasta Estados Unidos. Es posible que haya que explicarle también a alguien que el Parque Doramas es el jardín más importante de la ciudad y que por la antigüedad de muchas de sus plantas merece un cuidado especial. Información excesiva y tediosa, probablemente, para quien tiene la mente puesta en otros menesteres. Y, ciertamente, a ese alguien, lo de colocar cartelas explicativas ante los muñones de las grandes plantas taladas en suelo público le parecerá que no tiene mucho rédito electoral. Mejor otras con un mensaje más publicitario. Con uno, por ejemplo, que diga: "Qué suerte morir aquí".

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