El acusado pidió ayer perdón a sus padres, hermanos -eran cinco-; incluido los fallecidos, y a sus dos sobrinas huérfanas, pese a que no describió una situación familiar idílica. "Mis padres eran muy egoístas. En vez de hijos han tenido esclavos. Nos tenían sin asegurar y nos pagaban una miseria", dijo respecto a cómo se había levantado la empresa familiar, en la que había trabajado desde pequeño, y habían obtenido 11 pisos y cuatro locales. También pidió perdón a su mujer y su hijo y a los vecinos de los barrios de Jinámar y Almatriche, donde cometió los crímenes por los que se le juzga esta semana. L. S. V.