Veinte años de cárcel. La Fiscalía de Las Palmas solicita la pena máxima para el joven universitario que mató a su vecina Saray González tras discutir con ella por los ruidos de sus videojuegos. Alberto Montesdeoca Pérez, que estudiaba primero de Ingeniería Informática, será juzgado en la Audiencia de Las Palmas por asesinato con alevosía, delito castigado con una pena que oscila entre los 15 y los 20 años de prisión.

El crimen ocurrió en octubre de 2015octubre de 2015 en el barrio de Arenales, donde la familia Montesdeoca alquilaba el piso de arriba a Saray, de 27 años, natural de La Palma y también estudiante de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Aún no hay fecha para el inicio del juicio, que se celebrará mediante el sistema del tribunal popular, pero el Juzgado de Instrucción número 7 ha cerrado la investigación y la Fiscalía ha emitido sus conclusiones provisionales.

Esa tarde del 27 de octubre de 2015, sobre las 16.30 horas, Alberto Montesdeoca se encontraba solo en la casa familiar, sin sus padres, "practicando una de sus mayores aficiones", los juegos de ordenador en línea con varios participantes, explica el fiscal Pedro Jimeno en su escrito de acusación. Tenía abiertas dos partidas, una al League of Legend (LoL) y otra al Multi Theft Auto: San Andreas (Mta). En esos momentos le pudo la emoción y sus gritos molestaron por su intensidad a Saray, que bajó al piso de abajo para llamarle la atención a su vecino por el ruido.

La inquilina, que llevaba tres años en el edificio de Pérez del Toro, reclamó al joven que dejara de gritar y de hacer escándalo, pero Montesdeoca continuó con las partidas. Luego, por causas no aclaradas durante la instrucción, subió a la vivienda y Saray no le abrió la puerta. Así que bajó al local de la casa terrera, cogió unas tijeras tipo cizalla y volvió a subir.

El joven universitario es diestro, pero llevaba el arma homicida en la mano izquierda, oculta tras su cuerpo, con la intención de que Saray no la detectara y le abriera la puerta. Insistió en el timbre y su vecina finalmente le franqueó la entrada. Fue en ese momento cuando se cambió las tijeras de mano y la golpeó de manera "súbita e inopinada" en la cara, relata el ministerio público en sus conclusiones provisionales.

La víctima cayó al suelo, indefensa, pero Montesdeoca siguió propinándole golpes en la cabeza con las tijeras metálicas. Después cerró la puerta, regresó a su casa, metió la ropa manchada de sangre en bolsas de plástico, salió a la calle y tiró la ropa en los contenedores de basura.

Todo eso ocurrió antes de la cinco de la tarde. A esa hora llegó la compañera de piso de Saray, que se encontró a su amiga agonizando a la entrada de la vivienda, todavía con vida, y fue a pedirle ayuda al propio Montesdeoca, que se hizo el sorprendido. Logró ocultar su participación en el crimen durante dos semanas, hasta que finalmente se vino a bajo en un interrogatorio policial. Era el principal sospechoso y la Brigada de Homicidios, que lo había citado como testigo, comenzaba a cerrar el círculo. El joven confesó al sentir la presión de los agentes.

Los datos de la autopsia y la confesión del procesado auguran poca discusión en el juicio sobre la manera en la que sucedieron los hechos, pero es probable que la defensa plantee alguna atenuante o eximente de la responsabilidad penal vinculada al estado mental del acusado. Por eso el fiscal descarta en sus conclusiones que Montesdeoca padezca algún trastorno o crisis psiquiátrica anterior al ataque perpetrado contra su vecina.

El joven tiene una personalidad caracterizada por "niveles muy elevados de introversión", falta de "empatía" y "aplanamiento emocional" y "frialdad" en relación al crimen, pero el fiscal se apoya en los informes forenses para rechazar que esos rasgos incidieran en sus facultades al matar a Saray González.