Con el juego del continuo vaivén de la memoria que es un incesante fragor circular, en esta tarde del invierno tropical de Las Palmas, viajo hasta los últimos días de su vida, en que, según sus propias palabras, está a punto de "arribar a las tristes playas de la muerte". Y lo hago con urgencia para llegar a tiempo de desatarlo de ese su cuerpo al que de manera inexorable se encuentra encadenado.

He de confesarle que cuando evoco su figura me lo imagino transitando con suma discreción por Lentini y La Plazuela; por los alrededores del Teatro y la Plaza de Cairasco, mirando de reojo la ecléctica fachada del Gabinete, viviendo y respirando la incipiente modernidad de nuestra urbe. Tal vez quisiera pasar desapercibido, pero creo que su silueta no pasaba inadvertida porque su elegancia y el delicado control de sus gestos formaba parte de su distinción.

Con cierta osadía por mi parte, quisiera traerlo hasta la ciudad de hoy, caminar por el entorno de este barrio de Triana por donde transitamos a diario, y armamos tertulia con algunos escritores, y siempre con Pepe, su nieto, que no ceja en revivir el fulgor literario de su presencia.

¿De qué hablaremos? Para no alargar de manera innecesaria esta epístola, yo quisiera contarle que desde 1929 hasta el presente, la ciudad no es lo que era en sus tiempos. En los aspectos urbanos, ha crecido para dar cobijo a las 380.000 almas que la habitan. Como podrá comprobar, no es la ciudad suya, a la vez provinciana y cosmopolita, que cuando arribaba un personaje se creaba un terremoto cultural a su vera. No tiene nada más que recordar la presencia de Unamuno, tanto en 1910 como en 1924.

¿El Barranco y los puentes? Han desaparecido bajo una losa de asfalto. Y Triana y Vegueta han quedado separados por una muralla metálica de coches que suben y bajan sin cesar. Sin embargo, se ha remozado el Teatro "Pérez Galdós". Triana, con sus calles aledañas, se ha peatonalizado, y los cafés de media mañana y los almuerzos se sirven en las terrazas al aire libre. Esto ha creado un nuevo estilo de ciudad vivida. Sin embargo, el espíritu de lo que fue calle cosmopolita y mercantil, cantada por Tomás Morales, ha quedado suplantado por las denominadas "franquicias", que no tienen caras visibles sino marcas y siglas que atraen a los consumidores en cualquier ciudad del globo.

Por otra parte, en una pincelada genérica, le diré que se construyó el edificio del Cabildo en Bravo Murillo, y el instituto de Enseñanza Secundaria peregrinó por cinco sedes diferentes. La gallera del Cuyás se ha reconvertido en sala de teatro. Los cines han desaparecido y las salas de proyección se amontonan en un solo edificio. Ahora se llaman multicines. Y los hoteles del barrio se trasladaron al entorno de Las Canteras.

Y en cuanto a los cenáculos culturales le diré que se mantienen con bastante actividad a pesar de que casi siempre somos los mismos los que nos movemos por sus instalaciones, atraídos por las actividades que en ellos se desarrollan. Son tantos los chiringuitos de la Arcadia capitalina, que en la misma jornada se solapan presentaciones de libros, exposiciones plásticas, conferencias, mesas redondas, actividad teatral, conciertos?

Pero en un alarde de osadía, quisiera mostrarle lo que ha devenido a ser la Casa que lleva su nombre. Se le denomina Museo Poeta Domingo Rivero. Está ubicada en la calle Torres, y el adalid de su instalación ha sido su nieto Pepe Rivero Gómez. Esta instalación cultural se caracteriza por ser un faro de libertad cultural y creativa, no subyugada al poder. A ninguno de los poderes isleños, que medran, sin compensaciones a costa de los cultivadores del espíritu. Su Casa es nuestra casa. Así lo constatamos y nos regocijamos porque se ha convertido en lugar de encuentro de bastantes creadores que habitamos esta Isla y esta ciudad. A la vez, es un lugar de referencia para divulgar su biografía a los jóvenes escolares de los centros educativos donde realizan talleres y actividades relacionadas con la creación poética. Estos son los cimientos de su espíritu que se proyectan en el futuro.

Creo que tiene noticias de sus albaceas literarios. Exégetas de su obra que escudriñan con atención filológica el espíritu que emana de su poesía: Eugenio Padorno, Antonio Henríquez, Francisco Brines, María del Mar Santana, Victoria Oramas, Antonio Puente y tantos otros no se cansan de leer su obra y de divulgarla en nuestro ámbito cultural y más allá de las fronteras que impone el mar, pero que también es camino que lleva la palabra, su palabra poética, a la comunión universal.

Gracias, don Domingo, poeta sin límites, por su compañía en este paseo sentimental por las calles que usted transitó y que a partir de ahora van a sentir la ausencia de su nieto Pepe, amigo de tantos creadores, que de seguro quedan huérfanos de su apoyo cultural.