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Adiós a la última tienda de aceite y vinagre de Vegueta

Tras más de un siglo abierto cierra el comercio de Andrés Rocha Mederos, situado en el bajo de la vivienda de Jerónimo Saavedra

Adiós a la última tienda de aceite y vinagre de Vegueta

Vegueta guarda entre sus muros miles de historias. Unas más conocidas que otras. La tienda de Andrés Rocha Mederos bajó la persiana el 31 de diciembre de 2016, tras más de un siglo abierta ininterrumpidamente. Era una de esas tiendas de aceite y vinagre que tanto abundaron en Canarias. Al echar el cierre ha concluido uno de los capítulos más curiosos del barrio fundacional de la capital.

El señor Rocha, recién llegado a Gran Canaria desde La Palma, regentó el comercio desde 1973 hasta su cierre. Una tienda que fue pasando de mano en mano durante dos siglos. El dueño del edificio desde la década de los 40 era Martín Saavedra Medina, padre de Jerónimo Saavedra Acevedo, quien sigue ostentando la propiedad de dicho lugar. Durante los últimos años estuvo el hijo del señor Rocha al frente del negocio. Por desgracia, las circunstancias de la vida han hecho que la tienda baje la persiana para siempre.

Para quien no lo sepa, el ultramarinos del señor Rocha se encontraba en la esquina de las calles Luis Millares con López Botas. Casi en la plaza de Santo Domingo, en pleno corazón de la ciudad histórica. Muchos la recordarán por ser la tienda cercana al desaparecido Colegio Viera y Clavijo, la ilustre institución donde se formaron políticos, catedráticos e intelectuales varios. La puerta del colegio masculino se encontraba frente a la propia tienda, en la vieja casa de los Hermanos Millares.

El excalcalde de Las Palmas de Gran Canaria recuerda a la familia que llevaba el local en su niñez. Vivían humildemente en la trastienda, un lejano símbolo de los tiempos más duros del hambre en las Islas. El comercio fue durante mucho tiempo el punto de encuentro de los vecinos, junto al bar situado en la misma calle, hoy también desaparecido. Poco a poco, la zona se ha ido apagando, ya no es lo que era. La misma suerte corrió hace unos años la tienda cercana en la esquina de Dr. Verneau con López Botas.

Juan Marrero Portugués, exalumno del colegio Viera y Clavijo entre 1938 y 1946, también recuerda la presencia del ultramarinos de la esquina. Hoy hace memoria y crea una fotografía mental del lugar. Para él la tienda suponía una más de la zona, aunque recuerda perfectamente ver las colas de vecinos en su puerta, esperando su turno. No en vano, Marrero estudió en este barrio en los duros tiempos de la posguerra.

La historia de este lugar se remonta a inicios del s. XIX. Según Pedro González Sosa, cronista de Sta. Mª de Guía, el edificio fue construido por Luján Pérez, el más conocido de los imagineros en Canarias. Todos los indicios indican la presencia de un canónigo en dicha vivienda hace doscientos años.

El propio señor Rocha tuvo en su posesión papeles que databan los inicios de la tienda en el 1800. El comercio fue iniciado por una palmera apodada "la barata", puesto que todo lo vendía era muy barato. Eso es, al menos, lo que afirmaba Martín Saavedra Medina cuando traspasó el negocio en la década de los 70. Era un comercio floreciente, repleto de productos provenientes de la Isla Bonita.

En otro tiempo, las tiendas de aceite y vinagre llenaban los barrios y pueblos de las Islas. Sobre su nombre existe una teoría. Se dice que por un lado compraban las mujeres y, por otro lado, los hombres bebían un pizco de ron o vino, todo esto sin mezclarse. De cualquier manera, suponían un medio de vida para muchas familias. Al fin y al cabo, había una en cada esquina. Con el tiempo, el fenómeno se convirtió en excepcional con la proliferación de las grandes superficies. Ahora es un simple recuerdo en la retina de muchos.

En esta ocasión cae una de las primeras tiendas que abrió sus puertas en la capital. Se cierra así uno de los capítulos de Vegueta. Tras una larga historia, las casualidades de la vida han querido que la tienda comience y eche el cierre con palmeros. La familia del señor Rocha quiere agradecer a todos los vecinos del histórico barrio el buen trato y el cariño dado tras tantos años al pie del cañón.

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