La Provincia - Diario de Las Palmas

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Recuerdos del socorrismo en playa

Tres voluntarios narran cómo era la Cruz Roja en los 70 y 80. La ONG deja el servicio tras 47 años

El servicio de Primeros Auxilios, Vigilancia y Salvamento que Cruz Roja presta en las playas de Las Palmas de GranCanaria podría desaparecer después de 47 años si alguna empresa consigue la adjudicación del concurso público que prepara el Ayuntamiento capitalino, después de que la entidad haya desestimado prorrogar el servicio porque asegura que pierde dinero al pagar al personal. La organización no gubernamental ya ha declarado que solo se presentará al mismo si el Ayuntamiento decide elevar la cuantía. El contrato entre ambas instituciones, fijado en alrededor de 360.000 euros, finaliza el próximo octubre tras cuatro años.

Los chicos de la Cruz Roja son una referentcia para los bañistas que se adentran en las aguas de la playa de Las Canteras, Las Alcaravaneras, El Confital o La Laja. Si bien el servicio que prestan hoy en día sigue siendo el mismo que hace cuatro décadas; socorrer a los ciudadanos ante cualquier apuro, advertir del estado de la mar a los mismos, así como atender cualquier emergencia que se produzca en el litoral, nada tiene que ver con entonces en cuanto a personal y al material se refiere. Incluso el servicio, en sí mismo, también ha dado un giro. Pasando primero de ser plenamente altruista a, posteriormente, establecerse un convenio de colaboración con Ayuntamiento, y, finalmente, un contrato.

Tres voluntarios de aquellas primeras décadas -años 70 y 80- recuerdan cómo era el servicio en la playa de Las Canteras y en la de Las Alcaravaneras ya que hasta la década del 2000 no se estableció puesto de vigilancia en las zonas de El Confital y d La Laja, después de que los bomberos dejasen ede realizar dicha labor.

Fernando Cambres, actualmente ingeniero técnico de comunicaciones, tenía 13 años cuando entró en la década de los 80 en Cruz Roja Juventud. Le gustaba el agua y a los 16 años optó por irse a la sección del Mar después de hacer varios cursos en la institución sobre socorrismo acuático y hasta el de patrón de embarcaciones de recreo para poder navegar en el gran barco que entonces tenía la entidad para Salvamento Marítimo. "Prestábamos apoyo los fines de semana en invierno y en verano a cualquier regata que organizaba el Club Náutico, la Vela Latina o la Federación de Motonáutica, que entonces había mucha afición. En esa década no existía la infraestructura pública de emergencias que hay hoy y Cruz Roja suplía todo". Incluida la primera UVI móvil que hubo en la capital, que funcionaba con un anestesista que había en el Materno Infantil y con estudiantes de Medicina.

Cambres recuerda que los voluntarios de Cruz Roja iban entonces a cualquier lugar en el que hicieran falta, bien en accidentes en tierra o en el mar. "En Las Palmas de Gran Canaria estaba el único hospital de la provincia así que también hacíamos los traslados desde las islas de Fuerteventura y Lanzarote", recuerda.

"Los fallecidos en el mar eran entonces incontables, y nos jugamos la vida muchas veces en los rescates. Nos jugábamos la vida sin cobrar, nunca nos dieron ninguna compensación. Eso sí, la Cruz Roja siempre trató muy bien al voluntariado", apunta, mientras subraya la calidad de la formación tanto técnica como humana que les dio la institución lo que permitió a muchas personas después buscarse la vida en el ámbito sanitario, transporte y emergencias, en general.

"Sabíamos hasta de mecánica por si se estropeaba el motor de la embarcación y había que engrasar las bujías o había una avería. Lo mismo ocurría con las lanchas; si se desinflaban poníamos un parche". Aquella experiencia le sirvió para montar el primer centro de coordinación de emergencias antes de que existiera el 112, y que prestaba servicio en los puertos de la provincia.

"La formación era intensísima pero, a veces, vivíamos situaciones tan críticas que incluso pasábamos por encima de los compañeros que estaban en el agua rescatando con el motor de la lancha en marcha", continúa. Su peor incidente fue en La Cícer, donde desaparecieron tres hermanos. "Yo ayudé a sacar a dos de ellos después de que el grupo subacuático buscara durante días".

En su opinión, no cree que exista una empresa hoy en día con gente tan preparada como la que tiene actualmente la Cruz Roja.

Juanma Galván, trabaja hoy de administrativo en un centro de salud y también fue uno de aquellos pioneros voluntarios de Cruz Roja en las playas de la capital. Explica que todos los chicos entraban primero en Cruz Roja de la Juventud para, después, distribuirse a otras secciones.

El servicio del mar se constituyó ante la "necesidad y demanda" que imponía el turismo y la flota deportiva de la ciudad. Pero no toda la playa de Las Canteras contaba de punta a punta con el servicio de Cruz Roja, que se situaba en la línea de los hoteles. La Cícer, por ejemplo, tuvo su primer puesto ya casi en 2000.

Galván recuerda que la institución "no tenía entonces de nada" y que los socorristas se tenían que traer el bocadillo de casa hasta que se consiguió un acuerdo con los hoteles de la zona -el Reina Isabel, el Cristina...- para comer junto al personal de los mismos los fines de semana, que era cuando solían acudir los jóvenes voluntarios ya que durante la semana el servicio lo cubrían los que hacían el servicio militar. "Los jóvenes de remplazo ayudaron mucho a mantener la continuidad del servicio con un horario más reglado. Teníamos muchos voluntarios porque se trataba de una actividad muy estimulante, aunque con cierto riesgo".

Galván entró a prestar servicio de socorrista cuandom tenía 18 años de eadad en Las Canteras y en Las Alcaravaneras ya que había que ser mayor para ser socorrista acuático y para llevar una lancha motora, y con el tiempo - a principios de 2000- llegó a coordinar el equipo de 300 personas de Salvamento Marítimo

"El material que teníamos era bastante justito para la labor que hacíamos. Casi el 90% era comprado puntualmente por la Cruz Roja; el Cabildo nos regaló una vez una lancha con motor pero el Ayuntamiento nunca nos dio nada. Después de mucha presión, en los años 90, conseguimos que nos comprara el combustible,.

"Estábamos siempre peladitos de dinero, de personal y de material. No podíamos ir a cursos a la Península porque no teníamos ni para el pasaje, pero no las ingeniábamos para solventar todo, para pedir favores", añade.

En su opinión, Cruz Roja asumió el servicio de socorrismo en playas y en el mar porque "en su ideario está el servir de auxiliares públicos a la administración que bien, por no tener ese servicio, o por dejadez, necesitan de esa contribución". Galván explica que entonces Salvamento Marítimo, tal y como está concebido no existía por lo que Cruz Roja era un apoyo fundamental para los rescates y evacuaciones. Cuando Fomento creó en 1992 dicho servicio la actividad de la ruz Roja en esa labor ya no tenía utilidad, pero pero vio que no había nadie que cubriera las playas y se especializó en ese área. Las Islas necesitaban personal para hacer esta tarea porque había 365 días de sol al año y un turismo que lo exigía. De ahí la profesionalización que tienen hoy sus equipos y de que el voluntariado terminara por desaparecer.

Hugo Flavio Estévez, marino mercante y hoy concejal de Transporte, Tráfico y Playas de Antigua, entró de voluntario en la institución con 14 años por vínculos familiares. Él también recuerda que se pagaba la guagua y los bocadillos para acudir a Las Alcaravaneras los fines de semana. "Cargábamos una caseta tipo militar de la sección Brigada en un Land Rover, que algunas veces teníamos que empujar, inflábamos la zodiac y nos íbamos a la playa, donde montábamos el puesto para todo el fin de semana. Y allí nos íbamos caminando o en guagua que pagábamos de nuestro bolsillo". Entre sus imágenes figura el ver a voluntarios con el botiquín y la camilla desde la sede de Cruz Roja hasta el Estadio Insular cuando había partido de fútbol.

Flavio también recuerda que servían de apoyo para cualquier regata que se realizaba en la bahía y que solo iban en la barca los "que no se mareaban al llegar a la Marfea". Y que también limpiaban la playa por la mañana. "Se hacia un chequeo porque entonces frente a Las Alcaravaneras fondeaba mucho barco y siempre había aceite o basuras".

Él también tuvo experiencia duras como las de sacar a un pescador ahogado de la zona del muro Lloret. La única compensación que tuvo de la Cruz Roja durante sus años de voluntario fue la formación que le dieron en socorrismo y en temas náuticos y dos veranos en Menorca, con alojamiento y comida, para actuar de socorrista ante la falta de voluntarios en esa isla del Mediterráneo.

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