Ocurrió a las veinte horas del pasado sábado. Sonó el teléfono y era mi taxista que me informaba que no podía pasar a recogerme en mi domicilio para trasladarme al Teatro Pérez Galdós y disfrutar con la última representación de La Favorita. Mi taxista habitual domina el callejero.

El barrio histórico estaba al servicio de "Correr Vegueta" desde las diecinueve hasta las veintitrés horas. Imposible entrar y salir coche alguno. Como, por razón de mi edad, no puedo caminar mucho me quedé sin ópera y perdí los cien euros de la entrada como socio de A.C.O. Es posible que no fuera el único afectado. También, intentar llegar al Teatro Cuyás sería algo similar.

Mi primera reflexión fue presentar una queja a los políticos responsables de organizar el tráfico urbano porque el libre desplazamiento es un derecho constitucional. Sin embargo, era surrealista que, como Diputado del Común, fuese el protagonista de la queja. Opté civilizadamente por llamar al alcalde y pedirle que no vuelva a ocurrir, porque ya el año pasado, por igual motivo, tuvo que esperar quince minutos el taxi, en la calle García Tello, a que pasaran los corredores por la de San Marcos.

Esta es una ciudad que queremos cosmopolita. Hay muchos cruceristas, residentes en hoteles y visitantes del sur, que corren el peligro de perder su viajes si se encuentran sus principales vías cortadas y sin que los taxistas hayan sido consultados previamente sobre las imprescindibles vías alternativas, al igual que informados los ejecutivos de los hoteles. Además, pregunten a los policías locales los insultos que habrán tenido que soportar de los ciudadanos afectados.

Los dirigentes de la policía local tengo la certeza que son más competentes que los responsables políticos del tráfico y que, en el futuro, se reunirán y escucharán a los que saben del tema, los taxistas.

Aquí acabaría mi "sábado negro", pero la lectura en la prensa de un artículo de nuestro cronista oficial, Juan J. Laforet, con el título El Ritual de correr por Vegueta, me dejó atónito. Que se lea: "Corriendo por Vegueta tiene además, como valor añadido a ese orbe ritual y mágico de las carreras de masa, esa cierta transgresión que supone realizarlo en un entorno patrimonial e identitario tan significativo... Se tiene el sentimiento de realizar una actividad deportiva lúdica, desenfadada en un ámbito donde su visita parece exigía actitudes y modos más solemnes y reverenciales"

El recuerdo me llevó a mi infancia con una Vegueta animada con las sotanas y becas de canónigos y seminaristas y algún coche de caballo. Pero Vegueta ha cambiado y se ha activado con numerosas terrazas y restaurantes de calidad, viviendas rehabilitadas acogedoras de turistas que buscan un ambiente singular. Nada de actitudes reverenciales hacia los que aquí seguimos.

Las pruebas deportivas están muy bien y hay otros itinerarios muy interesantes y a horas matutinas. Pero nuestro cronista, al parecer, está proponiendo que en el centro de Santiago, Toledo o Florencia se limite la movilidad habitual de sus residentes y visitantes con este tipo de carreras. Si quiere transgredir ¿por qué no se atreve a proponer una carrera en la Plaza de San Pedro en Roma?