"¡Vamos, al cielo con él!". Cuando en la plaza de Santo Domingo se oye este grito dirigido a los costaleros, los fieles saben que la imagen del Cristo de la Salud está a punto de salir de la iglesia e iniciar un largo y tortuoso camino -debido a la dificultad que entraña el paso por algunas calles- de casi cinco horas por el casco histórico, seguido a corta distancia por la imagen de la Esperanza de Vegueta. La estrechez de las calles por las que pasan y las dimensiones de los pasos obligan a los costaleros, que los cargan sobre sus hombros, a realizar auténticos malabarismos y a sacar fuerzas de flaqueza para mantener en peso a las imágenes de la Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Esperanza de Vegueta.

Miles de personas abarrotaron ayer las calles del recorrido de la procesión, también conocida como de Los Nazarenos, que se caracteriza por un estilo andaluz que llena las calles del casco histórico de un paisaje de túnicas y capirotes. De color morado, los que protegen al Cristo y de verde, los de la Esperanza. A las siete en punto de la tarde comenzó su paseo el Cristo, a hombros de 35 hermanos costaleros. Primero los nazarenos formaron un cordón alrededor de l a plaza. La dificultad de la salida de la iglesia de Santo Domingo, debido a los faroles que tiene, siempre emociona a sus devotos. Más sobrecogedor es aún, si cabe, el esfuerzo sobrehumano que tienen que hacer los 40 costaleros a los que no les queda otra que arrodillarse, para que la Esperanza pueda pasar por el pórtico del templo bajo el elevado palio.

"Mi Cristo de la Salud, hoy he venido a suplicarte que perdones a los canarios, de corazón generoso y nobleza en el sentir". Esta fue la primera malagueña que se oyó, dirigida al Cristo de la Salud, maniatado y coronado de espinas, pero no fue la única, que le brindaron tanto al Cristo como a la Esperanza durante el recorrido.

Durante la mañana, en la eucaristía ofrecida en el parque San Telmo, tras la procesión de La Burrita, el vicario general de la Diócesis Hipólito Cabrera, pidió a los fieles "coherencia" y "perseverancia" con su condición de cristianos.