A Alexis Jiménez Talavera le hace falta poco para crear arte. Un cartón de huevos, macarrones, un tapón, una caja vacía de bombones o envoltorios de magdalenas o flanes son suficientes para que de sus manos salgan pasos de Semana Santa en miniatura a los que no le falta detalle ni una buena dosis de creatividad. No hay réplicas ni copias, tan solo la propia interpretación de las imágenes del Evangelio que desde hace años él recrea por hobby y expone por solidaridad. Ahora, con motivo del centenario de la presencia permanente de los Jesuitas en Canarias y en el marco de las fechas señaladas, se puede visitar en la iglesia de San Francisco de Borja.

Las mañanas en el templo estos días son tranquilas y apenas unos cuantos grupos de feligreses con aspecto de forasteros lo visitan con música cofrade de fondo. Es la que sale del lateral donde Jiménez Talavera ha colocado este año más de una decena de pequeños tronos que, por las tardes, sí convocan a más curiosos que no quieren perderse la muestra en la que se nota que se ha puesto mucho amor. "No hemos podido cerrar ningún día a la hora que se suele cerrar la parroquia porque la gente hace colas para ver la exposición", cuenta el artífice de la misma, quien nunca imaginó que su diminuto imaginario causaría tanta sensación y que dedica su arte a su madre, Elena Talavera. Y es que hace cuatro años fue Olga Hernández Melián, profesora del colegio San Ignacio de Loyola donde él trabaja en el mantenimiento, quien le animó a que mostrara públicamente lo que para ella era una obra de arte. "Yo pensaba que no valía la pena porque eran muy pocos", explica. Pero aún así colocó en el centro educativo el Cristo Crucificado, Nuestro Padre Nazareno, Jesús despojado de su vestiduras, el Santo Sepulcro, la Última Cena y a Nuestra Señora de la Soledad. Estos fueron los primeros pasos que creó y a los que más tarde le han seguido otra docena que no tienen nada que envidiar a las miniaturas que descubrió hace casi una década en Sevilla. "Yo empecé haciendo belenes con el hermano Albéniz, pero quería probar con otras cosas y cuando viajé a Andalucía vi que allí también se hacen los tronos pero comprando las piezas y como eso era un poco caro, a la vuelta, me puse a investigar cómo podía hacerlo yo con materiales parecidos".

Fue así como comenzó a ver en cada recipiente una posibilidad artística para dar vida alguno de sus tronos. Jiménez ha usado en ellos envoltorios de magdalenas, vasos de flan, una caja de bombones de plástico, tapones de suavizante o de insulina, orégano, espirales de pasta, envases de tarta o de friegaplatos, tiradores de cajones, latas de cerveza, alambre, corcho, retales de tela o madera, entre otros muchos. Elementos aparentemente ordinarios que tras pasar por sus manos se convierten en magia ornamental, ya que a simple vista no se percibe la utilidad original que tuvieron.

Un trabajo que ha sido apreciados por quienes lo han observado de cerca y que se ha traducido en otras muestras más amplias como las que se han realizado durante dos años consecutivos en la parroquia de San Esteban Protomártir de La Paterna, o la que hasta el domingo se puede visitar en Vegueta. "Yo hago sin ánimo de lucro y para ayudar a través de obras benéficas a aquellas personas que lo necesiten", asegura el artista que lleva la bondad tatuada en la cara.