La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista a Manuel Ramírez Sánchez

"Los ingleses encargaban sus lápidas en el Reino Unido para evocar su tierra"

"En la Edad Moderna y en los inicios de la Contemporánea los epitafios eran casi el currículum", asegura el autor de 'Historia en la piedra

Manuel Ramírez Sánchez. SANTI BLANCO

Presenta hoy en la Casa de Colón su libro Historia en la piedra. La escritura última en los cementerios ingleses de Canarias . ¿Por qué este tema?

Es un tema que me interesa y es una parte desconocida del patrimonio inglés en las Islas. La presencia inglesa en Canarias se ha estudiado desde diversas perspectivas como su impacto económico, el deporte; y otras, pero faltaba la de las estrategias de autorrepresentación de los ingleses en los cementerios. Su escritura última, lo que conocemos como epitafios, y que suponen el último testimonio de alguien en la tierra. Se trata de una escritura delegada, ya que era la esposa, el hijo o el nieto quien lo escribía, no solo era un lugar para el recuerdo y para conocer el nivel cultural de la familia, sino también un lugar de propaganda, podríamos decir hoy en día, para destacar los méritos del fallecido. Algo que hoy se ha perdido, pero que en la Edad Moderna y en los inicios de la Edad Contemporánea era muy común porque casi se inscribía el currículum vitae de la persona.

¿Cuántos cementerios ingleses hay en el Archipiélago?

Tenemos tres, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife y Puerto de la Cruz; que son muchos teniendo en cuenta la población que había aquí. En Madrid, por ejemplo, solo hay uno. Pero aquí, con el comercio marítimo, con los puertos y ser unas islas visitadas por foráneos desde los inicios de la Edad Moderna tenemos ese patrimonio. Podemos presumir incluso de que en Canarias está el cementerio protestante más antiguo de España, que es el de Puerto de la Cruz, algunas de cuyas tumbas están fechadas en la primera mitad del siglo XIX (1840), aunque el cementerio es anterior (1747). Los muertos anteriores o no tuvieron lápida o se perdió o la sepultura fue reutilizada en el siglo XIX y XX para otros menesteres. Como en todos los países europeos, se enterraban dentro de las iglesias, como los católicos, pero al no tenerlas en Canarias lo hacían fuera de la muralla de la ciudad, en la playa, en los sitios más alejados del casco urbano, hasta que en la Edad Moderna solicitaron a la corona española espacios dignos para sus muertos. En Canarias, la colonia inglesa compró los terrenos.

¿Tienen alguna diferencia con los cementerios del Reino Unido?

A los ingleses les gustan los cementerios con jardín, con mucha vegetación, porque se entierran en contacto con la tierra. Y los cementerios en Canarias intentan evocar eso. Los primeros ingleses hacen incluso traer directamente del Reino Unido las lápidas de los principales talleres funerarios de Liverpool, Londres, Southampton. Por ejemplo, Tomás Miller, uno de los principales impulsores del cementerio de la capital, perdió a la mitad de la familia en la epidemia de cólera de 1851y encargó una lápida y una verja que le trajeron desde Aberdeen, en Escocia, para la memoria de su mujer, María de Vasconcelos, con un epitafio escrito en inglés.

¿No utilizaban a los marmolistas de aquí?

No. El marmolista italiano Enrique Wiott, que trabaja para los católicos, es el único artesano marmolista que trabajará para ellos porque los ingleses se dan cuenta de que es muy bueno y de que está a la altura de lo que ellos quieren y conoce la tipología de sus letras. Incluso se anuncia en los periódicos de la época trayendo remesas de mármoles desde Génova. Hay que entender que cuando uno se moría no se le ponía al momento la estela, había que ahorrar y además traerla de fuera. En el cementerio de la ciudad hay un hijo que pone a su padre una lápida 30 años después de muerto. Y es uno de los pocos casos en que este hecho se menciona en la lápida.

Hablaba antes de que los cementerios tienen jardín, ¿qué pasó con el de la capital?

Hace veinte años había un jardín salvaje porque a los protestantes les gusta que la naturaleza siga su curso y la vegetación inunde la sepultura. En Canarias no se pueden mantener porque hay un problema de agua y, además, hay un coste para su mantenimiento. El jardinero había muerto hacía veinte años y el jardín estaba en un estado deplorable. Cuando el Cabildo insular, en la época de José Miguel Pérez, lo catalogó como Bien de Interés Cultural (BIC), invirtieron dinero en adecentarlo y tomaron la decisión política de quitar las plantas y poner picón y, donde había una decena de árboles, dejar un par de ellos. El aspecto de ahora es muy diferente al que tenía.

¿Los tres cementerios están catalogados como BIC?

Paradójicamente el más antiguo de España [Puerto de la Cruz], no. Decisiones políticas, el interés especulativo de la ciudad y las diferentes administraciones que tienen que participar para incoar un expediente han influido en ello. El cementerio inglés de Cádiz y de Santander no existen, sus muertos se cambiaron de sitio y se han construido un jardín y viviendas en su lugar. La catalogación de un monumento como BIC no garantiza su conservación pero al menos lo blinda. El de Santa Cruz de Tenerife está en un estado lamentable pese a ser un BIC y estar protegido, pero no se ha invertido en él. Se cerró en los años 60 del siglo pasado y se convirtió en un lugar al que acudían los jóvenes por la noche; incluso tuvieron que poner cámaras que avisaban a la Policía Local.

O sea, que el mejor conservado es el de la capital.

Sí, aunque yo habría sido más respetuoso en la rehabilitación. Hubo una intervención muy mala, se rehicieron algunas letras de las lápidas con cemento y, en otras, taparon algunas letras. Se intervino de manera chapucera. La participación y preocupación de la comunidad británica en su cuidado también es muy importante para su conservación. En Santa Cruz de Tenerife no es muy activa en este aspecto. En Puerto de la Cruz, sin embargo, hay más interés por limpiar y cuida las tumbas. Aquí, gracias a personas como Betty Burguess, que es una mujer muy volcada en preservar de la mejor manera posible el legado inglés, está muy bien cuidado. Su conservación también depende de que se sigan enterrando personas en ellos, si tienen tumba y si hay sitio. Cosa que no ocurre con el cementerio de Santa Cruz, que desde los 60 no se puede enterrar a nadie. Pero la conservación también tiene que recaer en los canarios, tenemos un deber aunque no estemos enterrados en ellos porque la presencia de los ingleses, igual que la de los alemanes, los holandeses, forma parte de nuestra historia, de nuestra entidad cultural.

¿Qué personalidades hay enterrados en ellos?

Desde miembros de la comunidad relacionados con el comercio, el Puerto, que vivía de las relaciones comerciales entre las colonias y el Puerto, como los Miller, Swanson; los Hamilton en Tenerife, que eran las grandes familias en Canarias, hasta todo súbdito de la colonia que venía a curarse de tuberculosis a los hoteles y que no volvieron porque entonces no había traslado de féretros como hay hoy. Entonces te morías en el quinto pino y te quedabas allí. Por eso nuestros cementerios están llenos de clérigos, académicos de Oxford. También de personas que se morían en los buques durante la travesía y holandeses y alemanes protestantes, sobre todo, que fallecían aquí.

¿Qué epitafios curiosos ha encontrado en sus tumbas?

De todo. En el de Las Palmas hay un clérigo misionero norteamericano que estaba en África y que lo traen a las Islas para curarlo de unas fiebres, pero fallece. Y su mujer le colocó en la tumba: "Murió por África". Hay familias que ponen un "hasta luego". Las tumbas del siglo XIX, por ejemplo, eran muy amantes de los himnos que se cantaban en las iglesias y de los versículos de la Biblia. Todas estas cosas dan mucho juego para conocer y tener un mapa sobre la mentalidad de la época y cómo afrontaban el trance de la muerte y honraban a sus familiares. Es la memoria funeraria de la época.

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