El periódico La Defensa, del 2 de mayo de 1913, reflejó en sus páginas el primer vuelo de un avión a motor en el cielo y sobre la tierra de Canarias. Esto fue lo que los lectores del periódico leyeron la mañana de un miércoles memorable: "Espectáculo emocionante visto por primera vez en Canarias. A las 4 y media elevóse el monoplano dirigido por el hombre-pájaro. La salida da la sensación de un ave que vuela, con las alas estiradas, quietas, inmóviles. El aparato se desliza, corre y se eleva majestuoso, gallardo al manejo del aviador".

"Mr. Garnier salió en dirección al mar describiendo luego en el aire un círculo. Se elevó a más de 300 metros. El aterrizaje es también imponente. Se le ve descender rápidamente y de pronto se queda el aeroplano horizontal y coge tierra. El motor hace un estrépito ensordecedor", decía la crónica.

El primer vuelo duró unos siete minutos y toda la prensa de la época se hizo eco de este primer vuelo.

Las Islas Canarias, a través de Gran Canaria, y desde terrenos de San Lorenzo, actual Guanarteme, entrarían, a partir de ese momento, a formar parte de la crónica de la aviación a moto. Un principio que presagiaba un desarrollo espectacular.

En tal día como hoy, en que celebramos el Día de la Aviación, hemos de recordar a dos insignes canarios que fueron los primeros en impulsar y promover los vuelos aerostáticos en España: el científico Agustín de Betancort y Molina y Joseph de Viera y Clavijo, director eminente que fuera de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Canaria. Ambos tinerfeños y estudiosos de esa moda que se implantó, sobre todo en Francia, en el último cuarto del XVIII: el lanzamiento de globos, artefactos menos pesados que el aire y cuya historia forma parte también de la historia de la aeronáutica.

En el marco de la celebración del Centenario de la Aviación -en el año 2013-, no solo se rememoró la historia de la aviación y se desarrollaron diversas actividades para promover el conocimiento de la aeronáutico, sino que se instituyó el Día de la Aviación de Canarias el 30 de abril de cada año.

La Real Sociedad Económica de Amigos del País, impulsora y organizadora del centenario, celebró en la tarde-noche del pasado jueves, por ser hoy, día 30, festivo, un acto recordatorio.

El mar y el cielo que rodea nuestra Isla quizás influyan en su vocación aérea. Este "aislamiento", que no permite una carrera veloz hacia cualquier parte, hace nacer en el grancanario un sentimiento especial hacia los senderos etéreos, cruzando sus espacios los volátiles artefactos.

También pudiera ocurrir que ese amor nazca por imperativo, por esa necesidad de salir y la manera más rápida de satisfacerla, hoy, es volar; práctica que nosotros, los isleños, la tenemos como añadida a nuestra manera de actuar.

Este sentimiento especial se ha ido forjando año a año, época a época y desde aquella primera vez que algo voló sobre la ciudad y la gente vio su desplazamiento sostenido, consideró que ahí estaba su esperanza, su futuro, su progreso.

No es extraño, pues, al margen de lo espectacular y novedoso; la alegría, el clamor, el aplauso, que la población ofrecía a cuantos aviadores posaban en nuestras tierras o amerizaban en nuestras aguas.

La ciudad recuerda a los héroes del aire en calles, plazas, museos y placas y también en el lugar de aquellos primeros vuelos que se llevaron a efecto, a través de una réplica del avión de Garnier.

Un avión, con las mismas características, se colocó en el parque de la Aviación de Carrizal, de Ingenio. Una réplica que, constantemente, observa las miles de operaciones que se desarrollan en el Aeropuerto de Gran Canaria-Gando, como queriendo testificar la importancia de nuestra aviación y su espectacular desarrollo que corrobora, día a día, que la aeronáutica es el principal soporte de nuestra economía y bienestar.

Asimismo, el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología expone al numeroso público que lo visita una espléndida réplica a escala del Bleriot XI de Garnier. El aparato fue donado durante la celebración del centenario por la Federación Canaria de Deportes Aéreos y con el beneplácito de su autor Jaime Roura Font. El Museo se obliga a mantenerlo y a exponerlo al público a fin de que se conozca la historia de nuestra aeronáutica.

No puede faltar en este Día, un recuerdo a los que trabajaron en la aeronáutica y a los que, actualmente, lo hacen posible. Especialmente, a los que nos adelantaron en el vuelo final, dejando su impronta en esta tierra. Muchas de esas vidas se perdieron en circunstancias desafortunadas, promovidas por desgraciados accidente. Un recuerdo imperecedero como homenaje a sus almas ya en el cielo.