Hace tan solo unos días que los chicos de Barrios Orquestados acapararon noticias, titulares y portadas. Fue antes, pero sobre todo después de que pusieran el alma sobre las cuerdas de los instrumentos con los que ofrecieron un concierto el pasado lunes en el polideportivo de El Batán a los Reyes de España durante su paso por la Isla. Un viaje breve que les tuvo a ellos de colofón, otorgándoles una vivencia que tardarán en olvidar y que pasará a la historia de un proyecto que como dice su director, José Brito, "se acaba de quitar la chupa" y está todavía en pañales. Y es que tan solo han pasado cinco años desde que esta iniciativa comenzó a rodar con un "futuro incierto" y un objetivo claro: hacer comunidad y educar en valores y escucha a través de la música. Empezaron con apenas 24 pupilos y ahora alcanzan los 542 entre Gran Canaria y Tenerife.
Para entender los orígenes de Barrios Orquestados es necesario remontarse a la infancia de su principal promotor. "Mi padre era compositor y director de coro y creaba estas agrupaciones en las zonas más variopintas que uno se pueda imaginar. Así fue como yo descubrí el efecto sanador que aquello tenía porque esos coros reunían desde el panadero, al que tenía una asesoría, al que trabajaba en los juzgados, a un ama de casa o a una empresaria. Todos provenían de mundos y situaciones distintas, pero cuando cantaban eso desaparecía y eran tan solo uno", rememora Brito. Ese legado que le dejó su progenitor, Francisco Brito Báez, que falleció en 2008, fue el que en gran medida le inspiró a elaborar un proyecto de intervención social con las notas musicales como protagonistas.
Hubo que esperar hasta 2011 para que "se alinearan las voluntades" necesarias para comenzar. "Mi hija, Laura Brito, acaba de volver de estudiar en Berlín con unas inquietudes sociales muy fuertes y aquí también estaba Andrés Betancor, que era alumno de la universidad", explica. Así comenzaron unos primeros meses de investigación para crear una metodología social, transgresora y específica para dar clases grupales de instrumentos. "Teníamos que encontrar la fórmula de llegar a muchos niños y yo siempre tenía en mente el germen del fútbol, su cantera". El siguiente paso era encontrar un lugar donde impartir las clases. "Conocíamos a una chica que trabajaba en un centro de educación privada en Tamaraceite donde nos prestaban las instalaciones, así que decidimos empezar por allí".
Con el barrio elegido, quedaban aún dos cosas importantes: acceder a los niños y conseguir los instrumentos. Lo primero lo hicieron llamando a las puertas de cada colegio de la zona y explicándoles a sus directores el proyecto. "Nos costó ganarnos su confianza, porque realmente no teníamos nada sólido, solo una idea y las ganas de llevarla a cabo, pero teníamos una baza a nuestro favor y es que nosotros no estábamos vendiendo nada". De esta forma lograron entrar aula por aula. "Era todo un reto, porque no íbamos a hablarles de fútbol o boxeo, sino de arte y cuando hablamos de arte no es tan sencillo despertar el interés de los más pequeños. Y a eso le sumábamos que les proponíamos aprender a tocar instrumentos vinculados históricamente a un estatus académico y social". Se refiere al violín, la viola, el contrabajo y el violonchelo, las especialidades que a día de hoy siguen siendo los pilares instrumentales de Barrios Orquestados y que para su sorpresa cautivaron a los escolares.
"Les hablamos de que era una buen oportunidad para aprender algo nuevo, gratis, cerca de casa y encima nosotros les dábamos los instrumentos. Así que se apuntaron más de 80 y solo podíamos coger a 24", recuerda Brito. El problema es que en su intento por conseguir el mayor número de instrumentos mandaron correos masivos a personas del gremio para ver si les donaban o prestaban aquellos que ya no utilizasen y apenas obtuvieron una docena de violines de los que la mitad eran del propio director. Aún así, en abril de 2012 empezaron con las clases que se dividieron en dos grupos: los de 6 a 9 años, de 18.00 a 19.00 horas; y los de 10 años en adelante, de 19.00 a 20.00 horas.
Habían comenzado a rodar, pero no tardaron en darse cuenta que estaban instrumentalmente incompletos. "Nosotros queríamos crear una orquesta donde estuviesen todas las especialidades, de ahí el nombre de Barrios Orquestados. Y tenía que ser un concierto". Así que dos meses después del inicio volvieron a emprender la búsqueda de ayuda. Esta vez llamaron a la puerta de la Fundación Mapfre Guanarteme donde decidieron apostar por ellos mediante la adquisición de tres cellos, dos contrabajos y más de una veintena de violines y violas.
Esto supuso que más niños que estaban en lista de espera pudiesen entrar. "Aquello, que había empezado como un proyecto piloto de seis meses comenzó a coger dimensión". Tanta que el primer concierto llegó ese mismo verano en la iglesia de Tamaraceite y después del resultado la Fundación Mapfre decidió seguir respaldándoles. Un apoyo que también ha ido creciendo durante estos años, permitiendo que la cultura siguiese arraigando en la periferia de la ciudad. Muchas empresas se han sumado a esa colaboración, así como algunos "mecenas" particulares, fundaciones e instituciones. Si bien las riendas de Barrios Orquestados siguen estando en las manos de un equipo interdisciplinar que ahora componen 21 profesionales entre docentes especialistas en música, directores de coro, trabajadores sociales, psicólogos, productor, gestor, y una persona encargada de buscar fondos.
Cinco años
A lo largo de estos cinco años el alumnado también ha aumentado. Actualmente, el proyecto cuenta con 542 beneficiarios activos entre los 351 niños y los 191 familiares que acuden a clases de sensibilización musical. De ellos, 266 pequeños y 124 adultos estudian en barrios de Gran Canaria como Tamaraceite, Cono Sur, Jinámar, Risco de San Nicolás y, desde hace un mes, Cruce de Arinaga.
El resto, lo hace en Tenerife, en Ofra, La Cuesta y Finca España. De cara al próximo año, actualmente se está estudiando la posibilidad de abrir otra célula en Anchieta, La Laguna y en la capital lanzaroteña, Arrecife. De ser así finalmente, los pequeños que se sumen al proyecto participarán de un sistema que pasa por cuatro horas semanales de formación, dos instrumentales y otras dos de estudio. "Los instrumentos se quedan en el lugar de trabajo", por lo que los chicos tienen que ir a las aulas a practicar el repertorio que José Brito ha creado con carácter ascendente, pero atendiendo a un nivel preliminar "de manera que un niño puede entrar en cualquier comento sin que los que llevan más tiempo sientan que están retrasándose o quedándose atrás por ello", cuenta el director.
Y es que desde el principio, Brito, su hija y Betancor tenían claro que querían crear algo "transgresor académicamente para lograr que el barrio se subiese al escenario" y que ese fuese el motivo para saltar a la palestra y no por otras cosas negativas. Esto quedó demostrado que se ha conseguido el pasado lunes cuando el rey Felipe VI y la reina Letizia disfrutaron de un concierto en el polideportivo del Batán.
"Nosotros no llamamos a nadie, fue el presidente del Gobierno de Canarias el que le habló del proyecto a la Casa Real y fueron ellos los que decidieron que querían conocernos durante su visita a la Isla".
El de los Reyes no ha sido el único reconocimiento que han recibido por la labor que desempeñan para despertar el amor por la música de manera gratuita. A lo largo de estos años han recibido el Premio Antonio- Vicente González de Acción Solidaria de la ULPGC (2013), la Distinción de Buenas Prácticas que les otorgó en 2014 el Comité Español de Unicef, el Premio Cuando la música es magia de Radio Gáldar y el Premio Richard Leacock al mejor largometraje en el 15º Festival Internacional de Cine de Las Palmas con el trabajo Cuatro Cuerdas, ambos en 2015.
El año pasado también les entregaron el Reconocimiento del Colegio de Trabajo Social de Las Palmas, así como el Premio al Mejor Proyecto Social de Carácter Pedagógico del Hispanic- College. El pasado viernes, sin ir más lejos, José Brito recogió también en Tenerife una cátedra de innovación social de carácter pedagógico con fines artísticos Barrios Orquestados.
A todo esto, el director también le suma la experiencia que junto con seis profesores más vivieron en Lesbos, Turquía, donde durante diez días trabajaron en un proyecto pedagógico artístico con niños. "Fue muy emocionante", rememora José Brito con la mirada perdida, tal vez en los recuerdos.
"Nunca imaginamos que llegaríamos hasta aquí, porque empezamos sin saber si nuestra idea iba a funcionar", insiste mientras apura el café que hace rato ha dejado de humear. Que han conseguido calar en la sociedad con un proyecto de "altruismo y generosidad" es una realidad. "No buscamos grandes músicos, sino generar una mejor sociedad". Entre otras cosas, porque "el músico tiende a escuchar".