El Ejército de Tierra ha cambiado de criterio y ha decidido prohibir el acceso de los ciudadanos al paraje natural de La Isleta, donde se ubica su Base General Alemán Ramírez. La decisión, comunicada por escrito el pasado mes de abril, ha cogido por sorpresa tanto a las entidades que llevan años organizando excursiones y senderismo por el enclave como al Cabildo de Gran Canaria, el órgano gestor encargado de velar por la conservación de este paisaje protegido. La corporación insular ha reaccionado solicitando a las autoridades militares la reapertura del enclave al acceso restringido de visitantes, alegando "la compatibilidad del uso militar con las demandas de uso educativo-ambiental y recreativo de senderismo de la población insular".

Los argumentos utilizados por los responsables de la base militar para desestimar las solicitudes de visita y cerrar La Isleta son los siguientes: "dicha actividad no es acorde con la prestancia y solemnidad que debe exigirse y esperarse de las Fuerzas Armadas". Tampoco aprecia "su objeto de fomentar la cultura de defensa en el pueblo español", ni distingue "el interés o rentabilidad concreta que, para el Ejército de Tierra en general, tiene dicha actividad". Y señala un cuarto motivo: "no se observa el beneficio que se prevea vaya a tener su ejecución para las unidades alojadas en la base".

Por todo ello, la administración militar concluye que "esta resolución trata de evitar prejuicios innecesarios en la moral del personal participante por la ejecución de tareas de seguridad y control que requiere el acceso y tránsito por las instalaciones militares". Al tiempo que "trata de evitar una carga adicional para el personal involucrado en la seguridad de la base y evitar los perjuicios que pudieran derivarse de su realización".

Son argumentos "nuevos" con los que se trata de regular una actividad que hasta ahora se ha realizado con toda normalidad y que ha sido la principal muestra de la histórica relación cordial que han mantenido las instituciones militar y civil entorno a este enclave. Así al menos lo entiende el Cabildo de Gran Canaria, que ha recordado al Ejército que "desde la declaración de La Isleta como paisaje protegido, y sin perjuicio del uso militar, este territorio encuentra también su sentido en las actividades educativo-ambientales y recreativas de senderismo".

Desde la corporación insular se insiste no solo en la necesidad de reabrir La Isleta a la ciudadanía, sino que se considera que "lo único que va a provocar no hacerlo es una mayor movilización de los habitantes de esta isla y esta ciudad para recuperar ese espacio". De ahí que en su respuesta al Ejército insista en reiteradas ocasiones a la necesidad atender "la demanda de contacto de la población a un territorio icónico y referencial a nivel insular como es La Isleta, por los valores naturales, culturales y paisajísticos que alberga".

Precisamente para conservarlos, se limita el acceso de civiles a grupos de un máximo de 50 personas al día. Sin embargo, en el interior del enclave se celebran anualmente eventos deportivos cada vez más masivos. Estas pruebas, que se vienen organizando desde hace unos cinco años, superan con creces el mínimo legal establecido en la Ley de Espacios Naturales de Canarias y el Plan Especial del Paisaje Protegido de La Isleta. Entre los usos prohibidos, dicho plan recoge, por citar solo una medida de prevención, "los usos y actividades que impliquen un peligro presente o futuro sobre los elementos y valores naturales del área".

Pero no sólo las leyes civiles, el propio Ministerio de Defensa dedica especial atención a la sostenibilidad ambiental de los espacios naturales que ocupa militarmente en todo el territorio español, que no son pocos. Así, incluye en su Directiva de Defensa Nacional la necesidad de "actuar conforme a sistemas de gestión ambiental que garanticen el pleno sometimiento a la legislación vigente y tengan en cuenta la evolución del comportamiento ambiental de las bases, acuartelamiento y establecimientos del Ministerio de Defensa".