El título de su ponencia es ¿En la transformación de la Administración Pública:

La idea es trasmitir a los funcionarios que en esta ola de transformación digital de la Administración Pública que nos viene; ese tsunami, podemos adoptar dos tipos de actitudes. Una pasiva, de resistencia, o implicarnos directamente en esa transformación que nos exige el contexto actual. El título hace referencia a que si no nos implicamos no va a ser posible esa transformación. No es una transformación de una sola administración, sino de todas las administraciones, pero también de la sociedad civil, de las empresas. No podemos enfrentarnos a desafíos complejos dando soluciones solamente desde una administración. Hoy en día todos los bienes públicos se han convertido en globales. Desafíos como la inmigración, los temas de pandemias y salud pública, el cambio climático, por ejemplo, no se pueden resolver desde una sola administración pública, sino que se implican administraciones supranacionales, estatales, regionales, locales, a las empresas, a los ciudadanos. Hay que implicarse porque si no esto no funciona.

Ese es el reto de la digitalización ¿ implicar a todos los agentes sociales?

Sí. Todas los paradigmas de reforma de la Administración han llegado a España tardíamente y, a veces, pálidamente. Nunca han respondido a un plan de modernización estructural que nos afectase a todas las administraciones públicas, siempre hemos ido a remolque de lo que ha ido sucediendo internacionalmente. Hemos sido ciegos ante esos cambios que nos reclamaba la sociedad y muchos de los problemas que tenemos hoy se explican por esta causa. En mi ponencia también daré algunos consejos, un decálogo, para esa modernización.

¿Y cuál es ese decálogo?

Hay tres cuestiones para que un gobierno sea diez. La primera: apertura y transparencia. Hoy no se puede gobernar de otra manera, no se admitiría, y ello va más allá de los conocidos portales de transparencia. Y, en este campo, hay un montón de iniciativas que debe poner en marcha la Administración Pública. Nuestro pack office, nuestro sistema de aplicaciones, debe estar también conectado para que no haya un esfuerzo periódico de ir subiendo información, sino que esté automatizado. Desde las aplicaciones de gestión a los indicadores de transparencia, pasando por la dirección por objetivos, a lo que aún no hemos dado respuesta. Es decir, rendir cuentas con evidencias para que cualquier persona del exterior pueda llegar a las mismas conclusiones. Y, por tanto, recobrar la confianza y credibilidad de los ciudadanos en la Administración Pública. Un segundo asunto sería la participación. Las decisiones de lo que llamamos el intergenial no puede estar solo en manos de las administraciones públicas. Hay mucho conocimiento en el exterior, en las empresas, en los ciudadanos, y hay que conseguir espacios para la deliberación y toma de decisiones para que todos podamos participar y, de este modo, enfrentarnos a desafíos como los que le comenté anteriormente. De este modo, los ciudadanos darán más credibilidad a todas las decisiones que tome la Administración Pública que si las adopta la autoridad correspondiente. El tercer aspecto sería la colaboración. Colaboración para la innovación. Hoy en día los servicios públicos hay que repensarlos también con los agentes que están fuera de la Administración. Ya tenemos muchas herramientas tecnológicas para esa colaboración -redes sociales, wiki, plataformas- y están surgiendo laboratorios para que las empresas, las administraciones, las universidades, rediseñemos esos servicios públicos. Y, por tanto, innovemos.

¿En esa transformación digital de la Administración Pública es fundamental la formación de los empleados?

Sí; no es solo una cuestión de formación sino también de un cambio de actitud. Los propios empleados públicos tenemos que cambiar el chip y asumir que el cambio va a ser algo constante. Por tanto, no podemos tener una actitud pasiva, de resistencia, sino verlo como algo natural, porque va a ver nuevas tecnologías.Hay cosas que ahora pedimos en los procedimientos que no harán falta en un futuro, y me voy a otros de los principios fundamentales de ese decálogo: el principio de una sola vez. Los ciudadanos no pueden presentar más que una vez la documentación que les pedimos, y en cualquier administración pública. Ya tenemos una herramienta - la plataforma de intermediación de datos- donde todas las administraciones públicas suben documentos certificados y cualquiera que lo necesite puede acudir ahí. Pero esa plataforma hay que potenciarla porque ahora mismo tiene un nivel de uso bajo. Hay que mejorar eso, subir más certificados, más datos, para que la Administración Pública pueda hacer uso de ese principio que no es nuevo, sino viejo, que ya estaba en la ley 30/92, pero a lo que no le hemos dado el uso adecuado.

Cada vez hay más trámites administrativos que se pueden hacer digitalmente y, por otro lado, las administraciones han puesto en marcha redes sociales para estar en comunicación con el ciudadano ¿qué ha calado más hondo entre la ciudadanía?

Las dos. Hay que aprovechar todas las tecnologías, esa interacción con el ciudadano que nos ofrecen las redes sociales como twitter, donde avisar de las incidencias que hay en la ciudad. Pero no nos podemos olvidar de esos principios de funcionamiento, que son viejos, y a los que no hemos dado aún respuesta. Por ejemplo, como ciudadano no quiero que la administración me vuelva a pedir el documento que ya presenté. Eso ya no es moderno y cuando lo consigamos estoy seguro de que los ciudadanos pensarán que estamos gestionando con un altísimo grado de sofisticación. Tenemos que conseguir eso y no solo iniciativas de la última herramienta tecnológica para parecer muy modernos y, por otro lado, seguir con procedimientos que no están simplificados, pidiendo documentos que no tenemos que pedir. La Administración también tiene que dar respuesta a todo esto.

¿Está segura esa información que damos?

La seguridad informática es otro de los retos fundamentales. La seguridad cien por cien no la hay en ningún sistema del mundo, pero sí hay unos protocolos y unos sistemas que dan respuesta a los ciberdelitos y a ese activismo político que puede hackear los sistemas. Es un asunto muy importante. Hoy se está poniendo de moda el ramsonware, el secuestro de aplicaciones y sistemas por el que se pide un rescate para liberarte; y eso esta pasando ya en las administraciones españolas. Contamos con el centro criptológico nacional, que depende del CNI, encargado de coordinar la seguridad informática de todas las administraciones y de formar al personal en los sistemas de seguridad.

¿Los ciudadanos están preparados para esta transformación digital plena o la Administración Pública deberá también de hacer una labor formativa en la calle?

Tendrá que hacerlo. Tiene que establecer sistemas de identificación y firmas lo más sencillas posibles para el ciudadano. Se está trabajando ya en ello; hay un sistema que es el cl@ve, pero la tecnología evoluciona con mucha rapidez. Tenemos que hacer un sistema sencillo, accesible e inclusivo porque hay personas mayores, personas con discapacidad, a los que hay que preparar la tramitación electrónica para que esa brecha digital se supere.

¿Toda esta transformación de la que ha estado hablando es a muy corto plazo o viendo como es la administración españo será a largo plazo?

Las administraciones públicas están en ello, lo que ocurre es que las leyes 39 y 40/ 2015 establecieron plazos de cumplimiento sin tener en cuenta cuál era el diagnostico de las distintas administraciones. No podemos, por ejemplo, comparar a la Agencia Tributaria con un ayuntamiento pequeño. Por tanto, el periodo que dieron de un año para algunos cosas era excesivamente corto, y, para otras, han puesto un plazo de dos años que ya le digo de entrada que se va a incumplir. Pero más allá de que esos plazos se incumplan, el determinar una fecha ha supuesto que las administraciones se pongan las pilas para tener una administración digital. Todas las administraciones estamos dedicando tiempo, esfuerzo, y, sobre todo, ese cambio mental del que le hablo. Más necesario que la tecnología, que ya la tenemos. Acostumbrarnos a usarla, a simplificar los documentos que exigimos y a no digitalizar lo que ya existe en papel porque es un error. Estaríamos digitalizando documentos que, a lo mejor, no sirven para nada. Y, antes de eso, lo que hay que hacer es simplificar los trámites. La Administración tiene que ser simple y para ello hay que marcar unas coordenadas. Hay que repensar los procedimientos cada cierto tiempo, los trámites que se solicitan, porque la tecnología nos va a permitir tener muchos documentos.