El Arsenal de Las Palmas fue escenario ayer del desembarco de 2.400 kilos de cocaína y de los siete venezolanos que la transportaban en un viejo pesquero con destino a Europa. El barco fue apresados por la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera el pasado 4 de mayo a unas 1.300 millas de la isla caribeña de Martinica dentro en un operación internacional, en la que han participado la DEA -departamento antidroga de Estados Unidos- y las fuerzas policiales del Reino Unido y Portugal.

La droga iba "muy oculta" en la bodega del barco y fue necesaria una radial para abrir el compartimento, donde también se encontró una pistola y munición, "algo inusual" en este tipo de transporte según indicó el comisario general de la Policía Judicial, Eloy Quirós, una de las autoridades presentes en el desembarco de la mercancía y de los delincuentes del buque de la Agencia Tributaria, Petrel I, junto a la delegada del Gobierno en Canarias, Mercedes Roldós, y María Ortega, jefa especial de Aduanas de la Agencia Tributaria en Canarias, además de un número importante de agentes policiales.

Eloy Quirós explicó que la investigación comenzó en enero, aunque no fue hasta marzo cuando se detectó el barco, de bandera venezolana, y se determinó su detención. El apresamiento fue posible gracias a la colaboración de las fuerzas policiales de Estados Unidos, Gran Bretaña y Portugal, con las que España lleva trabajando desde varios años en una estrategia común, en la que se prestan apoyo, colaboración e intercambian información para poner freno a las mafias de la droga. "Esta estrategia supone en la práctica que estemos liderando la lucha contra el tráfico de drogas a través del Atlántico contra los grandes alijos que vienen en barcos nodrizas como el que han visto", puntualizó Quirós, tras señalar que el operativo había sido dirigido por la Policía Nacional y supervisado por la Audiencia Nacional y la Fiscalía Antidroga.

La operación fue realiza durante la madrugada del pasado 4 de mayo, después de que se recibiese una información sobre el punto donde se iba a efectuar el transbordo de la droga. Hasta allí se dirigió el Petrel I pero los agentes de aduana no avistaron ningún barco. Así lo indicó Ortega, quien añadió que "durante cinco días" se siguió el rastro del pesquero hasta dar con él y esperar que las condiciones meteorológicas del mar fueran las adecuadas para el asalto. La tripulación no opuso ninguna resistencia a los agentes, que tuvieron que restringir la comida en el Petrel I dado que tuvieron que navegar durante diez días a una marcha menor por las malas condiciones del mar hasta llegar ayer al Arsenal.

Quirós aseguró que el alijo aprehendido es uno de los mayores que se han producido en los últimos dos años en España -en 2016 se logró capturar 2.600 kilos de cocaína entre la policía española y marroquí- pese a que las organizaciones criminales han cambiado de estrategia a la hora de transportar la droga desde el punto de origen hacia su destino. "El hecho de que no haya tantos alijos a través de los barcos se debe a que las organizaciones criminales utilizan ahora los contenedores para introducir la droga en Europa y en España", apuntó.

En este sentido, subrayó que la presión policial que se ha ejercido en los puertos españoles, "principalmente en Algeciras y Valencia", ha hecho que los delincuentes estén volviendo a recurrir a la vieja estrategia de los barcos nodrizas, mientras mantienen la ruta de los contenedores, aunque más hacia el norte de Europa; a puertos de Bélgica y Holanda.

Los delincuentes pasaron ayer a Salto del Negro y a disposición judicial, mientras que la droga será quemada en los próximos días.