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Cuatro bomberos valientes de La Naval

El Ayuntamiento homenajea a los fallecidos en una explosión durante un incendio el 22 de mayo de 1986

José Llamas Benítez no despega la vista del suelo. Aún desde lejos se aprecia una lágrima que viaja por su curtida mejilla hasta estrellarse en las baldosas. Se nota que ha trabajado, y mucho, en sus 83 años de vida. Junto a él, su esposa Francisca Mateo Perera, de 82, elegante y sencilla, le sujeta del brazo con una expresión triste y emocionada. "Esto no se pasa nunca, mi niña", confiesa ella. Hace 31 años, su hijo Juan José Llamas Mateo ("Juanjo"), junto a sus compañeros José Manuel Pérez Hernández, José Juan Medina Rodríguez y el cabo Enrique González Crespo, fallecieron por la explosión de una bombona de acetileno en el incendio de un local de la calle La Naval. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria dedicó ayer un homenaje a estos cuatro hombres valientes en la Plaza de los Bomberos de La Isleta, que recuerda su sacrificio y entrega por un servicio que, en aquellos años, estaba plagado de carencias.

El nuevo jefe de Bomberos, José Antonio Nóbrega, que sustituye a Tomás Duque, recientemente apartado del cargo, quiso hacer hincapié en la formación y los recursos con los que cuenta el cuerpo, compuesto en estos momentos por 140 efectivos. "Yo estaba allí aquel día", recordó ante sus compañeros, los familiares de los desaparecidos y las autoridades municipales. El responsable del servicio señaló que en 1986 contaban con muy poca formación y medios materiales. "El servicio dependía de la entrega de los profesionales", agregó. Él mismo sufrió heridas por la explosión y no pudo evitar que se le quebrara la voz al recordar a los cuatro compañeros fallecidos. En su nueva función quiere implantar sus "ideas". Aunque han mejorado mucho las condiciones, asegura que "aún queda mucho por hacer", no sólo en la "formación", en la que insiste, sino en la mejora de infraestructuras como el cuartel de Miller Bajo, que tiene ya 40 años y requiere de una remodelación y actualización.

Para ello, Nóbrega, que ha pospuesto su jubilación por su sorpresivo nombramiento, lanzó un guante a los representantes políticos para que doten al cuerpo de Bomberos del apoyo financiero necesario para cumplir con su deber en las mejores condiciones laborales y de seguridad. Antes de que eso suceda, también se ha propuesto "reorganizar" el servicio, para intentar ser más eficientes, "si cabe", en la ejecución de su tarea.

El alcalde capitalino, Augusto Hidalgo, que presidió el acto y estuvo acompañado por otros miembros de la Corporación, tanto del grupo de Gobierno como de la oposición, reconoció la enorme valía de los cuatro fallecidos. "Volvemos a recordar este hecho doloroso y a honrar a esos cuatro bomberos que perdieron su vida, en plena juventud, cumpliendo con el deber de socorrer a quienes los demandaban en una situación de emergencia".

"Nuestro reconocimiento y recuerdo más entrañable se lo dedicamos a quienes, con tanto valor, demostraron que los bomberos están siempre dispuestos a ofrecer su ayuda y a socorrer al prójimo ante cualquier peligro y con enorme responsabilidad. Innumerables han sido las intervenciones de los bomberos desde entonces, ejerciendo de manera callada una labor eficaz, valiosa y siempre arriesgada con la finalidad de asegurar la vida de sus convecinos", detalló el socialista, que hizo un recorrido por la evolución del servicio en la ciudad. "En el año del accidente solo contábamos con el cuartel de Miller, más tarde y con un acuerdo entre la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento, se incorporó el del Puerto, que requería de sus propios recursos y especialización. El siguiente paso ya fue el de la Vega de San José", enumeró el regidor, que adelantó que se ha duplicado el número de efectivos en estas tres décadas.

Aún así, está convencido de que "el mejor homenaje a los fallecidos es seguir apostando por mejorar el servicio", agregó. "Seguiremos apostando por mejoras en las condiciones de trabajo de los actuales y futuros bomberos, que les capaciten para afrontar con éxito todos los retos que la moderna ciudad de Las Palmas de Gran Canaria emprenda a medio y largo plazo. Es este un propósito que ya estamos estudiando desde el Gobierno municipal, y más teniendo en cuenta que el servicio de bomberos ha cumplido 150 años dedicado a la seguridad de nuestra ciudad".

Mientras las autoridades disertaban sobre el pasado y el futuro del servicio, los familiares de los cuatro bomberos malogrados pasaban del dolor al aplauso, sobre todo cuando se depositó una corona de flores en la base del monolito que reconoce la "humanitaria labor" de todos y cada uno de los agentes que se dedican a la extinción de incendios.

"Me enteré por la radio... Dijeron todos los nombres y el de Juanjo el último. Mi suegra se desmayó y yo no me lo quería creer", rememora Francisca, a la que le queda Francisco Javier, gemelo del bombero que encontró la muerte aquel 22 de mayo. "No queda otra opción que seguir adelante, pero es algo que no se puede superar", asegura José, el padre. Ellos han vivido con esa pena unidos, llevan "hablando" desde los 12 años. "Yo iba a verla desde Tafira a Marzagán y cuando se me escapaba el coche, regresaba caminando", recuerda él con una sonrisa. Ambos han trabajado "como obreros que somos" la tierra, José estuvo en la construcción y en el taxi, pero no pasa un día sin que se acuerden de Juanjo. "Desde chico quería ser bombero, le encantaba su trabajo".

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