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José Bouzón vende el Rías Bajas tras 26 años entre sus fogones

El chef y empresario gallego se jubila y cifra en 1,7 millones de euros el precio para quien quiera hacerse con el prestigioso restaurante

José Bouzón vende el Rías Bajas tras 26 años entre sus fogones

"Quiero vivir la vida". Así de claro lo tiene José Bouzón. Este gallego de Pontevedra con retranca canaria, que cuenta 68 primaveras, aunque aparenta "como un niño de 85", quiere desprenderse del restaurante Rías Bajas, en la capital grancanaria, tras 26 años cocinando los mejores platos de marisco. Aunque ya está jubilado, sigue acudiendo a su negocio "casi más que antes" y cree que ya es el momento de colgar el mandil y encontrar tiempo para "viajar".

El cocinero y empresario ha puesto un anuncio en la inmobiliaria Century 21 que reza: "Se vende restaurante marisquería de renombre por próxima jubilación del propietario" y establece un precio de 1,7 millones de euros. Ocurre que Bouzón no sólo es el propietario del negocio, sino del local, sito en la calle Simón Bolívar. "He invertido mucho más de lo que pido en dejar el negocio como uno de los mejores de la ciudad", explica. Con un espacio de 475 metros cuadrados en el interior y más de 75 metros cuadrados de terraza, la marisquería tiene capacidad para 187 comensales.

Bouzón lleva en la cocina desde muy temprana edad. "Quemado por los fogones", bromea, siempre poniendo el condimento del humor a sus respuestas. Fue copropietario y socio fundador del Rías Bajas del sur de la Isla, pero decidió mudarse a Las Palmas de Gran Canaria, ya en solitario. El 1 de octubre de 1991 inauguró el restaurante que le ha dado un gran prestigio por su buen hacer y porque son muchos los personajes famosos que han probado sus platos gallegos y tradicionales. A la pregunta de cuál es el personaje conocido que más le ha impresionado por su trato, él elige al más inesperado. "No le puedo decir, porque cada uno tiene lo suyo, pero yo diría que el muchacho que fue al espacio, el astronauta Pedro Duque".

Aunque Bouzón tiene cinco hijos, de los que algunos se dedican a la restauración, él señala que parece que ninguno quiere quedarse con el negocio. "Es una vida muy sacrificada", apostilla, al tiempo que deja claro que "el negocio siempre ha dado beneficios".

El empresario tuvo un bache de salud que le mantuvo alejado del restaurante por tres años, ahora, muy recuperado, quiere viajar y disfrutar de su tiempo. Es conocido por el trato personal con el que agasaja a sus clientes, pero ahora asegura que no va a echar de menos la frenética actividad del restaurante, que lo mismo le tiene atrapado unas horas que todo el día. "Nunca se sabe, esto es así".

Asegura que si el nuevo propietario lo requiere estará seis meses ayudando a la transición, eso si se mantiene el tipo de restaurante. ¿Y si es de comida rápida? "A mí no me importa, lo que decida el comprador bien estará", concluye.

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