Un fuerte despliegue policial en la calle Eduardo Benot, cerca de la Torre Woermann y del mercado del Puerto, en Las Palmas de Gran Canaria, llamó la atención desde primera hora de este jueves debido al desalojo de la antigua nave de Fyffes, que estaba ocupada ilegalmente. Alrededor de una decena de okupas abandonaron el edificio sin oponer resistencia.

La presencia de tres furgones de la Policía Nacional, con varios agentes apostados en las puertas del inmueble, sorprendieron a vecinos, conductores y transeúntes que se encontraban por la zona.

El cuerpo de seguridad acudió como auxilio, por si era necesaria su actuación, para cumplir una diligencia de la Delegación de Economía y Hacienda en las Islas, dependiente del Ministerio que dirige Cristóbal Montoro. El inmueble pertenece al Estado, ya que los edificios que pertenecieron al Puerto y se desligan de la actividad portuaria, como es el caso, han pasado directamente a Hacienda.

Tras ser requeridos por los agentes, los okupas que estaban viviendo en el interior de manera ilegal recogieron sus enseres y salieron voluntariamente de las instalaciones. Además, también acudió al lugar un camión de bomberos. Tantos ellos como los efectivos policiales examinaron la nave de forma exhaustiva, ya que tiene muchos recovecos y sótanos y estaba todo oscuro. Al término de la operación, se procedió al precinto y tapiado de las puertas más accesibles, según informaron fuentes oficiales.

La antigua nave de Fyffes, que era un almacén de plátanos y lleva abandonada 30 años. En los años cuarenta se convirtió en la sede de la consgnataria Camilo Martinón, que se hizo con el edificio a través de una concesión.

Más tarde fue dedicado a taller de reparaciones navales, a almacén de bebidas y a oficinas. El negocio de Martinón echó el cierre en 1984 y fue a parar a la consignataria de José María Ortiz, hasta 1987, año de su cierre.

El Ayuntamiento lleva mucho tiempo esperando que el Estado le ceda el espacio y ha ideado distintos usos posibles. En la época de Jerónimo Saavedra se habló de convertirlo en un centro sociocultural. Luego, Juan José Cardona quería que formara parte de un eje con el edificio Miller dedicado por completo al Carnaval, tanto como museo como para actividades.