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Olimpiadas del Claret Ceremonia de apertura

El Claret homenajea a Londres

Los alumnos del Colegio Claret realizaron un reconocimiento a Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín, en la apertura de sus olimpiadas

Los alumnos del Colegio Claret de Las Palmas de Gran Canaria quisieron convertir sus olimpiadas en un sentido homenaje a Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín español, que murió en los últimos atentados de Londres, mientras intentaba defender a una mujer de un terrorista.

Tras la lectura del pregón, un joven de Secundaria cruzó el estadio en monopatín y lo dejó junto a los aros olímpicos, mientras el público pudo escuchar la mítica canción We are the world. De esta forma, el colegio hermanaba a una persona ejemplar, como fue Echeverría, con los valores que quieren transmitir con esta competición. El Claret comenzó sus 42º Olimpiadas con el lema Un mundo mejor es posible, exaltar la paz, la solidaridad y el cuidado del medio ambiente.

La ceremonia de apertura comenzó reconociendo la excelencia de los alumnos Pablo Morales y Sergio Díaz. Poco antes, un estudiante de primero de primaria, Óscar Morales, leyó el juramento, cargado de nervios ante la fija mirada del público. Lo acompañaba Jorge Morales, quien pronunció el discurso en inglés. Los niños recordaron la necesidad de mostrar ciertos valores, "unidad y respeto en el deporte, saber perder con deportividad".

El pregón corrió a cargo de Carlos Díaz Muñiz, director en los comienzos del colegio, entre 1960 y 1967. En su discurso recordó la fábula de Esopo de la tortuga y la liebre. "En un prueba como esta, de 100 metros lisos, un ser pequeño, una tortuga, pudo superar a la liebre", relataba el exdirector. "Poniendo lo mejor de cada uno, pasito a pasito, porque sois todo corazón", aclaró Díaz, haciendo la comparación los escolares y la paciente tortuga.

El exdirector agradeció la asistencia de los profesores que vinieron desde la Universidad de Tesalónica, en Grecia. Pronunció unas escuetas palabras. "Es lo único que sé decir en griego", reconocía. Con la frase "otro mundo es posible", finalizó su breve discurso dando paso a las actuaciones que había preparado el alumnado.

Decenas de alumnos desfilaron por el estadio del colegio con representaciones que hicieron las delicias de padres y madres. "Vivimos en un caos mundial, pero nos gusta bailar, así que montaremos un caos musical", gritaron los chicos mayores cuando comenzaron una gran coreografía, perfectamente sincronizados. Los grandes éxitos mundiales de las décadas de 1970 y 1980 se sucedieron, mientras ellos bailaban de negro.

El "caos musical" duró poco tiempo, los chicos cambiaron la gran exhibición por un popurrí sacado desde los mundos mágicos de Disney y demás dibujos animados. Incluso, la misma Mary Poppins llegó en un coche antiguo, arropada por toda su corte de niños al puro estilo británico cantando el Supercalifragilisticoespialidoso. Londres estuvo muy presente en la apertura de los juegos durante toda la tarde.

Volando desde los grandes postes de luz del estadio, Peter Pan se lanzó al público sujeto a una tirolina. Una vez en el suelo, el pequeño se vio rodeado de una horda de niños perdidos, rememorando momentos de la película de Disney. La canción Aquella estrella de allá de Gisela comenzó a escucharse y la mismísima campanilla salió para otorgar sus polvos mágicos a todos los niños.

Sin salir de Londres, o tras volver a la ciudad, como lo quieran ver, el inglés Willy Fog y todos sus amigos relataron sus peripecias por los cinco continentes, después de dar la vuelta al mundo en 80 días. Primero, Asia se levantó para bailar una canción pop de lo más peculiar. Luego, tocaría dar el salto a las islas del Oceanía, donde los niños bailaron una danza polinesia. El colorido de las flores y la arena del Pacífico dieron paso a la samba y los ritmos de Brasil, a su paso por América.

Finalmente, tocaba volver a casa, a Europa, sin antes olvidarse de pasar por la tierra de un pequeño ratonsito, Andalucía. Los niños bailaron flamenco al ritmo de Manolo Escobar y su ¡Qué viva España!, el roedor daría la nota final con un fuerte y sonoro "olé".

Entre los valores que los claretianos quieren inculcar a los niños destaca el cuidado al medio ambiente y el mundo que les rodea. La pareja de jóvenes que, sentados en un banco, daban paso a todas las actuaciones, recordaron aquellos tiempos en los que en el colegio les hablaban del ecologismo.

Llegados desde lo más oscuro de la jungla, comenzaron a salir leones, elefantes, gorilas, monos y hasta un llamativo papagayo. Los personajes de la historia de El Libro de la Selva se apoderaron del escenario y de todos los niños que salieron a desfilar convertidos en animales salvajes.

El repaso a los clásicos de Disney no había terminado. Tocaba el turno de Aladdin. Aunque esta no era mágica, sobre una alfombra llegó un niño disfrazado del joven árabe al ritmo de la canción Un mundo ideal. Tras la entrada colosal en el campo, los niños comenzaron a deslumbrar al público como no lo habían hecho hasta ese momento. Saltando, con volteretas y demás acrobacias, los pequeños asombraron a todos. Algún que otro alumno sufrió un traspiés. Pero todos supieron levantarse y seguir. Entre los asistentes se sucedieron las muestras de asombro por el espectáculo.

Los mayores, vestidos con bolsas de basura salieron al campo portando las pancartas con los males que acechan la sociedad: contaminación, guerra, estrés y sedentarismo. Después, gritando todos al unísono "un mundo mejor es posible", se quitaron los disfraces, dando paso a unos coloridos trajes. Las pancartas negativas se convirtieron en positivas: reciclaje, vida sana, calma y paz.

El colofón final llegó con unos coloridos fuegos artificiales. Quedaban inauguradas las olimpiadas del Colegio Claret de Las Palmas de Gran Canaria un año más. Una tradición que se remonta varias décadas en el tiempo. Una competición en la que los alumnos siempre intentan dar lo mejor de sí mismos.

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