A Domingo Espino Rodríguez todavía le duraba esta mañana el susto por lo ocurrido justo debajo de su casa ayer. No había pasado muy bien el mediodía cuando las voces que oyó desde la calle le alertaron del fuego que acababa de iniciarse en la vivienda de su vecino Roberto. No se lo pensó. Desalojó a su familia y enseguida se dispuso a apagar el incendio desde la ventana por la que lanzó numerosas garrafas de agua que, finalmente, extinguieron las llamas antes de que llegaran los bomberos a Las Chumberas, donde ocurrieron los hechos que finalmente se saldaron con el traslado del propietario del piso al Hospital Negrín con quemaduras de carácter grave.

La preocupación por Roberto se palpa en la calle Letrado Ramírez y Doreste. Varios residentes preguntan por él a Espino Rodríguez quien responde lo poco que le han contado los familiares: "Está estable, pero se lo llevan a Sevilla a la Unidad de Quemados". La noticia no le ha extrañado ya que según recuerda, cuando vio al hombre de 65 años, las llamas le habían afectado "desde el cuello hasta los pies".

Sobre el origen del accidente que tuvo lugar en la planta baja del inmueble de cuatro pisos, los vecinos tienen sus dudas. "Por lo visto estaba cocinando con una bombona pequeñita cuando hizo algún movimiento que le prendió fuego. Su hija estaba tendiendo detrás y él enseguida salió a la puerta para pedir ayuda porque se estaba quemando", relata Domingo Espino. Y el vecindario no tardó responder. Uno de los que acudió a socorrer a Roberto fue José Fuentes, quien le ayudó a quitarse la camisa abrasada. "Lo hice instintivamente", asegura delante del portal número 4 donde se produjeron los hechos que está tan solo a tres edificios de donde él vive.

Al mismo tiempo, otros residentes de la zona se afanaban en la extinción del fuego que se había centrado en el salón de la casa, según podían ver desde la pequeña ventana que da para la calle. "Las llamas hicieron que se cayera el techo y que se estallaran los azulejos de la pared", recuerda Espino junto al habitáculo por el que se pusieron a tirar agua con diligencia. "Yo iba corriendo desde los portales de al lado con garrafas de agua que tirábamos por la ventana", explica Espino, quien además fue el encargado de poner punto y final al incendio. "El sofá era lo que más se estaba quemando así que le lancé una de las garrafas y cuando reventó por el calor, se apagó y la gente su puso a aplaudirme", cuenta con cierto orgullo. Y es que él pasó miedo.

"Yo soy albañil y puedo decirte que estos edificios no tienen columna alguna y mi temor era que el fuego llegase a la bombona grande y esta explotase porque entonces se habría venido el edificio abajo", asevera. Por suerte, la rapidez con la que actuaron evitó que algo así sucediese, hasta tal punto que el fuego que había comenzado en la cocina estaba apagado para cuando llegaron los bomberos. El gesto también le salvó la vida a las mascotas que habían quedado dentro de la vivienda, un perro y un gato que sacaron posteriormente por la misma ventana.

En la casa también conviven el herido y su pareja "con alguno de sus hijos y una nieta", si bien en el momento del suceso estos no se encontraban en allí. Roberto fue el único afectado por las llamas, siendo trasladado con graves quemaduras en una ambulancia al Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín desde donde los vecinos comentan que será llevado a la Unidad de Quemados del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.