Se cumplen mañana, 24 de junio, 539 años de la fundación del Real de Las Tres Palmas, en la actualidad la Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas de Gran Canaria, fundación a la que se conoce también como de los Tres Juanes, por el protagonismo que tuvieron en aquella gesta fundacional el capitán Juan Rejón, el Obispo Juan de Frías y el Deán Juan Bermúdez. Tres Juanes a los que podemos unir un cuarto, San Juan el Bautista, por el hecho efemerídico de la festividad litúrgica de aquel 24 de junio de 1478.

La fundación de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria coincidió con el inicio de la conquista de Gran Canaria por Juan Rejón, capitán de la Corona de Castilla. El asentamiento y fundación del Real de Las Tres Palmas fue en la desembocadura del Barranco Guiniguada, que, en descripción de Pedro Gómez Escudero, "era un hermoso valle de gran cantidad de palmeras, dragos, higueras u sauces, y el agua que corría hacia el mar por un arroyo llamado Guiniguada". En este punto se levantó un recinto fortificado en cuyo interior se edificó una pequeña iglesia dedicada a Santa Ana, probablemente sobre la casa aborigen en la que se ofició la primera misa de campaña, y que, supuestamente, debió estar ubicada en zona muy próxima a donde hoy se halla la ermita de San Antonio Abad.

Juan Rejón, de origen leonés -sus restos fueron enterrados en la localidad gomera de Hermigua- fue un hidalgo castellano que participó en la conquista de Gran Canaria y está considerado como el fundador de nuestra ciudad, Las Palmas de Gran Canaria. A la arribada, Juan Rejón envió exploradores a que echaran un vistazo y se encontraron con una anciana isleña que los orientó e indicó cuál era el mejor lugar para asentar el campamento y donde Rejón mandó construir el Real de la conquista en un palmeral situado en la margen derecha del Barranco Guiniguada. Según el historiador Abreu y Galindo aquella anciana -que desapareció nada más mostrarles el lugar adecuado para la acampada- fue Santa Ana, a la que Juan Rejón profesaba gran devoción y por esta razón construyó la ermita bajo la advocación de la madre de la Virgen María y abuela de Jesucristo. Conviene señalar que Fray Juan de Abréu y Galindo es el seudónimo de un apócrifo religioso franciscano, de origen andaluz, que se presentó como autor de la Historia de la conquista de las siete islas de Canaria obra que fechó en 1632 cuando en realidad se trataba de una edición de la Historia de las Islas Canarias que había dejado inacabada su verdadero autor Gonzalo Argote de Molina, a su muerte ocurrida en 1596. Según afirma el investigador José Antonio Cebrián Latasa "en los registros canarios de franciscanos de finales del S. XVI y principios del XVII no existe ningún fraile con el nombre de Fray Juan de Abreu y Galindo".

Desembarco

La muy Noble y muy Leal del Real Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria surgió el 24 de junio de 1478 como primera ciudad española de ultramar y, por tanto, del Occidente tras el arribo de tres navíos al frente de los cuales venía el capitán "Juan Rejón con su tropa. Un grupo de españoles integrado por el Deán Bermúdez, seiscientos soldados de infantería y treinta de caballería, reclutados en Sevilla, Jerez, Cádiz y el condado de Niebla, que habían salido del Puerto de Santa María el 23 de mayo y recalaban un mes después en el entonces llamado Puerto de las Isletas. El paraje desértico y despoblado con algunas palmeras, fue lugar donde, como primera acción, se ofició el sacrificio eucarístico, presidiendo la misa el Deán Bermúdez, en la que participaron todos los expedicionarios y en los que sólo había una intención: recibir el favor de la Providencia para cumplir fielmente la misión que les había traído a esta isla del Atlántico por mandato de los Reyes de España. Era signo y símbolo, semilla y cimiento, de un factor determinante que, en el correr de los siglos, uniría para siempre a españoles y canarios en un sentimiento común de españolidad. La unión de la catolicidad, a través de la cristianización, sentimiento y vida que sería constante en toda la hispanización trascendental, a raíz de la posterior conquista del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, que utilizaría también a Canarias como nexo de todas las tierras españolas. Historias llenas de hechos y leyendas, sucederían en el desarrollo de aquel núcleo surgido a orillas del Guiniguada, hasta convertirse en la actualidad en una gran ciudad, pujante, vigorosa y con un porvenir esplendoroso si los hombres y mujeres que hoy la habitamos mantenemos la fuerza, vigor y patriotismo legado de nuestros antepasados. En Las Palmas se gestó la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla, tras una serie de episodios que culminaron el 29 de abril de 1483. Desde la ciudad e isla se reafirmaría la españolidad a través del rechazo, con sangre y fuego, de intentos invasores de piratas extranjeros. Desde la Península vendrían compatriotas vascos, gallegos, asturianos, andaluces, extremeños..., que aportarían sus conocimientos y mezclarían sus sangres con la población indígena para desembocar hoy en una raza típicamente hispana. Hombres y nombres, realizaciones y proyectos, llenan la historia de 539 años de nuestra ciudad, que tuvo uno de los mayores impulsos con la construcción del Puerto de La Luz, obra del gran patricio insular el teldense don Fernando León y Castillo, ministro de Ultramar, contrapunteada años más tarde con el aeropuerto internacional y transoceánico, antesalas que propiciarían, en conjugación con la benignidad climática y hermosura y placidez de sus playas; el boom turístico que la patentiza hoy como una de las ciudades más cosmopolitas de España.

Esta efeméride del 539 aniversario de la fundación de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria supone la ratificación de 539 años de pertenencia a España, refrendados por la unidad de cultura, lengua y costumbres, en trayectoria que se inició en la Península Ibérica y que desde Canarias se proyectó a toda Hispanoamérica. Nuestro sentimiento de patriotismo regional no empaña para nada esta herencia de 539 años que mañana refrendamos en Las Palmas de Gran Canaria utilizando como nuestras las palabras del ilustre paisano y grancanario universal Don Benito Pérez Galdós: "En nosotros vive y vivirá siempre el alma española, y hoy más que nunca es necesario que así se diga, como remedio reconfortante del pesimismo y las tristezas enfermizas". Nunca mejor ocasión para repetirlas que este 24 de junio, conmemoración fundacional de la primera ciudad española de ultramar: Las Palmas de Gran Canaria.