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Fiestas Fundacionales Hijo predilecto a título póstumo

El padre del Banco español de Algas

El científico impulsor de la Algología, Guillermo García-Blairsy Reina, fallecido en 2012, recibe los honores de la ciudad en la noche de San Juan

Guillermo García-Blairsy Reina. LA PROVINCIA/DLP

De todas las plagas que todos los profetas han anunciado desde los más remotos tiempos, de todas las predicciones de cataclismos, pestes y fines del mundo que se han venido augurando en todo cambio de siglo o de milenio, de todas las profecías y tenebrosos augurios que se han planteado en la historia de la humanidad, la incertidumbre que se avecina en este cambio de milenio es la más emocionante, certera y espectacular: ¿sobrevivirá el hombre a sí mismo?, o planteando en términos deportivos, ¿quién ganará la carrera?, ¿el desarrollo científico-tecnológico o el meteórico crecimiento de la población-contaminación humana? No se trata de un soliloquio de ciencia ficción, sino de una realidad más que inmediata teniendo en cuenta los efectos que el cambio climático esta teniendo sobre nuestras vidas pese a que dichas palabras fueran pronunciadas hace casi dos décadas por el científico y padre del Banco español de Algas, Guillermo García-Blairsy Reina, fallecido en 2012 a la temprana edad de 54 años. Su nombre se añade hoy a la lista de Hijos predilectos de la ciudad en una ceremonia que se celebrará esta noche en el Auditorio Alfredo Kraus.

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La pugna es emocionante ya que estando tan cercana la meta el desenlace sigue siendo muy inciert o, decía el catedrático de Biología Vegetal de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el inicio de la lección inaugural en el curso 1998-99 del centro asociado de Las Palmas de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned) a donde corresponde el primer párrafo de este artículo. Un discurso, que bajo el título Agronomía Marina ¿realidad, utopía o necesidad?, explicaba de modo sencillo el papel que tendrán las algas marinas no solo en la alimentación humana, sino en la regeneración del planeta, igual que lo tuvieron las microalgas "hace 3.600 millones de años en el planeta Tierra al inyectar el oxigeno que hoy sostiene la vida que conocemos".

Guillermo García-Blairsy Reina no iba tan desencaminado sobre sus proyecciones sobre la importancia del mundo marino en la vida en la tierra. El Banco español de Algas (BEA) -situado en Taliarte y que lleva en su honor su nombre, tiene ya una colección de 1.700 cepas de este microorganismo con las que los científicos estudian sus aplicaciones en la vida cotidiana y en lograr un planeta más sostenible.

Prueba de ello son los proyectos en los que actualmente trabaja la institución científica, asociado a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria pero que cuenta con el apoyo del Gobierno español y del Ejecutivo canario y de otras entidades, como es la reutilización de purinas de cerdo y de aguas residuales para cultivar algas y lograr una biomasa a coste cero sin usar agua dulce ni productos químicos; o el de generar pigmentos de color para la industria textil sin generar residuos tóxicos; o el de producir alimentos y productos cosméticos; por citar algunos de los estudios que bajo financiación europea, nacional y de empresas privadas podrían dar un vuelco importante a nuestras vidas.

La hoy directora científica y Curator de la Colección (BEA), Antera Martel Quintana, que trabajó durante 25 años con Guillermo García-Blairsy cuando la Facultad de Ciencias del Mar daba sus primeros pasos, resaltaba ayer la personalidad del científico que, como un hombre del Renacimiento, era capaz de mirar hacia el futuro cuando trabajaba pese a las críticas. "Era capaz de salir de lo cotidiano, leer los síntomas de las cosas y viajar a conocer otras realidades y estudiarlas". Y cuenta que cuando empezaron en la universidad a investigar sobre las microalgas, "él ya estaba con las macroalgas y apostaba porque esto era el futuro, aunque nadie daba nada por ello".

Esa capacidad visionaria y el espíritu luchador por dar a conocer la importancia de la biotecnología azul para la vida por encima de los peros de la calle y de los obstáculos políticos, eran algunas de las señas de identidad del que fue director del BEA, que según Martel "resurgía como el ave fenix" ante las dificultades.

Quizás ese ímpetu aventurero le vino desde que nació. Del personaje de Guillermo de Richman Crompton, conocido como Guillermo Brown e ideado por la escritora inglesa Richmal Crompton Lamburn a principios del siglo XX, y que su padre Cristóbal García- Blairsy cogió para bautizarle porque no les gustaba el suyo propio para legar a su vástago. La anécdota la cuenta el propio padre en la biografía Un científico visionario que él mismo escribió para dar a conocer aspectos de la vida familiar de su hijo, pero también de su trabajo en la docencia y como científico, tras perder la batalla contra el cáncer.

O quizás de la constancia y sacrificio que supone el deporte de la natación, con el que llegó a conseguir hasta una beca en la Academia Blume a finales de los 70. Sea como fuere, aquel joven decidió terminar sus estudios en Ciencias Biológicas y decantarse por el estudio de lo que nos ofrece el mundo marino para orgullo de la investigación española ya que no solo puso empeño en crear el BEA, sino en que hubiera escuela al idear un centro en el que la formación fuera también un plus.

Su padre Cristóbal García-Blairsy se mostraba esta semana orgulloso de que su obra fuera una realidad con el BEA y de que hubiera una placa con su nombre en la puerta pese a que el cáncer se lo hubiera llevado. "Fue el padre y la madre de la institución", decía, mientras resaltaba que la institución, la tercera en el mundo, estuviera aquí, en Salinetas. "Estamos muy contentos, y agradecemos este recuerdo en nombre de mi hijo y de los dos suyos [tiene dos] por este reconocimiento porque los méritos los tiene sobrados".

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