Los voladores llenaron un año más de luz y color el cielo de Las Palmas de Gran Canaria en la noche de San Juan. Miles de personas se reunieron en la playa de Las Canteras para disfrutar de una noche mágica. Familias enteras se reunieron entorno a una mesa con comida y bebida, huyendo muchos de ellos del calor sofocante de sus casas, después de una jornada en la que se superaron los 38º en numerosos puntos de Gran Canaria.

Desde bien temprano fueron muchos los que empezaron a calentar motores en la playa capitalina. El calor y la calima no eran excusa. Pasadas las seis de la tarde se empezaron a desplegar sombrillas, manteles, mesas y sillas.

Los padres de Juan Luis Pérez se casaron hace cincuenta años en Venezuela, un sábado, día de San Juan. Décadas después no se habrían podido imaginar que su hijo y su familia les prepararían una fiesta sorpresa en la playa de Las Canteras. Teófilo Pérez Casaña, el padre, nació en la isla de El Hierro. María Teresa Ramos Villanueva, la madre, hizo lo propio en la localidad grancanaria de Teror. Ambos y sus familias emigraron a Venezuela en busca de una vida mejor, y allí fue donde sus caminos se cruzaron. "La familia de mi padre hacía cachapas y empanadas y las repartía por los restaurantes; en cambio la familia de mi madre tenía un restaurante llamado Los Canarios, fue allí donde ambos pudieron conocerse", relataba el entusiasmado hijo.

Hace ocho años que la pareja volvió a su tierra natal, alternando su vida entre la isla del Meridiano y la capital grancanaria. Su hijo, su sobrina, Mayari Catalina, y otros familiares, decidieron entonces hacerles una fiesta sorpresa muy emotiva. Todo estaba preparado al detalle. Regalos, tortilla, serpentinas, solo faltaba la tarta, que vendría poco después con otro allegado. Incluso contaban con una bengala preparada.

A eso de las ocho de la tarde llegó la pareja para celebrar sus bodas de oro en la playa, algo que, seguramente, no se lo esperaban a primera hora. Toda la familia pudo disfrutar brindando y comiendo en buena compañía.

La noche de San Juan es un momento magnífico para los reencuentros familiares. Pilar Rufino vive en Cádiz hace años junto a su marido, Tomás Montesinos, pero ha venido a visitar a su hermana Bella y disfrutar acompañada de su familia. "Allí en San Fernando quemamos a Juan y Juana, muy bonito, pero esto está muy bien", comenta Pilar. Su sobrino, Francisco Javier Santana, trajo desde Jinámar a toda la tropa. "Preferimos pasar San Juan aquí porque en Melenara suele hacer mucho viento y la playa es más pequeña", comentaba Santana. Al fin y al cabo, la familia de su mujer es isletera, y el barrio tira mucho.

Hasta 12 miembros de la familia se reunirán en la arena, comiendo sandwiches de atún y millo, mixto y un poquito de queque. Su intención era volver a casa acabados los fuegos. "Mañana [por hoy] vamos a Puerto Rico temprano, si te parece vienen de vacaciones y nos quedamos todo el día en casa, hay que salir por ahí y hacer cosas", aclaraba el sobrino de los canario gaditanos.

Un poco más allá la familia de Ramón Martín y Elena Robaina acababa de empezar a desplegar su chiringuito. Más de 20 años lleva acudiendo toda la familia a la playa, sin faltar a su cita. Cargados de bolsas con perritos calientes, hamburguesas y bocadillos de pechuga, la mesa comenzó a llenarse. "La botella de Jack Daniel's que no falte", destacaba la nuera, Raquel Camacho. "Somos una familia que comemos mucho", destacaba Rosa Martín, mientras empezaba a repartir los panes entre sus hijos y sobrinos.

A lo largo de la tarde los grupos musicales empezaban ya a calentar motores sobre el escenario. En esta edición actuaron Viltown, Neo Pinto y Mondo Diávolo. El Ayuntamiento capitalino decidió desplegar el escenario sobre la arena de la playa, causando controversia desde primera hora.

El grupo municipal del Partido Popular expresó durante el día de ayer su malestar por situar el escenario de los conciertos en plena arena de la playa capitalina. "Nos interesaremos por los criterios técnicos y medioambientales que se han seguido para volver a etapas superadas de celebrar macroconciertos sobre la arena", aseguró el viceportavoz popular, Ángel Sabroso. "En absoluto es lo que la playa requiere, porque un evento como un concierto de rock inevitablemente conlleva un daño al ecosistema de la playa", continuó.

La concentración de la oferta de ocio en un único punto fue otra de las medidas del Consistorio que causó controversia. En anteriores ediciones se instalaron escenarios en la Plaza Saulo Torón y en el entorno de la Plaza de la Música, con estilos de música diferenciados.

El Consistorio capitalino, por su parte, quiso aclarar el por qué de la decisión tomada en esta edición de la noche de San Juan. "El escenario no es mayor que el que hubo en Fimar hace un mes, o la Fan Zone de baloncesto en 2014, es un escenario que no llega a los 200 metros cuadrados, el público irá a la playa esté la música en Saulo Torón o en la arena; además, al estar este año la marea alta, tener el escenario desplazado a esa zona nos ayuda a una cuestión logística de dejar despejado el paso del público por el Paseo, porque estarán apelmazados puesto que la marea no dejará espacio en la arena", declaraba Encarna Galván, concejala de Cultura de Las Palmas de Gran Canaria.

Miguel Peña y Miguel Toledo también ensayaban, guitarra en mano, algunas canciones de rock sobre la arena de Las Canteras. Ellos no actuaban sobre el gran escenario, pero estos jóvenes tienen un pequeño grupo de rock psicodélico con otros chicos e intentan salir adelante. "Llevamos solo un mes ensayando, antes teníamos nuestras cosas por separado, pero nos juntamos y aquí estamos" señala Toledo, mientras están acompañados de una amiga, Irene Jiménez. Con la tarde ya muy entrada, los chicos acababan de llegar para disfrutar de una noche que se presentaba larga.

Carmen Delia Velázquez fue mucho más madrugadora. A las diez de la mañana llegó a la playa para calentar motores. Como todos los años, estuvo acompañada por su gran amigo Miguel Ángel Reyes, "más bien es un hermano ya", indicaba la mujer.

Su día empezó mucho antes. Sobre la mesa playera, donde estaba preparando unas hamburguesas cargadas de mostaza, iba desplegando los platos de ropa vieja de pulpo, carne de cochino y pechuga de pollo. "Madrugamos para hacer todo esto, aquí estamos, disfrutando hasta que venga el resto de la familia", señalaba Carmen Delia.

Las hermanas Arencibia, Concepción e Isabel, tampoco se estaban privando de la buena comida en la noche más mágica del año. "Por la mañana estuvimos aquí en la playa, luego nos fuimos a almorzar y preparamos todo esto", explicaba Isabel, señalando una jugosa tortilla de papas rellena de tomate y lechuga. Mientras, su hermana no paraba de pillar rodajas de berenjena rebozada. "Viene toda la familia, solo faltará mi hijo, que el pobre está trabajando", comentó la señora.

Quedan seis meses para Navidad, pero Rita Guardia González ya estaba anoche comiendo polvorones junto a su familia. Al fin y al cabo, ambas celebraciones, la de ayer y la de invierno, son similares. Los dos eventos consiguen congregar a familias enteras, reunir a gente que llevaba meses, incluso años sin verse.

Más allá de los fuegos purificadores, la noche de San Juan es mágica por su poder para el reencuentro y las ocasiones especiales. Momentos, como el aniversario de dos canarios que emigraron a Venezuela hace mucho y no esperaban una noche tan especial.