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Identidad y tricontinentalidad El desafío de la internacionalización

El 'arco atlántico' lanza la proyección exterior de la capital grancanaria

La ciudad se consolida como un referente en el foro urbano del área

El 'arco atlántico' lanza la proyección exterior de la capital grancanaria

La identidad atlántica ha sido el eje de las fiestas fundacionales de este año: "Las Palmas de Gran Canaria lidera ya en la realidad, y no sólo en los documentos estratégicos, un espacio atlántico", resumió el alcalde en su discurso. "Una posición de centralidad que es más ideológica y mental que geográfica", añadió Augusto Hidalgo. La pregonera de las fiestas, Elena Acosta, había incidido en el mismo concepto semanas antes, recordando el Premio Europeo Ciudad Atlántica 2017 que recogía el pasado mes de febrero en La Coruña el concejal de Ciudad del Mar, José Eduardo Ramírez.

Solo dos ciudades atlánticas, la francesa Brest y ahora la capital grancanaria, han tenido el honor de recibir este galardón. Lo concede a través de un concurso la Conferencia de las Ciudades del Arco Atlántico (CCAA), un foro urbano que integran 20 municipalidades de Reino Unido (1), Irlanda (1), Francia (8), Portugal (3) y España (7): "La red nace en el año 2000, en pleno proceso de ampliación de la Unión Europea hacia el este, como un contrapeso que ayudara a evitar que el oeste del continente quede relegado", explica la gallega Tamara Guirao, su secretaria general.

Diecisiete años después, representa a ocho millones de europeos que tienen en común vivir en la fachada atlántica, tanto en núcleos costeros como del interior. La capital grancanaria, que se incorporó en 2003, es la única ciudad archipielágica y ha merecido la nominación por su estrategia vinculada al mar, a la denominada economía azul: "Hemos descubierto que Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad dinámica y que se mueve rápido, con capacidad de adaptación", explica la representante de la CCAA. Y añade, respecto a su identidad, que "hemos visto también que no ha querido ser cualquier ciudad, sino que, siendo muy consciente de quién es y cuáles con sus límites y capacidades, aspira a ser ella misma, a tener una identidad propia dentro de la red".

Uno de los principales objetivos de este foro urbano es aumentar la visibilidad de las ciudades miembros. Y el citado premio ha sido un modo de impulsar el conocimiento y la proyección exterior de la capital grancanaria. Esta es la principal valoración que se hace desde el propio Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, que viene batallando desde hace años por "situar en el mapa" a una ciudad que durante demasiado tiempo ha pasado desapercibida.

"Ser reconocibles y reconocidos" es tan solo un primer paso, pero ya comienza a tener consecuencias en el día a día: "Un intangible como es el reconocimiento de otras ciudades y su proyección exterior incrementa la capacidad de influencia de la marca de la ciudad, de su capacidad de atraer otros proyectos de interés", explican desde la corporación capitalina. Por ejemplo, ser sede de eventos de carácter supranacional, entre ellos la celebración en el próximo otoño de un seminario de las propia red atlántica europea sobre la cohesión social de las ciudades.

Volver a intentarlo

Pero la nominación de Las Palmas de Gran Canaria como Ciudad Atlántica Europea 2017 representa también, desde el punto de vista de su moral colectiva, un hito en su ansiado proceso de internacionalización. Un desafío en torno al cual se han puesto en marcha incontables iniciativas desde hace varias décadas, con desigual resultado: el ambicioso Proa, la frustrada candidatura a Capitalidad Europea de la Cultura o el inasible Plan de Internacionalización de Canarias (PIC).

El Proa fue, precisamente, el primer documento que planteó abordar el crecimiento de la ciudad en torno al mar en 2010, año en que se inició el proyecto de Ciudad Náutica. Sobre ese germen se creó un año después la Concejalía de Ciudad del Mar, un nuevo órgano administrativo que ha sido esencial para impulsar el cambio de modelo económico vinculado al mar en que la capital grancanaria se haya inmersa.

En esta estrategia, Las Palmas de Gran Canaria cofundó la Red Mundial de Ciudades Surferas junto a San Sebastián, que la desplazó como candidata ganadora de la Capitalidad Cultural Europea en 2016. Sólo otros tres españolas: Madrid (1992), Santiago de Compostela (2000) y Salamanca (2002), han logrado ostentar este título, que pasó de largo por la capital grancanaria dejando cierta frustración colectiva en el ambiente. Estas cuatro ciudades tienen en común un potente patrimonio de urbes medievales, muy alejado del patrón de ciudad colonial que representa la capital grancanaria, y que se asemeja más a América que a Europa.

La reivindicada tricontinentalidad como seña de identidad de Las Palmas de Gran Canaria no fue entonces reconocida por el organismo europeo que optó por San Sebastián, y en su nuevo calendario ha fijado el 2031 como el próximo año que corresponderá de nuevo a una ciudad española ser Capital europea de la Cultura en 2031.

A finales del pasado siglo y en la primera década del presente, Las Palmas de Gran Canaria entró en un periodo de declive como motor económico del Atlántico Medio. Se conjugaron en contra diversos factores: el menor tránsito pesquero en el Puerto de la Luz; la obsolescencia de su oferta comercial, hotelera y de restauración; los efectos del cierre del puerto franco y la marcha del turismo de masas al sur de la isla.

Hoy el mar (su conservación, aprovechamiento y uso) está abriendo nuevas oportunidades de gestión a la ciudad. La estrategia europea incide en el valor de la relación con sus puertos y su capacidad para impulsar nuevas actividades económicas como uno de los principales elementos transformadores. La correcta gestión de algunos de estos activos se ha traducido, de momento, en el reconocimiento por parte de sus ciudades hermanas del Atlántico. Un paso más hacia el sueño de convertirse en un referente internacional en este espacio geográfico, si logra hacer valer y comprender su singularidad tricontinental.

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