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Un barco con destino humanitario

Familias del 'Esperanza de África' disfrutan de la Isla mientras el buque se pone a punto en Astican

Seis de los más de 40 niños que viven en el buque, ayer en Astican con el 'Esperanza de África' al fondo. QUIQUE CURBELO

Salvar vidas y reconstruir otras allí donde la sanidad no existe o es precaria para los más humildes. Es el objetivo con el que el buque hospital Esperanza de África se pone en marcha cada campaña en el continente vecino gracias a los voluntarios que trabajan con la ONG Naves de Esperanza. El barco se pone estos días a punto en los astilleros de Astican antes de partir el día 4 de agosto a Camerún, su próximo destino y donde permanecerá diez meses ofreciendo asistencia médica a quien lo necesite además de preparar y forman al personal sanitario del país.

El buque, que llegó el pasado 15 de junio a la capital grancanaria procedente de Benin, está ahora varado en seco mientras su tripulación y el personal médico y sanitario que trabaja en él descansa antes de comenzar una nueva campaña de ayuda humanitaria. 75 personas entre tripulación y familias disfrutan estos días de una estancia en Gran Canaria gracias a la colaboración desinteresada de varios hoteles de la cadena RIU Hotels & Resorts, Barceló y Meliá con la ONG.

Unos 200 operarios del Astican trabajan desde el 19 de junio en acondicionar los camarotes y habitaciones, así como en reemplazar el sistema de aire acondicionado del barco, que cuenta en su interior con un hospital con cinco quirófanos, además de las estancias propias de un barco para albergar a 474 personas.

También se le revisan los tanques de lastre, tuberías y sistema eléctrico para funcionar en perfectas condiciones antes de su nueva expedición. En este chequeo también se le está dando un tratamiento al casco dado que al estar mucho tiempo sin navegar en destino sufre bastantes problemas por las incrustaciones marinas.

Así lo indicaron responsables de la empresa Astican, cuya sede acogió ayer al representante de la ONG en España, dos de las familias y tripulantes voluntarios, así como a responsables de las empresas hoteleras de la Isla que colaboran con la entidad sin ánimo de lucro, para contar cómo funciona este buque y la labor que realiza en África occidental, una de las regiones del mundo donde se concentran graves problemas sanitarios, así como la estancia aquí.

El coordinador para España de la ONG Naves de Esperanza, Ricardo Menzies, explicó que en el buque todo el personal es voluntario y que entre tripulación y personal médico puede haber unas 40 nacionalidades. El destino se elige en función de que no haya conflicto bélicos, ni inestabilidad política, para poder trabajar con seguridad y, para ello, contactan previamente con los gobiernos locales para programar el operativo. Incluso instalan un hospital de campaña en tierra para poder formar al personal médico y sanitario local.

Entre los problemas médicos que atienden a niños y adultos figura la cirugía reconstructiva, los problemas que ocasionan los partos, lesiones oculares o problemas dentales, entre otros.

Naves de Esperanza se financia con las aportaciones de entidades y personas privadas, y desde que se puso en marcha en 1978 más de 2, 6 millones de personas han sido atendidas por los voluntarios.

La última vez que el barco estuvo en la Isla fue en 2014, ya que durante la crisis del ébola no pudo operar en África por seguridad.

Mientras el barco está en Astican, las familias aprovechan para irse de vacaciones o a sus países de origen. En esta ocasión, siete de ellas están en la Isla descansando gracias a los hoteles Riu Palace Oasis, Meliá Tamarindos y Barceló Occidental Las Margaritas, que pagan sus gastos.

Experiencias

La familia de Rodrigo Fraga Silva, oficial de cubierta y de origen brasileño, es una de ellas. Junto a su mujer - que trabaja en la escuela del buque-, y sus tres hijos pequeños llevan un año como voluntarios, aunque antes de que tuvieran familia la pareja ya trabajó para esta ONG durante seis años. "Para una familia es una experiencia muy diferente a la de vivir en tierra, es muy interesante", dijo en relación tanto al espacio de convivencia como a la que experimentan los niños. "Están expuestos a cosas que si estuvieran en casa no las verían. Vinieron al barco sin hablar inglés y un año después lo hablan perfecto".

La familia Yangas, de Estados Unidos, viaja con sus tres pequeños, de 12, 11 y 7 años. Llevan como voluntarios nueve años. Incluso la pareja, que realiza asistencia psicológica y espiritual al equipo, se conoció trabajando en el Esperanza de África. Rachel resalta la experiencia vital que supone para sus hijos vivir en el barco "porque están con gente de otros países".

Emerson Rojas es de origen peruano y está soltero. A sus 28 años decidió embarcarse en esta aventura para la que ha tenido que formarse y pasar algunos filtros. Su estancia en Benin "fue increíble; me ha permitido conocer a mucha gente y ampliar conocimientos". El electricista de profesión, Rojas dejó su puesto en una televisión local para "dar un parón en su vida y poder ayudar a otras personas". "Di un giro de 350 grados a mi vida, mi madre me dijo que estaba loco porque en África había muchas enfermedades, pero decidí dar un poco de mí a los demás".

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