Las calles del barrio de La Isleta se llenaron de coloridas alfombras de sal, arena, tierra o, incluso, caucho triturado durante la madrugada del pasado sábado al domingo; materiales muy diversos, que serían arrastrados en la mañana de ayer por los asistentes a la procesión de la Virgen del Carmen. La calle Romeral puso la guinda a la fiesta con un colorido homenaje a la Virgen de los Reyes de El Hierro, pues este año coincide con la celebración de la bajada de la patrona de los herreños, desde su ermita hasta Valverde.

Vecinos y conocidos de dicha calle crearon un manto de tierra y sal con diseños que recordaban las escenas de la bajada de la Madre Amada de los herreños, desde su templo hasta la capital de la isla, pasando por la raya de la Cruz de los Reyes. Al paso del Carmen, los vecinos encendieron los altavoces con la música de la danza tradicional de la isla del Meridiano para amenizar el momento. "Como este año se produjo la bajada de los Reyes, pensamos entre todos los vecinos de la calle homenajear a su Virgen", explicó Rafael Reyes, residente en La Isleta.

La idea, en parte, vino también de la familia de las hermanas Reyes, quienes, además, siguen una tradición que se remonta más de 50 años en el tiempo. "Después de morir joven nuestra madre, cuando éramos unas niñas, nosotras seguimos la tradición de hacer un pequeño altar con la imagen en la puerta de casa", contó Juana Reyes, rodeada de su marido y sus hermanas, Pocha y Coralina.

Eloísa Bolaños también hizo su particular homenaje en el día de ayer. Su hija, Aránzazu Artiles, su prima, Carmen Perdomo, y un amigo de Lanzarote, el timplista Izan Ortega, interpretaron una canción dedicada en memoria del hermano de Eloísa, quien falleció recientemente. "Él siempre soltaba las palomas al paso de la Virgen y este año han faltado, por eso hemos querido recordarlo", apuntó esta vecina de la calle Romeral.

Pasaban diez minutos de las cinco de la mañana cuando la imagen que tanto fervor levanta salió por la puerta grande de la iglesia, situada en la calle Benecharo. Miles de fieles se agolparon en las calles aledañas al templo para presenciar un momento de gran fervor religioso que se repite cada 16 de julio. Durante todo el recorrido de la procesión se sucedieron los vivas y las lágrimas al paso de la patrona de los marineros.

Se murmuraba a cada paso, en cada esquina, "nunca he visto tanta gente", repetían una y otra vez. Según José Falcón, miembro de la Comisión de Fiestas, al celebrarse la procesión en la madrugada del sábado al domingo ha conseguido atraer a más gente que en otras ocasiones. Las calles estaban abarrotadas por momentos con unos fieles que no dudaron en madrugar, no obstante, muchos de ellos ya lo habían hecho durante la semana para las distintas procesiones del Rosario de la Aurora, que se venían sucediendo a diario desde el pasado 8 de julio.

Entre la multitud que acompañó a la imagen destacó un niño de dos años vestido de costalero. El pequeño Nael fue durante todo el recorrido en los brazos de su padre, Kevin Perera, con una camiseta estampada con la Virgen, un fajín marrón y el costal en la cabeza. Su madre, Atteneri Reyes, contó que es el segundo año que sale así por el día del Carmen. "Como vivo aquí al lado, a las nueve de la mañana volví a casa para despertarlo y luego no se ha quejado en ningún momento, está encantado", indicó.

En La Isleta, estas fiestas se viven con intensidad durante toda la madrugada. Desde la casa de Ana María Fontes, ella y su familia tiraron miles de pétalos de claveles sobre la imagen a su paso por la calle Tanausú. "No hemos dormido, anoche de asadero, luego estuvimos varias horas viendo las alfombras, hasta que empatamos con la salida de la iglesia y la procesión", señaló Luz María Cedrés, prima de la anfitriona. Esta conejera llevaba veinte años sin acudir al Carmen de La Isleta, aún así asegura que no ha dejado de ser una fiel devota.

Prácticamente a las once de la mañana, seis horas después de comenzar el recorrido, la comitiva regresó a las puertas del templo. Antes de hacerlo se repitió el tradicional baile que los costaleros hacen cada año a las puertas de su casa. Unos pasos hacia adelante y otros hacia detrás, los hombres van titubeando hasta que finalmente logran meterla. En ese instante, la traca de voladores ensordece al multitudinario público. Miles de personas se reúnen en la calle Benecharo y alrededores, muchos de ellos esperando poder entrar en la iglesia. Será el próxima domingo cuando la patrona de los marineros vuelva a salir en procesión, en esa ocasión lo hará embarcada en el Muelle de La Luz.