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El Obispado pone a la venta la Casa del Deán, del siglo XVI

El edificio, con la máxima protección, está en ruina

Dos turistas pasan ante la Casa del Deán, del siglo XVI, en la esquina de la calle Pelota con Herrería en Vegueta.

El Obispado pone a la venta uno de los pocos ejemplos que quedan en el casco histórico de Vegueta de arquitectura del siglo XVI, la Casa del Deán, en la encrucijada de las calles Herrería con Pelota y a muy pocos metros de la Catedral.

El histórico inmueble, para el que el Cabildo Catedral de la Diócesis de Canarias escucha ofertas por encima de los 300.000 euros, lleva décadas sumido en el más estricto abandono. Hasta el momento la Iglesia ha tenido varias ofertas sin cerrar acuerdo alguno. "A los compradores les asusta dos cosas, el estado de ruina en el que está, porque impone y supondría un coste muy elevado, y luego su alto grado de protección", explica José Lavandera, delegado de Patrimonio Histórico de la Diócesis. Hasta hace pocas semanas se publicitaba la venta de la casona en el portal inmobiliario Idealistas.es. El anuncio desapareció al finalizar el convenio que tenía el Cabildo Catedral con la inmobiliaria, ahora están en conversaciones para renovar la oferta, según Lavandera.

Su estado actual es de ruina. La fachada de la calle Herrería se encuentra totalmente abombada, con graves desperfectos en su revestimiento. Esta circunstancia hace que esté cubierta de vigas metálicas que eviten su derrumbe sobre la calle. "Según muchos técnicos no tiene solución, habría que desmontarla y volverla a construir igual; otros dicen que si la tiene", señala Lavandera. De igual forma, parte del techo se ha derrumbado y el patio central tiene un apuntalamiento de emergencia.

A principios de año las autoridades eclesiásticas hicieron una propuesta al Cabildo de Gran Canaria para que destinara la casona a una biblioteca diocesana o un centro de interpretación del casco histórico de la ciudad. "Se podría realizar un magnífico centro, por su estupenda ubicación en la zona fundacional", indica Lavandera. La Corporación insular no ha dado respuesta.

Ya en la década pasada, los arquitectos José Luis Padrón Rivas y Antonio Trujillo presentaron un proyecto de biblioteca diocesana. La idea incluía un salón de conferencias con capacidad para 40 personas y diversas salas de estudio y exposiciones. Este planteamiento de restauración tampoco llegó a ejecutarse.

El edificio está incluido en el Plan Especial de Protección de Vegueta y Triana. Sus valores históricos y arquitectónicos obligan a un grado de protección integral -el máximo-, por lo que una intervención dentro del inmueble se debe limitar a su "conservación, consolidación y restauración".

Un edificio único

La construcción cuenta con dos partes diferenciadas. Por un lado, una de planta cuadrada, con las características de una vivienda tradicional canaria. La segunda es ahora un solar, en medio de otras edificaciones de la manzana, que se derrumbó hace años. "Un solar limpio", según Lavandera, por lo que solo se intuyen cómo eran las dependencias por las marcas que han quedado en las paredes que lo circundan.

Cinco siglos contemplan la Casa del Deán. La casona se encuentra en el núcleo fundacional de la ciudad y son varios los signos que denotan su antigüedad. La vivienda aparece ya en los planos que realizó el ingeniero italiano Leonardo Torriani de la incipiente capital en 1588.

Uno de los elementos más destacables de su fisonomía es el arco de medio punto que hay en la fachada de la calle Herrería, según José Luis Gago, arquitecto y profesor en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. "Se trata de un elemento único en Vegueta, una característica arquitectónica medieval que no se encuentra en otros edificios civiles de la capital", señala el experto. El material empleado en esta puerta son sillares de arenisca amarilla, procedente de Las Canteras. "Una piedra que se usó en los primeros edificios del Real de Las Palmas y dejó de utilizarse a fines del XVI", continúa Gago.

Existe otra entrada destacable en esta misma fachada. La portada principal está resaltada por un alfiz y dinteles. En cambio, la cara de la vivienda por la calle Pelota es la que mejor se conserva. En ella sobresalen sus huecos enmarcados en cantería y un balcón descubierto de madera. Destaca mucho la ventana esquinera de doble arco, separada por una columna helicoidal. Este tipo de características "denotan intervenciones más propias del s iglo XVII", según Gago, basándose en el tipo de piedra utilizado.

Los primeros documentos conocidos en los que se nombra la vivienda datan de 1695, cuando el canónigo Pedro Valentín Herrera dejó la casa en testamento al Cabildo Catedralicio. A partir de ese momento, "el usufructo de la vivienda lo llevaría el canónigo que le sucediera en el cargo", apunta el delegado de Patrimonio, de ahí su nombre. Incluso, durante el siglo XX, antes de dejarla a su suerte, llegó a utilizarse por varias familias que alquilaban sus habitaciones a modo de portón.

El interior recibió diversas actuaciones a principios del pasado siglo, por parte de los reseñables arquitectos Laureano Arroyo, en 1902, y Fernando Navarro, en 1922. Las remodelaciones se centraron en cuestiones domésticas en el interior para adaptarla a los nuevos tiempos, dejando las fachadas prácticamente intactas. Su último usuario fue el dependiente de una tienda de comestibles abierto en uno de los locales de la planta baja de la fachada de La Pelota.

Desde finales de la década de los ochenta y principios de los noventa la escuela taller Vive Vegueta actuó en las calles del casco antiguo con la intención de restaurar inmuebles históricos. José Luis Gago fue uno de los maestros de esta iniciativa y la Casa del Deán estuvo entre las edificaciones que fueron intervenidas, pues llevaba ya décadas abandonada.

"Pudimos restaurar la fachada de la calle Pelota, pero por desgracia nos quedamos a medias con el resto, la parte más importante por el valor que tiene y donde se pueden hacer mayores labores de investigación", comenta el arquitecto. "Tuvimos que desconchar la pintura y hacer un apeo para ver la piedra original del arco de medio punto, entonces descubrimos que era un puerta de un gran valor por su antigüedad", continúa. En el transcurso de los estudios del inmueble, Gago comenzó a investigar las argamasas y el barro apisonado con el que está construido el interior de sus muros. Una labor "extraordinaria" que no pudo terminar.

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