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Playa de Las Canteras Más de un siglo de veraneo

Un paseo por el verano de Las Canteras

En la década de los 20, la playa se convirtió en el lugar de residencia de la burguesía

Un paseo por el verano de Las Canteras

Apoyada sobre la barandilla una pareja con acento peninsular saca fotos del mar. No hace el mejor día del mundo y son pocos los que se atreven a meterse en el agua, pero aún así, los jóvenes comentan la belleza de las imágenes que acaban de tomar de la playa de Las Canteras. Con suerte, si las conservan, tal vez dentro de unos años sirvan para comprobar los cambios que posiblemente se produzcan en el entorno. Porque aunque sea una evidencia que la joya de la corona de la capital no ha sido siempre así, cuesta imaginarse cómo eran los veranos hace apenas una unas décadas.

Como foráneos, es posible que desconozcan que, para empezar, el lugar donde se encuentran no siempre se llamó como lo han conocido. Y es que hace algo más de una centuria esta parte era conocida como la Bahía del Arrecife, cuyas aguas estaban conectadas a las del Puerto a través del istmo de La Isleta. Un lugar despoblado, dedicado al atraque de barcos al que, al estar ubicado a las afueras del municipio, había que ir en coche de caballos atravesando las dunas de arena.

Hubo que esperar al siglo XX para poder ver a los primeros moradores en el litoral capitalino. Sobre todo, familias burguesas que encontraron en Las Canteras el lugar idóneo para instalar sus residencias de verano y disfrutar de una playa que apenas era transitada en el invierno por los vecinos y pescadores de la zona. Los turistas no tardaron en recalar tampoco en la ciudad, propiciando la creación de los primeros hoteles en los años 20. Una década en la que también construyó la ya desaparecida central eléctrica de la Cícer que dejó como herencia su nombre en el espacio donde estuvo emplazada.

Los 30 llegaron con la moda de pasear vestidos de domingo por la orilla y de sacar sillones y bancos para compartir tertulias y café, según recuerda la Asociación Cultural Salsipuedes. Bañarse en el mar también se consolidó como disfrute, si bien era algo más reservado para los visitantes y burgueses, ya el resto de la población tenía que trabajar para buscar el sustento. Aún así hombres y mujeres medían distancias a la hora de meterse en el agua, con calabazas que servían de flotador, y gorros y bañadores sujetos con cinturones en el caso de ellas.

La posguerra trajo consigo la construcción paulatina del barrio, así como la puesta en marcha del paseo desde La Puntilla y la instalación de trampolines. La década de los 40 estuvo acompañada por todos y casetas de palo repartidos por la arena donde se merendaban membrillos, así como la obligatoriedad de llevar albornoz hasta la misma orilla.

Durante los años 50, Las Canteras logró consolidarse en un lugar de influencia en el que los extranjeros que empezaron a llegar en cruceros y por vía aérea se sumaron a la tendencia local de los baños de sol que el alcalde del momento, Francisco Hernández González se encargó de regular mediante un bando municipal cargado de instrucciones que los guindillas de la Policía Local hacían cumplir. Asimismo, entre 1954 y 1955 John Huston y Gregory Peck estuvieron en la capital para rodar Moby Dick.

El ascenso a primera categoría del aeropuerto de Gran Canaria favoreció al despegue turístico de la capital donde se prolongó el paseo y se mejoró el mobiliario con cabinas de teléfono, bancos, farolas, papeleras y barandillas. Las hamacas y las casetas elaboradas con sábanas se esparcen por toda la arena, consolidándose Las Canteras como el lugar de ocio por excelencia del municipio, sin distinción de clases sociales, y convirtiéndose también en la cuna de surf tras la llegada de australianos y americanos buscando olas. "Hasta entonces los veranos habían comenzado en la Noche de San Juan", apunta Tino Armas, de miplayadelascanteras.com.

La gran revolución turística llegó una década después, en los años 70, cuando la numerosa llegada de ingleses y suecos transforma las casas terreras en hoteles y marcan un estilo que llega hasta la actualidad con los primeros bikinis y top less. Las casetas son reemplazadas por sombrillas y toallas y los heladeros, barquilleros y hamaqueros se convirtieron en habituales del litoral. En estos años, también empieza a tomarse conciencia de la necesidad de cuidar la playa y se inició un plan específico de limpieza.

Una tendencia que también se mantuvo en los 80 que llegaron cargados de camisetas de publicidad que tiraban los aviones desde el aire y la práctica de la pesca en botes. El entorno se convirtió en la zona de diversión nocturna gracias a las numerosas discotecas repartidas por los aledaños de la playa. "Los policías que iban de azul, a los que llamábamos serenos, patrullaban por las noches en pandas", rememora Armas, quien también recuerda cómo cambió tan unos años después Las Canteras, cuando el gobierno tripartito del momento decidió dotarla de mejores infraestructuras. A principios de los 90 se inició peatonalización de las calles aledañas y la colocación de la barandilla y repavimentación del paseo por tramos. Una obra que culminó a finales de la década y que llega hasta la fecha.

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