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La vela latina crea afición joven

Una quincena de jóvenes se inician cada semana en el Muelle Deportivo en el deporte vernáculo incluiso en el programa 'Verano Joven'

Con los vientos Alisios de frente, soplando en la cara, veinte adolescentes salieron a la Bahía de Las Palmas de Gran Canaria en la mañana de ayer para iniciarse en la práctica de la vela latina, aunque a decir verdad la mayoría navegaba por segunda o tercera semana consecutiva. La travesía forma parte del taller de cinco días que imparten el Ayuntamiento capitalino y la Federación de Vela Latina con el objetivo de hacer escuela entre los jóvenes de la ciudad. La actividad se enmarca en el programa de Verano Joven 2017.

Inicialmente los talleres estaban pensados para desarrollarse solo en el mes de julio, pero el éxito que han cosechado obligaron a la Federación y a la Concejalía de Juventud del Consistorio a alargar la actividad las dos primeras semanas de agosto. De esta manera los jóvenes de la capital tienen una nueva oportunidad para conocer este deporte canario.

Los chicos y chicas que empezaron el lunes con las clases desborcaban ayer entusiamo cuando, en grupos de siete, se repartieron entre los botes Bocabarranco, Las Palmas de Gran Canaria y Boyón de La Campana y salieron a navegar. La experiencia previa de la mayoría les permitió llevar bastante bien la embarcación en plena mar. "No tuvimos ningún problema, ha faltado algo de coordinación a la hora del viraje de rumbo, pero la tripulación fue buena", puntualizó Ana Cambres, quien trabaja como monitora de vela latina desde hace cuatro años.

Aunque la edad máxima para participar está en la treintena, Ramón Gil demostró que nunca es tarde para aprender a disfrutar como un marinero. Con 37 años consiguió plaza en el curso a última hora e hizo realidad un "sueño" que tenía desde pequeño. "Pensé que la gente en el curso sería mayor, pero aún así me lo estoy pasando genial con los pibes", señaló.

Cuando los nuevos regatistas volvieron a tierra, Ramón subió del bote con una sonrisa de oreja a oreja y empapado de arriba a abajo. "Me han bautizado [sumergido], pero la experiencia ha sido una pasada, totalmente recomendable", exclamó exaltado. La reacción se repetía entre los benjamines. "Me lo he pasado súper bien, deseando repetir mañana [por hoy]", recalcó Liliana Santana, una adolescente de 12 años que comenzó el taller por primera vez esta semana.

Antes de salir a la mar el martes tocó aprender algo de teoría el lunes. La primera jornada del curso comenzó explicándoles los conceptos básicos de la náutica. "Les enseñamos lo primordial, hay mucha nomenclatura, y también les hablamos de su historia y de la importancia que tiene como deporte autóctono", indicó José Cruz, monitor de la Federación. El día terminó con el envergue de los cabos de la vela, para poder izarla ayer.

Trabucar, chicote, hacer banda, irse de lúa, los monitores usan todo el tiempo un lenguaje muy técnico. La gran cantidad de palabras crea a veces confusiones entre los jóvenes. "Hace una semana se nos ocurrió una idea muy buena: decorar el vestuario con el vocabulario de la vela y su significado", señaló Cruz. De esta manera, cada vez que se cambien o quieran ir al baño podrán ver en los azulejos la definición de, por ejemplo, irse al lastre, "mover los sacos de una banda a otra dependiendo del viento".

Además, los alumnos experimentan antes de navegar una situación de trabucaje en el pantalán del muelle. Esto ocurre cuando el barco se vira, de tal manera que se llena de agua el interior. Con el simulacro que viven los chicos, la idea es que "pierdan el miedo" a que les ocurra algo así.

El resto de la semana los chicos aprenden diferentes técnicas náuticas para poder navegar en la Bahía. Es importante que, una vez pisen el interior del bote, conozcan los puestos que pueden ocupar. Ana Cambres y su hermana Isabel tuvieron que colocar ayer a sus "rebeldes" grumetes en cada una de las posiciones dentro del Bocabarranco. Ambas recalcaron la importancia de mantener la concentración en sus puestos y saber organizarse. "Este es un deporte en equipo, si la tripulación no sabe coordinar sus movimientos a la hora de hacer los cambios en el mar puedes acabar en el agua", indicó Ana. José Cruz también recordó a los chiquillos la importancia de llevar un calzado adecuado. "No puedes ir descalzo porque te van a pisar, lleva unas zapatillas viejas como yo", le explicó Cruz al joven Agoney Perdomo, quien preguntó si podía ir descalzo porque le molestaban los zapatos especiales que tenía puestos.

En definitiva, en los cinco días que dura el curso, los chicos y chicas aprenden todo lo necesario para salir a navegar. Además, en la última jornada los adolescentes hacen un pequeño torneo. "Ese día ya están medianamente preparados y ya tienen encima el gusanillo de competir entre ellos", indica Cruz.

Hora de navegar

"Meto caña, palo, palo, agarren fuerte la vela", ordenó la monitora a su novata tripulación cuando cambió de rumbo el timón. Son los instantes previos antes de salir ayer del Muelle Deportivo. Una vez todo estaba atado y bien atado, los tres botes cogieron rumbo y empezaron a salir uno a uno en dirección a la Bahía.

Una vez en el mar las pequeñas embarcaciones empezaron a alejarse dentro del recinto portuario de la capital. Los jóvenes sintieron la emoción de navegar, aunque muchos de ellos ya lo habían hecho en los talleres de semanas previas. No obstante, algunos llevan este deporte vernáculo en la sangre. Es el caso de Agoney Perdomo. "Antes venía todos los fines de semana con mi tío, pero solo me dejaban ir a la prueba, nunca navegar de verdad", subrayó el adolescente. Ana Farias y su hermana son hijas de Moisés Farias, un hombre ligado al mundo de la vela latina desde hace varias décadas con el bote Pueblo Guanche.

Al principio los novatos fueron a favor de los vientos Alisios, algo que en la jerga marinera se conoce como popear. Las complicaciones llegaron cuando tocó virar el rumbo y volver a tierra. El primero en hacerlo fue el Bocabarranco. Para ello necesitaron emplear la técnica de posición "de salida". En ese caso deben "largar la vela y jalar escota", es decir, la monitora tuvo que meter el pie para cambiar el ángulo de la vela y, a la voz de tres, toda la tripulación tiró del cabo hacia dentro.

El bote Las Palmas de Gran Canaria no disfrutó de tanta suerte. En un momento dado estuvieron a punto de trabucar sobre el mar. Para evitarlo se vieron en la necesidad de "aflojar la escota", es decir, los cabos que ajustan la vela. La misma embarcación volvió a tener contratiempos con una maniobra antes de llegar a tierra, pues recogió la vela antes de lo previsto y les costó más volver. Son situaciones que se van "corrigiendo" con la práctica comentaron.

En el Muelle Deportivo, los aficionados a este deporte hablaban entre ellos sobre las diferentes escenas que veían en el mar. Pero, sobretodo, destacaron lo importante que es "rejuvenecer y fomentar" una actividad autóctona como la vela latina. Precisamente, por ese motivo el teldense Ricardo Hernández, de 12 años, se apuntó esta semana al taller. "Quise probar, porque parece divertido y es algo de aquí, algo nuestro", remarcó el adolescente.

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