¿De qué se puede hablar en un ascensor? ¿Del calor que hace?, ¿de la salud de la familia?, ¿el trabajo?, ¿los estudios?... Los apenas treinta segundos que se tarda en subir o bajar un par de pisos en cualquier comunidad de vecinos nos deja habitualmente mudos, pero es también, curiosamente, el tiempo que necesitaríamos para cambiar de vida.

El elevador que salva el desnivel entre el parque de Las Rehoyas y el barrio de Schamann ha servido este mes como escenario de un taller de formación en elevator pitch, o lo que es lo mismo, aprender a venderse a sí mismo a un posible futuro jefe en medio minuto. La concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria incluyó la actividad dentro del programa de Verano Joven 2017. La mayoría de chicas que asistieron se llevaron debajo del brazo un plan de marketing personal y habilidades para exponerlo más rápido que lo que se tarda en llegar a la planta baja.

Mirar al techo, escrutar al detalle los movimientos del acompañante, o el clásico de los clásicos, hablar de cuestiones meteorológicas. Son algunas de las 'alternativas' a la que se suele echar mano en un viaje en ascensor. La publicista Davinia de Vidania, quien impartió el curso en el parque capitalino, recomienda a sus alumnos a "aprovechar el momento". La idea es sacar beneficio de situaciones casuales en lugar de mirar a las musarañas y dejar que el tren se escape.

En estos casos es fundamental tener claro el mensaje que se quiere transmitir. Hay que dejar claro qué se busca, ya sea un empleo u ofrecerse para un trabajo por cuenta propia. Para ello se deben evitar generalidades, saber argumentar en todo momento los datos que se aportan. Las palabras negativas o dubitativas son poco o nada aconsejables y el lenguaje empleado es primordial.

La comunicación no verbal es otro pilar a tener en cuenta, se deben evitar el cruce de brazos o meter las manos en el bolsillo, y se debe mirar siempre a los ojos. "Con actitud segura, es muy importante explicar siempre por qué eres el mejor en algo, qué tienes que los demás no", señala la experta en marketing profesional.

A la hora de subirse al ascensor de Las Rehoyas, los nervios salieron a flor de piel entre el alumnado. Al fin y al cabo, mantener una conversación con un desconocido en un ascensor, más allá de las situaciones típicas, suele ser algo poco habitual. "Si quieres tener éxito en estas situaciones no puedes dudar y tiene que salir todo natural", les subrayaba la publicista.

A falta de potenciales jefes las asistentes practicaron unas con otras dándose a conocer. Por ejemplo, Paula Lizarza, licenciada en Ciencias del Mar, expuso cómo creó meses atrás una empresa de avistamiento de cetáceos.

La idea es que lleven a la práctica lo que han aprendido en el elevador de Las Rehoyas cuando se crucen con un auténtico empresario o alguien que pudiera promocionarlas.

Para tener un elevator pitch con éxito se deben seguir cuatro pasos. Primero, lo mejor es aportar un dato concreto o una frase de presentación. "Soy Rebeca Vieitez y sé vender productos en un supermercado que otros no sabrían hacerlo", con estas palabras se presentó camino de Schamann una de las alumnas a Ortega. A continuación, lo mejor es expresar en pocas palabras "cómo hacer más rico al empresario". En el tercer paso se debe explicar bien qué se necesita para lograr el "cómo" propuesto. Por último, y más importante, lanzar una petición de cita para volver a encontrarse.

Entre risas, por la vergüenza que causa una situación así, las chicas reconocieron la gran utilidad que puede tener este taller. Gara Sánchez, otra de las alumnas, lleva un año en paro, salvo trabajos esporádicos de pocas semanas. La chica espera que esta técnica pueda serle de utilidad en un futuro. "Me parece un recurso interesante, porque fomenta la autonomía, aprendes a destacarte y venderte", indicaba Sánchez, diseñadora de moda.

Al curso acudieron chicas con edades muy variadas, entre los 18 y los 37 años. Aunque, como indicó De Vidania, en la mayoría de los casos decir la edad en una presentación o indicarla en un curriculum puede suponer más un perjuicio que una fortaleza. La publicista señaló gran cantidad de útiles consejos como este a sus alumnas, de tal manera que puedan desenvolverse en el competitivo mercado laboral, dentro y fuera de un ascensor, en treienta segundo, o más.