La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista a Pilar Roca de Armas

"Mi abuelo hizo mucho por Canarias, pensaron darle una calle y no lo hicieron"

"La gente que nos visita se asombra de nuestro calendario cultural y tienen motivos para hacerlo", comenta la expresidenta de la Sociedad Filármonica de Las Palmas

Pilar Roca de Armas, ayer, en los alrededores de la Catedral de Santa Ana. TONY HERNÁNDEZ

Usted ha sido la primera mujer en ocupar la presidencia de la Sociedad Filarmónica en 167 años. ¿Cómo ha sido su trayectoria en esta organización?

He estado veinte años en la Sociedad Filarmónica, en la que entré como un miembro más, luego pasé a la vicepresidencia, y cuando Jerónimo Saavedra dejó su cargo para ocupar el de diputado del Común me convertí en presidenta en el 2013, hasta que este año ha cesado la junta directiva que presidía.

¿Qué opinión le merece la nueva junta?

Creo que ha sido un buen momento para renovarla y Pedro Schlueter ha tomado su presidencia con mucho entusiasmo. Él quiso que algunos miembros de la antigua directiva nos quedásemos, pero no ha podido ser así. En este aspecto debo destacar la inestimable labor de María Teresa Chesa Ponce, que en su etapa como contadora realizó cambios muy positivos, pero pienso que tarde o temprano todo se debe renovar.

Siempre se ha dicho que la Sociedad Filarmónica no ha contado con muchos medios.

Cuando Juan Estany era presidente nuestra sede estaba en los bajos del Teatro Pérez Galdós, luego nos fuimos a una habitación del edificio de las Academias Municipales en el Potrero donde estuvimos hasta el año pasado. Durante mucho tiempo confiamos en que cambiaríamos de sede, pero no fue hasta la llegada de Juan José Cardona cuando conseguimos trasladarnos, porque fuimos a pedírselo personalmente. También debo señalar que la anterior concejala de cultura, Isabel García Bolta, hizo mucho hincapié en ello. Entonces nos ofrecieron un edifico que se estaba restaurando al final de la calle Domingo J. Navarro, pero no nos pareció el más apropiado porque no se encontraba cerca de los lugares relacionados con la música. Finalmente logramos entrar en el Palacete Rodríguez Quegles, excelentemente ubicado y en el que no sólo contamos con una habitación sino también con la posibilidad de celebrar conciertos con músicos canarios. En este aspecto intervino mucho la actual concejala de cultura Encarna Galván, cuya ayuda ha sido fundamental.

¿Qué le parece su labor como concejala?

A mi juicio está haciendo una gran labor, es increíble cómo se preocupa por todo. Sin ir más lejos, el año pasado se celebró un concierto de Halloween en el Teatro Pérez Galdós cuya entrada era bastante económica, pero hubo un problema con las entradas, que no podían expedirse, y cuando vio que toda aquella gente que estaba haciendo cola en la puerta se iba a quedar fuera tuvo el gesto de ordenar que los dejaran pasar gratis. Que la ópera salga del Pérez Galdós gracias a la instalación de una pantalla gigante en la trasera del Teatro y la habilitación de varios centenares de localidades, a las que el público accede gratuitamente, también ha sido obra de ella y de los Amigos Canarios de la Ópera.

¿Cómo ve el panorama de la cultura en Canarias?

Lo veo muy bien, se ha elevado muchísimo, hay muchas inquietudes. No hay una semana en la que no se dé una conferencia, se presente un libro o se inaugure una exposición. El Museo Poeta Domingo Rivero hace cosas interesantísimas, también el Teatro Pérez Galdós y la Casa de Colón. Pero la cultura no solo está en la ciudad, hace unos meses acudí a la inauguración de una nueva sala modernista dedicada a Hurtado de Mendoza en la Casa Museo Tomás Morales. La gente que nos visita se asombra de nuestro calendario cultural y tienen motivos para hacerlo, porque a los que nos interesa la cultura nos encontramos con que no podemos ir a todos los actos, muchas veces hay varios el mismo día, así que tenemos que elegir.

¿Cuál es el nivel de los músicos canarios?

Nuestro nivel ha subido mucho, aunque siempre fue bueno, incluso era superior al de Madrid.

¿A qué se debe que en ese aspecto estuviéramos por encima de la capital?

A que hace muchos años, cuando todavía se viajaba en barco, por aquí pasaban muchos músicos, cantantes y compañías importantes camino de Buenos Aires, ya que nuestra isla era una escala obligada en su singladura y muchos de ellos tenían pactado cantar en nuestro teatro.

Entonces hay buenos músicos en Canarias.

Sí, este año fue la tercera vez que vinieron los holandeses para el Festival Internacional Bach en Canarias, y están cogiendo a músicos canarios porque se han dado cuenta de que tenemos a gente con un talento increíble, por eso tenemos que luchar para que no decaiga.

¿De dónde viene su amor por la música?

Vengo de una familia melómana. Mi abuela suiza sabía tocar varios instrumentos y solía hacerlo con los músicos más famosos. Es algo que en la actualidad puede sorprender, pero en aquella época era normal, porque había poca gente interesada por la música y la clase alta se codeaba con los grandes intérpretes, a los que invitaba a sus mansiones a tocar para ellos en sesiones privadas. Mi madre heredó su amor por la música y lo transmitió a sus hijos. Como resultado, en nuestra casa tenemos dos pianos en los que tocábamos mucho, a veces llegábamos a interpretar juntas mi abuela, mi madre y yo.

¿Cree que ya no se vive la música clásica como antes?

Por supuesto que todo ha cambiado, recuerdo que iba a los conciertos con mis padres desde que tenía nueve años, y como yo muchos otros niños a los que llevaban sus progenitores. Era como una obligación y aunque aquello fuera un mundo que nos extrañaba y al principio nos aburría, no nos atrevíamos a rechistar. Sin embargo, ahora cuando invitó a mi nieto a conciertos suele protestar.

Entonces se corre el riesgo de que a las nuevas generaciones no les interese la música clásica.

Sí, pero no creo que sea culpa de los jóvenes, sino de que ahora tienen muchas distracciones y poco tiempo. Debo reconocer que aunque llevé muchas veces a mis cincos hijos a conciertos y los puse a estudiar música, ninguno finalizó esos estudios, pero a pesar de ello estoy orgullosa de haberles inculcado el amor por la música clásica.

¿A qué cree que se debe el desinterés actual?

A que la sociedad ha cambiado mucho, los niños estudian más, no tienen tiempo y después de tantas horas de clase tiene muchos deberes y actividades extraescolares. Antes se vivía menos agobiado. En ese aspecto la vida ha empeorado, hasta el punto que cuando la Sociedad Filarmónica mandaba invitaciones para conciertos a colegios y al conservatorio no acudían ni los alumnos ni el profesorado. Sin embargo no todo es así, el Colegio Inglés sí lleva a sus alumnos e incluso nos hace donaciones.

¿Ve posible un futuro sin amantes de la música clásica?

Espero que eso nunca suceda, pero creo que incluso en el peor de los escenarios posibles es imposible que algo tan bello desaparezca.

¿Y cuál sería la solución?

Fuera de España tocar un instrumento musical forma parte del currículo educativo de la educación primaria, por ejemplo los hijos de mis parientes suizos tienen que aprender a tocar un instrumento de forma curricular, ¿dónde se ha visto eso en nuestro país? Conozco a muchos niños de otros países europeos que aprenden a tocar el fagot y el trombón en la escuela, instrumentos que a pocos se les ocurre elegir aquí. De esa forma se inculca a los niños desde pequeños el amor por la música y se desarrolla su sensibilidad musical.

¿Qué importancia tiene la sensibilidad musical?

La sensibilidad musical es importantísima, como prueba de ello basta señalar que por falta de ésta el Festival Internacional de Música de Canarias se ha ido a pique, ha sido un fracaso monumental y remontarlo va a costar mucho.

¿No cree que también ha tenido algo que ver la política?

Sin lugar a dudas, es algo que se ha llevado muy mal, allí había una cantidad enorme de intereses enfrentados, así que en cierto modo se veía venir lo que finalmente sucedió. Muchos músicos estaban descontentos con lo que estaba sucediendo. La gente que ha dirigido el festival ha realizado una labor nefasta.

Pero las cosas se han hecho mal no sólo en el festival.

Hay muchos ejemplos de ello, por ejemplo la orquesta tenía un convenio por el que donaba cuatro conciertos al año a la Sociedad Filarmónica. Cuando dejé la presidencia en enero resulta que para seguir con este convenio teníamos que pagar al director, pero a pesar de ello no podíamos elegirlo. Es un ejemplo de que todo se ha llevado de la peor forma, así que lo que finalmente ha sucedido era de esperar. Todos podemos tener fallos, pero hubo gente que se dejó llevar por su orgullo, la única que lo hizo correctamente fue Candelaria.

Supongo que se refiere a la exdirectora del festival Candelaria Rodríguez.

Efectivamente, Candelaria fue una mujer muy valiosa, conocía a los mejores directores, no en vano vivió veinte años en Viena y trajo a la filarmónica de California, pero no se le apreció lo debido. Como consecuencia de ello tuvo muchos roces con varias personas y decidió marcharse, fue una lástima.

Usted es nieta de otro personaje al que no se le ha hecho justicia.

Mi abuelo Laureano de Armas Gourié fue un hombre que hizo mucho por Canarias como presidente del Cabildo a finales del Directorio Civil de Miguel Primo de Rivera. Era un ingeniero formado en la Universidad de Zúrich que se casó con una suiza, Emmy Smidt y al que le gustaba mucho la arquitectura: el Convento de las Dominicas en Teror, la Casa Gourié de Arucas o La Chiripa y la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en Tenerife, son algunos ejemplos de esa pasión. Desgraciadamente murió muy joven y en reconocimiento a su gran labor pensaron ponerle su nombre a una calle, pero no lo hicieron.

¿Qué se ha hecho mal en la Filarmónica?

No estábamos contentos con Pedro Halffter como director de la Orquesta Filarmónica porque también era director artístico del Teatro de la Maestranza de Sevilla lo cual le impedía entregarse por completo a su cometido aquí. Por el contrario desde el 2000 Günther Herbig ha sido director artístico provisional de la orquesta y su principal director invitado desde la temporada 2006-2007. Viene de Estados Unidos y se está un mes haciendo lo que haga falta, machacando a los músicos, que a pesar de ello lo aprecian mucho porque es maravilloso.

¿Qué le parecen los recortes en cultura?

A este respecto recuerdo a una consejera de cultura que en una ocasión me confesó que pensaba que dado como estaba la sociedad por los efectos de la crisis, era más justo que el dinero que se estaba destinando a la música se entregase a una entidad benéfica que ayudase a los más desfavorecidos, y eso a pesar de que los músicos habían bajado mucho su caché. En ese momento le pregunté: "¿Le parece justo dejarlos sin la única forma que tienen de ganarse la vida, acaso no son trabajadores que tienen el mismo derecho que el resto a mantener a sus familias?".

La música de cámara ha sido un gran componente de las temporadas que programaba la Sociedad Filarmónica.

La Sociedad Filarmónica realiza conciertos de piano y orquesta, pero lo fundamental para nosotros es la música de cámara, que es la que la gente considera más difícil y aburrida. Hemos ampliado el número de intérpretes y a veces tenemos un cantante. A diferencia de gran parte del público que acude a los conciertos, nosotros no aplaudimos a todo, somos muy exigentes.

¿Cuál ha sido su relación con esos músicos?

Toda la vida los hemos invitado a cenar tras los conciertos, lo cual les sombraba enormemente porque es algo que fuera de aquí no se hace. Imagínese lo que teníamos que hacer para pagar la cena en un buen restaurante a un cuarteto o un quinteto con una Sociedad Filarmónica pobre como ella sola.

¿A qué se refiere?

A que teníamos que pagarlo de nuestro bolsillo ¡y ellos nos lo agradecían tanto! Por ejemplo, la pianista canadiense Angela Hewitt me contaba que cuando tenía que ir a tocar al Reino Unido se le venía el mundo encima porque solía llegar de noche al aeropuerto y nadie la esperaba, mientras que aquí no sólo la íbamos a buscar sino que al finalizar la invitábamos a cenar. De ese modo llegamos a conocer más de cerca a los músicos que nos confesaban que comenzaban tocando con pánico porque sabían que éramos muy exigentes. También nos hablaban encantados de la acústica del Teatro Pérez Galdós que se había hecho famosa a nivel internacional.

¿Cómo resumiría su vida?

Mi vida ha sido la música y por eso ha estado llena de satisfacciones, pero también he heredado de mi madre su dedicación a la beneficencia, ya que me inculcó la ayuda al prójimo. Ella llegó a comprar un local que convirtió en una tienda en la que se vendían todo tipo de productos a bajo precio.

Usted ha sido presidenta de Unicef en Las Palmas.

He estado atendiendo a los inmigrantes ilegales que estaban en la cárcel de Barranco Seco. Es algo que empezó mi madre y continuamos mi hermana y yo. Llevábamos ropa, pero eso es algo que actualmente hace la Cruz Roja y otras organizaciones. También una vez a la semana iba a allí y me dedicaba a traducir a los inmigrantes que no hablaban español.

¿Qué opina de la inmigración ilegal, la considera una amenaza para Canarias?

Lamentablemente ese es un tema muy politizado del que prefiero no hablar, pero no creo que suponga ningún peligro para el Archipiélago porque el 99% de los que llegan hasta aquí tiene como objetivo continuar su viaje a Europa.

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