La Autoridad Portuaria de Las Palmas acaba de anunciar la licitación de un servicio de control de la calidad de las aguas que se encuentran bajo su gestión. Con este concurso público, el órgano de gobierno del Puerto espera poder conocer su estado de forma periódica a través de una serie de análisis sistemáticos enmarcados en un plan de vigilancia.

El proyecto, que tiene un presupuesto de 200.000 euros y un plazo de ejecución de cuatro años a partir de la concesión al adjudicatario, renueva el que ya se puso en marcha en el año 2012 con idénticos objetivos -antes este tipo de análisis se realizaban en colaboración con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria- y que permitió, entre otros aspectos, avalar la calidad de las aguas que bañan la playa de Las Alcaravaneras, localizada en el interior de la zona portuaria entre el Muelle Deportivo y la Base Naval.

El análisis de las aguas se realizará en dos de los puertos gestionados por la Autoridad Portuaria de Las Palmas, los de La Luz y Arinaga. En ellos se han localizado ya un total de 11 puntos de muestreo donde se recolectarán distintos tipos de muestras. Estas servirán para evaluar tanto las aguas (medio pelágico) como los sedimentos (medio bentónico). Además, en algunos de los puntos de muestreo también se tomarán muestras microbiológicas.

En el puerto capitalino estas localizaciones estarán distribuidas en distintos puntos del puerto: al norte de La Esfinge, en la dársena de África, frente al tramo sur del dique Reina Sofía, junto al muelle León y Castillo naciente, al sur de este mismo muelle, frente al Santa Catalina y en la bocana de la playa de Las Alcaravaneras. En el caso del puerto de Agüimes, dos de los puntos estarán localizados en el interior de la dársena y los otros dos, entre el aerogenerador y la playa de Arinaga.

En todos estos lugares se valorará la calidad química tanto en el agua como en los sedimentos para determinar qué sustancias están presentes en el puerto. Se comprobará, entre otros aspectos, la presencia de metales como cadmio, el plomo, el mercurio o el arsénico, pero también de hidrocarburos aromáticos policíclicos y de otras sustancias, siempre que surjan actividades portuarias que sean susceptibles de emitirlas.

Los análisis que se realicen en el marco de este nuevo plan de control de la calidad de las aguas también deberán centrarse en el estado y potencial ecológico, tanto del líquido como de los sedimentos. Para ello en el agua se observará la turbidez, la presencia en ella de hidrocarburos, la salinidad, la saturación de oxígeno o la temperatura. En los sedimentos se medirá también el carbono orgánico, el fósforo o el nitrógeno, entre otros elementos.

La necesidad de un plan de calidad de las aguas viene establecida por la normativa europea, que a través de la Directiva Marco del Agua del año 2000 señaló la obligatoriedad de realizar estudios acerca de las repercusiones que pueden tener las actividades humanas en el estado de las masas de agua superficiales.

Además de este marco legal comunitario, un Real Decreto promulgado en 2015 establecía una serie de criterios básicos que sirven para homogeneizar el diseño y la implementación de este tipo de programas de análisis. Esta vigilancia, que estará activa durante un periodo de cuatro años antes de que deba procederse a la renovación del concurso público, también responderá a las recomendaciones específicas de obras marítimas establecidas de manera general por Puertos del Estado, que permiten establecer protocolos estandarizados de análisis.