"Queremos dar las gracias al cazador y al perro que los encontraron", aseguró ayer Loli Quesada Artiles, hija de Ana María Artiles García y Antonio Quesada Díaz, que fueron hallados el pasado domingo tras cinco años desaparecidos. Sus palabras irradian una mezcla de alivio y serenidad en medio de la plaza del Pilar donde, con claveles rojos y blancos y cirios que todavía están apagados, decenas de personas aguardan a que dé comienzo el minuto de silencio en honor sus padres. En el escenario cuelga desde por la mañana la pancarta con el rostro del matrimonio en la que esta vez está prendido un enorme crespón negro. "No es una buena noche para Guanarteme", anuncia la líder vecinal, Pepi González, ante los presentes. No lo es. Más bien es una noche rara, en la que se respira una mezcla de tristeza y emoción que se incrementa poco a poco con la llegada inesperada del resto de la familia de la pareja.

No hay muchos metros hasta la churrería en la que los septuagenarios fueron vistos por última vez el 6 de marzo de 2012. Hace apenas unos días que se resolvió la incógnita sobre su paradero. "Un descanso" para todos sus familiares, según confiesa la propia Loli. "Nosotros habíamos perdido toda la esperanza de encontrar sus cuerpos, porque vivos sabíamos que no estaban, por eso damos gracias de que esto haya pasado y poder saber dónde están", asevera. Y es que esta ha sido la lucha de sus hermanos, hijos y sobrinos a la que se sumó todo un barrio que ayer quiso brindarles una vez más su apoyo en unos días tan difíciles.

Con palabras de elogios y recuerdos sobre las costumbres que visiblemente tenían Quesada y Artiles en el vecindario, González inició el sencillo acto en el que se vivieron varios momentos especiales. El primero de ellos se fue con la colocación de las flores y la velas junto al enorme cartel que reza "Guanarteme con Antonio y Ana María". El segundo, tuvo lugar poco después cuando los asistentes al encuentro guardaron silencio que se rompió tras un minuto con un fuerte aplauso.

La emoción terminó por adueñarse de la plaza del Pilar donde también se encontraban familiares de otros desaparecidos a quienes se sigue pidiendo encarecidamente a las fuerzas de seguridad que se les continúe buscando. "Exigimos que exista el mismo protocolo en el Archipiélago que en el resto de la Península para encontrar a nuestros desaparecidos porque al final Antonio y Ana María les ha encontrado el perrito de un cazador", denuncia la líder de la asociación de vecinos que ha promovido marchas moteras y manifestaciones cada 6 de marzo para evitar que tanto el matrimonio como otras decenas de personas a quienes se les ha perdido la pista en Canarias caigan en el olvido.

El hecho de que en un espacio delimitado como el de las Islas todavía haya gente en paradero desconocido es algo que llama mucho la atención a José Jorge del Naranjo Israel. "A ellos [por el matrimonio] han tardado en encontrarles cinco años y mira dónde ha sido", señala. El hombre de 67 años, que es "nacido y ensolerado" en Guanarteme, conocía desde que era niño a Quesada y Artiles. "Ellos llegaron del norte hace muchísimos años", recuerda sobre el matrimonio cuya desaparición le causa "mucha inquietud", según confiesa. "Era una pareja sencilla, del barrio, en la que no se veía ostentación, ni se le conocían problemas de herencias o enemistades, así que es demasiado intrigante el móvil, la causa por las que alguien les haría daño", señala.

No es la única duda que le ronda en la cabeza al sexagenario que también se pregunta cómo pudieron llevar los cuerpos hasta el barranco de Agüimes y, lo más importante, quién pudo hacer algo así, teniendo en cuenta que se ha hallado la documentación de ambos y una cadena que podría ser de Ana María Artiles. "No parece que se trate de un robo", apostilla quien, además de "raro", considera que el caso es "detectivesco".

Son muchas las hipótesis que se barajan en el barrio donde muchos creen que la pareja se fue con alguien conocido el día de autos, aunque pocos se atrevan a reconocer esta teoría fuera del anonimato. Floro Hernández, propietario del Piscolabis El Pilar, es de los pocos que habla abiertamente del tema, ya que, según recuerda, "Antonio no era de los que confiaba en cualquiera, así que hay que esperar a ver que se sepa qué pasó". Al igual que otros, él los conocía de verles a diario y de atenderles en más de una ocasión por lo que se alegra de que hayan aparecido sus cuerpos para que puedan descansar en paz, al igual que su familia.