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La marcha de Santiago el barbero deja Vegueta en silencio

Colchonero hasta la médula, su familia lo consideraba "el rey de los favores", pues era conocido entre todos los vecinos por su simpatía

El barbero delante de su local. LP / DLP

La calle Padre José de Sosa, en el número 11, acogió durante más de cinco décadas la peluquería de Santiago Moreno Jiménez, más conocido como el barbero de Vegueta. Su fallecimiento, el pasado 20 de agosto, ha consternado a todo el casco histórico. "El barrio está en silencio", aseguran numerosos vecinos que conocían a un hombre que desprendía simpatía y era muy sociable con todos los que se relacionaba.

Su esposa, Carmen Hernández Hernández; sus hijos Lidia, María del Carmen (Nereida para la familia), y Héctor; sus nietos Cristina, Fernando, Ariadna y Elio; y su bisnieta Isora, lamentan profundamente la marcha de ese hombre tan "ameno, divertido y generoso", que siempre les acompañó, que quiso mantener en todo momento la familia unida en la casa de Vegueta.

Natural de Santa María de Guía, de joven decidió instalarse en la capital grancanaria para probar suerte en el mundo de la peluquería. Después de varios años trabajando en un pequeño establecimiento de San José, consiguió montar su propio negocio, modesto, eso sí, en la parte baja del barrio histórico. Los primeros años dormía dentro del local, mientras esperaba unos años a que se asentaran las cuentas.

A pesar de radicarse él y su familia en Vegueta, nunca se olvidó de su norte natal, "siempre abanderaba su pueblo", indican sus allegados. "Hasta el año pasado no faltábamos a las fiestas de Santiago de Gáldar y al día de la Virgen del 15 de agosto, en Guía", señala su hija María del Carmen, Nereida, como la llaman en casa de forma cariñosa. "Nunca se olvidó de sus raíces; siempre hemos sido una piña, cada vez que llegaba el momento oportuno arrancaba con todos hasta Guía", recuerda.

Santiago era toda una institución en su vecindario. Una persona muy querida por todos, culpa de su carácter y su forma de ser tan cercana con todos los que lo rodeaban. "Intentaba ayudar en todo lo que podía a todo el mundo, no solo en lo económico, era una persona muy generosa", cuenta su hija.

Su familia recalca que también era una persona "muy divertida, bromista", un barbero como pocos. "Hace poco lo vi en la panadería, a sus más de 80 años le dijo al dependiente que me atendieran a mí primero, porque era yo mayor", cuenta Manoli Martínez, vecina.

Su familia lo califica como "el rey de los favores". El barbero de Vegueta fiaba a más de uno y transmitía siempre su simpatía a las personas que les rodeaba. Míticas fueron las tardes junto a su inseparable amigo Paquillo, cortándole el pelo mientras este leía la prensa.

Un barrio que le recuerda

Hace unos 15 años que el barbero abandonó las tijeras y las navajas de su modesto local para disfrutar de su jubilación. Aún así, los vecinos de Vegueta siguen recordando aquellas tardes mágicas entre las cuatro paredes del local de la calle Padre José de Sosa.

"Era muy raro verlo solo, siempre había alguien dentro de la barbería", señala su hija. Los incondicionales de su local nunca dudaban a la hora de debatir acerca del tema estrella: el fútbol. "Era colchonero hasta la médula", indica Nereida. Los símbolos del equipo rojiblanco y de la Unión Deportiva Las Palmas decoraban las paredes de su peluquería. Un espacio que siempre se llenaba de tertulianos con ganas de darle tema de conversación a Santiaguito, como muchos lo conocían. "Era una persona que sabía de todo, siempre estaba informado, se pasaba el día contando historias", relata Manoli Ramírez.

Son muchos los vecinos del casco histórico que han sentido su partida. Un barrio que guarda entre sus muros miles de historias, unas más conocidas que otras. En este caso, las paredes de una peluquería masculina guardaron durante mucho tiempo el discurrir de la vida cotidiana. Un ajetreo protagonizado por un Santiago que se hacía querer por todos aquellos que se cruzaban en su camino.

Los abogados que frecuentaban los numerosos despachos de Vegueta no dudaban en poner su pelo y su barba en manos de Santiago. Los médicos del Centro de Especialidades Prudencio Guzmán, entre otros profesionales del barrio tampoco dudaban a la hora de confiar en la habilidad del peluquero con las tijeras y el peine en mano.

Dicen sus allegados que hasta el último momento no faltaba a sus paseos diarios. No dejaba de salir a la calle, de ir hasta la zona de los hospitales en muchas ocasiones. Le encantaba hacer ejercicio y relacionarse con todo el mundo. "Saludaba a todos, los conociera o no", recuerdan varios vecinos. "Siempre que iba o venía de la guagua en la plaza de Santa Isabel me saludaba, si no tenía clientes salía a la puerta a esperar a que pasara alguien", recuerda Manoli sobre aquellos tiempos.

Sus amigos, vecinos y conocidos podrán dedicarle un último adiós mañana viernes, a las 19.30 horas, en la misa funeral que se celebrará en la parroquia de San Agustín, más conocida como Santa Rita, en Vegueta. Su familia agradecerá profundamente la asistencia de todas las personas a las que Santiago quiso tanto en vida.

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