Después de la tormenta, dicen que siempre llega la calma. Pero eso parece no ser aplicable a Sierra Leona, una república que se ha visto inmersa en numerosas situaciones que han puesto a prueba su capacidad de superviven-cia en los últimos tiempos. Este mes de agosto, las incansables lluvias provocaron inundaciones y corrimientos de tierras que han podido acabar con la vida de más de un millar de sierraleoneses. Por ese motivo, el Consulado Honorario en Canarias del país africano ha abierto sus puertas durante esta semana para que todo aquel ciudadano que quisiera se acercase a sus oficinas a firmar el libro de condolencias por este trágico suceso.

Según la cónsul en Canarias, Soraya Mustapha Khallow, esta semana acudieron muchas personas a mostrar sus condolencias por la catástrofe en el país africano, tanto sierraleonenses como canarios y "colegas consulares". Allí se personaron los representantes de Guinea Ecuatorial, Finlandia, Luxemburgo o Corea del Sur en el Archipiélago para dejar su firma y mejores deseos en el libro habilitado para tal efecto. "Incluso gente escandinava", añadió, visiblemente emocionada, ante la avalancha de solidaridad.

Además de los que acudieron personalmente a la sede consular en la calle Albareda de la capital grancanaria, son muchos los que llamaron por teléfono a la propia cónsul o enviaron sus condolencias a través de correos electrónicos. "Muchos de ellos no los conozco, pero han querido solidarizarse con el padecer del pueblo de Sierra Leona", expresó.

Entre aquellas personas que se acercaron a la sede consular se encontró un matrimonio de canarios que tienen Sierra Leona dentro, Getulio Lorenzo y María de la Salud Cárdenes. El marido marchó a Sierra Leona en 2011 para buscar trabajo, una forma de ganarse la vida. "A día de hoy, mi país es más Sierra Leona que España", aseguró. Estuvo viviendo en la zona del corrimiento durante algún tiempo y conoció a muchas de las personas que ahora se encuentran en las listas de fallecidos o desparecidos. "He tratado de contactar con ellos y no me ha sido posible. Me temo lo peor", explicó.

"Yo lo siento como si fuera de uno, y he conocido otras catástrofes, como las inundaciones del año 2015. Siempre me han acogido bastante bien y por eso es triste ver que les sucede estas cosas. Ahora vuelves y te tropiezas con conocidos que habrán sufrido alguna pérdida, o niños que podrían haberse quedado huérfanos", admitió con pesar.

Su mujer dijo que, por desgracia, "estas cosas siempre les ocurren a los más pobres, porque son los que se encuentran en situaciones más desprotegidas". Aseguran que son personas muy "felices" porque "se conforman con lo que tienen". Su día a día está cargado de aventuras y han sabido exprimir lo bueno de la vida al máximo. "Encima, lo poco que tienen lo comparten, son muy solidarios y hospitalarios", concluyeron.

También mostraron sus condolencias varios sierraleonenses que han vivido el suceso desde la distancia, siempre acordándose de sus más allegados, que siguen viviendo dramáticas situaciones en su país natal. A Melvina Collier la trajo su marido hace siete años, quien ya vivía en Canarias desde hacía un tiempo. Su familia vivía cerca de la zona afectada, pero no resultó nadie herido de gravedad tras los corrimientos de tierra.

Sin embargo, rompió a llorar al recordar lo que su pueblo ha sufrido con el ébola, que se llevó por delante a algunos amigos cercanos y que tanto azotó a la población de la república en los últimos tiempos. "Somos todos hermanos, como una gran familia", apuntó. Los sierraleonenses son personas sinceras, luchadoras y que siempre están dispuestas a ayudar a los suyos. De ahí, su tristeza ante la catástrofe ocurrida en su país, que afectó a tantos de sus hermanos.

Para su compatriota Samuel Davies, que lleva un cuarto de siglo en Gran Canaria, no es ningún secreto que en Sierra Leona "han pasado muchas cosas", desde una guerra civil que duró diez años y terminó a principios de siglo, hasta este último suceso, pasando por la epidemia de ébola que diezmó la población. "Yo tengo familia en Sierra Leona, están mis hijas, mis hermanos... cuando pasó este suceso ellos no estaban ahí, pero acabó con un pueblo entero que se quedó bajo la tierra", admitió antes de añadir que, aún así, "es muy triste" porque tiene amigos, "más bien hermanos", que sí se han visto afectados.

Las palabras de Denis Johnson Cole no varían mucho de las pronunciadas por sus dos paisanos. Para este sierraleonense fue muy duro dejar a su mujer y sus cinco hijos atrás hace ya 11 años en busca de una vida mejor para darle a los suyos. "Llevo sin verles desde que vine aquí, a Gran Canaria. Nos comunicamos vía telefónica o a través de Internet", explicó. Ha intentado muchas veces traerles a tierras canarias, pero el papeleo siempre supuso una barrera insalvable para él.

Sin embargo, su familia no se vio afectada por los desprendimientos de la localidad de Regent, a las afueras de Freetown, la capital del país. "Ellos se vieron afectados igualmente por el viento, que se llevó el tejado de nuestra casa. Aparte de eso, no sufrieron ninguna herida de ningún tipo", reconoció.

"Toda esa zona es de gente pobre, con casas que son construidas con materiales inestables. Además, el suceso se produjo muy temprano, sobre las 6.00 horas, cuando mucha gente estaba durmiendo todavía, o despertándose para irse hacia el trabajo. Y muchos de ellos ahora están muertos, cerca de un millar. Es demasiado, es demasiado dolor", concluyó visiblemente afectado.