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Historia ¿Surfeó la escritora en La Cícer?

La misteriosa ola de Agatha Christie

Los historiadores discuten si la autora pudo haber surfeado en las playas de Las Palmas de Gran Canaria

¿Llegó Agatha Christie, la famosa escritora policíaca, a coger una tabla de surf y probar las olas de la zona de La Cícer de la capital grancanaria en 1927? Esa es la pregunta que se hacen algunos historiadores que han estudiado los viajes de la autora británica al archipiélago canario, pero que no pueden certificar que hubiera practicado el deporte en la bahía de Las Canteras. Mientras, el Ayuntamiento capitalino mandará a Comisión su propuesta para erigir una plaza a la dama del misterio allí donde, supuestamente, tantas horas pasó en aquella lejana década de los 20.

El surf y Agatha Christie parecen tener una relación fundamentada en estudios y fotografías que algunos investigadores han logrado encontrar. El más conocido fue el que hace seis años dio a conocer el experto en historia del surf Peter Robinson, fundador del Museo del Surf Británico en la localidad de Braunton. Según él, la escritora habría conocido las bases del deporte de la tabla durante un viaje a principios de 1922 con su primer marido Archibald, tal y como escribió en su autobiografía. En su estancia en Ciudad del Cabo, una de las capitales de Sudáfrica, aprendió de los habitantes locales a hacer bodyboard, mientras que en Hawaii logró ponerse, por primera vez, de pie en una tabla. Un descubrimiento que, según el propio Robinson, llegó "por sorpresa".

Más adelante, Christie, ya separada y con su hija y secretaria, trató de escapar de la depresión que tenía en Devon y viajó a la isla de Tenerife. Según el historiador Nicolás González Lemus, autor de varias obras sobre ese viaje, "vino el viernes cuatro de febrero de 1927 a Santa Cruz de Tenerife para trasladarse hasta el Puerto de la Cruz", lugar que le recomendaron en Inglaterra por su tranquilidad. En el municipio norteño consiguió terminar una de sus novelas y, tras ello, pidió al hotel referencias de lugares en los que se pudiera dar baños. González Lemus afirmó que en el hotel Taoro, donde se hospedó en su periplo tinerfeño, le recomendaron las playas de la capital grancanaria.

"Ella se va a Las Palmas de Gran Canaria el 27 de febrero en el barco Viera y Clavijo, y allí permanece la semana que le faltaba hasta el 4 de marzo que regresaba el barco de la Royal Navy desde Sudáfrica y hacia el Reino Unido", confirmó el historiador. Con todo, no tiene del todo claro que la famosa autora de misterio hubiera surfeado en su viaje a la Isla. "Ella no trajo su propia tabla y me pregunto dónde estaba la tabla en 1927 en la ciudad", comentó antes de agregar que, si no fue en ese año 1927, no pudo haberlo hecho más adelante ya que aseveró que Christie "no vino después".

Además, el investigador tinerfeño recalcó que la gran dama del misterio fue "un poco mentirosilla" en su autobiografía en la que, entre otras cosas, habló de Las Palmas de Gran Canaria como una "ciudad muy turística", algo que calificó de prácticamente imposible en aquella época. "La hija de Christie vino con su hijo e informó a su madre de lo turístico de la capital, y eso puede dar lugar a interpretar que vino más veces para las Islas. Ella no volvió a viajar sin la compañía de su marido, y además, si cogía un avión en aquella época, ya no pasaba de incógnito debido a su fama creciente", apostilló.

Por eso, considera cuanto menos discutible lo que pone en la placa en honor a la autora inglesa detrás del antiguo hotel Metropole de la capital, donde se hospedó en aquella semana de 1927, en el que se cita que habitó en ese edificio durante "largas temporadas".

El "surf bathing" en la ciudad

En cambio, Jaime Rubio Rosales, escritor e investigador, publicó un artículo en el que aseguraba que la dama del misterio había practicado surf en Gran Canaria. En ese documento, Rubio dijo que Christie había escrito en su relato ambientado en la isla, La Señorita de Compañía, una referencia al "surf bathing" en las playas de Las Palmas de Gran Canaria. Él añadió que se había llevado la tabla de surf en su viaje a Ciudad del Cabo, Australia, Nueva Zelanda y Hawaii, dando por hecho que tenía una en la década de los años 20.

De esa manera, Rubio hizo una rápida conexión entre las pruebas fehacientes de que Christie surfeaba en la época en que vino a Canarias y su comentario en el relato ambientado en la isla sobre las bondades de la capital para la práctica del surf, para establecer que la escritora policíaca pudo haber sido pionera del deporte de la tabla en el Archipiélago.

Las dificultades de los pioneros

Para que ello fuera así, la escritora habría tenido que traerse su propia tabla desde Reino Unido ya que, según uno de los pioneros del surf en Las Canteras, Miguel Ángel Ortega El California, hasta "principio de los 80" no existieron en la Isla tiendas especializadas en el material necesario para practicar el deporte. Este mítico surfero, junto con otros siete compañeros de aventuras, fueron además los pioneros en subirse a la tabla en la capital, al menos de los que se tiene constancia.

"Las tablas que nosotros teníamos en aquella época eran de las gentes que recalaban por aquí en sus viajes, sudafricanos, británicos, norteamericanos..., y nosotros se las comprábamos a ellos", recordó El California, que apostilló que, de otra manera, hubiera resultado imposible surfear en Las Canteras hasta la aparición de las primeras tiendas en los años 80, las cuales aparecieron amparadas por la práctica del deporte que estos pioneros lograron convertir en algo más cotidiano para los ciudadanos de la capital grancanaria.

Ortega admitió, no obstante, que la zona de La Cícer resultaba cercana para aquellos extranjeros que llegaban al Puerto de Las Palmas en la primera mitad del siglo pasado. "Es el único sitio en el que hay olas en la capital y que, además, es próximo al puerto", indicó antes de agregar que es posible que la escritora hubiera podido hacer gala de sus cualidades sobre la tabla, siempre que ella misma hubiera traído la suya de su país natal. Lejos de la playa capitalina, El California explicó que hay sitios que también son óptimos para la práctica del deporte que ama, como es "la zona del noroeste de Gran Canaria, Bañaderos, Guía, en las que hay bastantes sitios en los que se puede hacer surfing".

Ello lleva a la duda de si poseía la escritora su propia tabla de surf y el resto del material necesario para coger olas. Según Kevin Cook, director del Museo de Surf Británico de la localidad de Braunton, no les "consta" que la tuviera. "Ella usó tablas de los habitantes locales tanto en Sudáfrica como en Hawaii", convino. Según Cook su investigación no ha conseguido todavía encontrar ninguna foto en la que se viera a Christie sobre una tabla en alguna playa británica. "Las únicas fotos que tenemos son de sus estancias en Hawaii y en Ciudad del Cabo", apostilló.

"A ella le gustaba nadar en el océano, y nos consta que ella disfrutó la actividad de nadar en las islas Canarias. Ella surfeó en Sudáfrica y Hawaii, pero si no había tablas de surf en el Archipiélago, es difícil que haya podido hacerlo también en sus aguas", concluyó Cook desde su residencia en el sur del Reino Unido.

Los indicios, de esta forma, parecen indicar que la gran dama del misterio también convirtió su afición al surf en otra de las historias propias de sus novelas policiacas. Si bien sabía coger olas, tal y como demuestran las investigaciones de sus viajes a Ciudad del Cabo y Hawaii, la escritora no tenía su propia tabla, al menos que se sepa. Ello se une al hecho de que este deporte todavía era un eco lejano en la sociedad canaria de los años 20 para conformar un mosaico difícil de unir en torno a la conclusión de que la dama del suspense haya podido surfear en Gran Canaria.

Una historia por delante

Mientras, el Museo de Surf Británico continúa con sus estudios acerca de si Christie pudo convertirse en la primera mujer de Gran Bretaña en permanecer de pie sobre la cresta de una ola, y una de las primeras personas tras el príncipe Eduardo. Según el investigador Peter Robinson, este hecho ha demostrado que la escritora se pudo convertir en "una de las miembros de la primera oleada de nuevos surferos".

Se sabe del retiro que se construyó la autora en Burgh Island, en la localidad de Devon, en los años 30. Cerca de allí hay algunas interesantes playas para hacer surf. Pero si ella lo hizo en esas costas sigue siendo un misterio.

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