El fallecimiento de José Luis Samper Sepúlveda el pasado sábado a los 72 años ha llenado de pesar a toda la comunidad portuaria de Las Palmas de Gran Canaria. Su trayectoria profesional estaba unida desde hace casi cinco décadas al devenir de La Luz, donde marcó un antes y un después en las labores subacuáticas de los muelles. A ellas se dedicó a través de su propia empresa, la primera dedicada de manera "profesional" al submarinismo en las aguas capitalinas, según destacaron de forma unánime ayer relevantes figuras del puerto.

Samper fue pionero en la introducción del buceo con escafandra autónoma en el puerto. Dotado de un tesón a prueba de inconvenientes, creó la primera empresa de la isla que se dedicó a labores subacuáticas de manera profesional. "Fue una iniciativa puntera", señala un amigo suyo que destaca su entrega incansable hasta tiempos recientes.

Hace un año obtuvo su último gran logro, cuando un equipo de su empresa logró recuperar unos cañones y un ancla del siglo XVIII hundidos en aguas de la bahía capitalina, entre el extremo sur de muelle León y Castillo y la dársena deportiva, a 20 metros de profundidad.

Antes de eso hubo una infinidad de trabajos que le fueron granjeando un prestigio que todos destacan: "Era de las personas que ayudaron a hacer del puerto lo que es", subraya José Juan Rodríguez Castillo, que en su etapa profesional como oficial de Trasmediterránea coincidió con el ahora fallecido durante unas labores de reparación de un barco en aguas de Guinea Ecuatorial.

"En los años 60 y 70 era el único buzo profesional que había en el puerto, así que además de una persona extraordinaria era toda una institución", añade otro amigo de Samper Sepúlveda que compartió con él peripecias laborales durante varias décadas. "Todo lo ha hecho con mucho trabajo y dedicación", insiste.

Su pasión por el trabajo le llevó a involucrarse en asuntos que no tenían que ver directamente con las labores portuarias, pero que requerían de una ayuda que solo él, gracias a sus conocimientos y equipo técnico, podía prestar. Así pasó en multitud de ocasiones con las fuerzas de seguridad del Estado, que antes de estar dotadas de cuerpos especializados en submarinismo recurrían a él siempre que había alguien en apuros caído en las profundidades de un pozo o cuando se hallaba algún cadáver de difícil recuperación.

"Era un hombre que dio mucho a la sociedad", reconoce quien fuera jefe del Grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil en Gran Canaria, Juan Ortega Machín, a quien Samper Sepúlveda acogió con cariño cuando llegó a la isla en mayo de 1982 para poner en marcha esta unidad de la Benemérita. Le enseñó todo lo que sabía sobre las aguas de La Luz y con sus consejos ayudó a que la unidad tomara forma: "¡Cómo asentó aquí el submarinismo profesional y cómo colaboró de manera altruista! Lo ofreció todo a cambio de nada", lamenta.

Esa predisposición a la ayuda no pasó desapercibida para las instituciones, que lo condecoraron en multitud de ocasiones. Durante todo su desempeño profesional recibió distinciones del Cuerpo Nacional de Policía, la Guardia Civil o el Ejército. No sólo los cuerpos de seguridad: la Autoridad Portuaria, por ejemplo, reconoció en 2010 sus años de trabajo continuo en el puerto y hace solo seis meses, en marzo, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria lo incluyó entre los premios entregados por el 150º aniversario de los bomberos de la capital en reconocimiento a su apoyo desinteresado al cuerpo.

Isletero de pro, Samper Sepúlveda nunca dejó atrás el barrio marinero por excelencia de Las Palmas de Gran Canaria. De hecho hizo de su casa -"Un auténtico museo", según sus amigos- un sitio de peregrinación en el que las puertas estaban abiertas para todos, desde los más poderosos hasta los más humildes.

Hasta allí se solían acercar todo tipo de personas relacionadas con el puerto -"Raro era el día que no tenía alguna visita"- para disfrutar de una comida y contemplar la vasta colección de recuerdos marinos que atesoraba, entre los que había algunos recuperados por él mismo y otros conseguidos en casas de anticuarios.

En tierra firme o sobre el mar, al nivel de la superficie o bajo las profundidades, el Puerto pierde con Samper Sepúlveda a un referente histórico que, como concluyen sus allegados, "hacía de todo". Su familia -deja viuda y 10 hijos- y sus amigos le dieron un último adiós ayer por la tarde con una misa funeral que tuvo lugar en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de La Isleta.