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Colegio Claret Ampliación del centro en Tamaraceite

El padre Vidales, motor de la ampliación del Claret

La comunidad educativa homenajea el 29 de septiembre al impulsor de la cooperativa de padres que construyó la sección de Tamaraceite

Imagen de una de las primeras promociones de EGB.

Hay personas que necesitan toda una vida para dejar huella entre los que están a su lado, y otros que calan hondo, como una ráfaga, en poco tiempo. El padre Antonio Vidales de Abajo, misionero claretiano en Tarija (Colombia), es de estos últimos. A pesar de estar tan solo siete años en el Claret como director -de 1967 a 1973- contribuyó de forma decidida a su transformación, al impulsar la cooperativa de padres que construyó y sostuvo el complejo existente hoy en Tamaraceite. La comunidad educativa del centro le rinde el próximo 29 de septiembre un homenaje.

La presencia de los claretianos en la Isla es larga. En 1840 el padre Antonio María Claret, fundador de la orden, llegó a Canarias y en 1883 se abrió un colegio en el Palacio del Obispo para 250 chicos. Siete años más tarde ya levantaban un centro en Arenales. Primero vino el de la calle Canalejas y, posteriormente, el de Obispo Rabadán.

Sin embargo, el centro religioso se quedaba pequeño para la demanda que había a finales de los años 60 del siglo pasado y las nuevas necesidades educativas que imponía la ley de Educación Básica de Villar Palasí, que en 1970 estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años. Todo ello en un contexto social en el que la educación pública nada tenía que ver con la que hay ahora y en el que las plazas escolares escaseaban.

El padre Antonio Vidales, natural de León, llegó al centro en 1967 para sustituir al padre Carlos Díaz Muñiz, destinado por la comunidad religiosa a Granada, y se convirtió en una pieza clave para levantar la sección de Tamaraceite, en la que estudiarían las primeras promociones de la EGB.

El edificio de Arenales se había quedado pequeño y se hacía difícil crecer dado que las instalaciones estaban rodeadas de edificios. La comunidad educativa decidió entonces comprar unos terrenos en las afueras de la capital, en la zona de Tamaraceite; que entonces era pleno campo, para construir un nuevo colegio.

La inversión se realizó en 1969 gracias a un préstamo de la Caja insular de Ahorros, pero la empresa de levantar el centro resultaba costosa para la comunidad religiosa dado que se había presupuestado su construcción en más de 486. 000 euros. Pero ahí estaba el innovador padre Vidales, que animó a los padres de los alumnos a constituirse en una cooperativa para que fueran propietarios del colegio de sus hijos, así como de los nuevos que llegaran. Y así fue. El 19 de octubre de 1973, el Ministerio de Trabajo daba el visto bueno a la cooperativa de enseñanza San Antonio María Claret, formada por unos 1.100 socios y presidida por FranciscoTrujillo Perdomo.

Las participaciones, a poco más de 150 euros que podían ser abonadas en 24 mensualidades, sumadas a los más de 360.607 euros concedidos por el Banco de Crédito de la Construcción a los claretianos por ser declarado el colegio de interés social por el Consejo de Ministros, financiaron la ampliación, cuya primera piedra se colocó el 8 de agosto de 1973.

El director actual del centro, Juan José García, que coincidió con el misionero cuando Vidales era Superior Provincial de la provincia Bética tras su estancia en Gran Canaria, indicaba que el padre Vidales "fue el motor" de que aquella aventura se llevase a cabo. "Aglutinó y motivó a un grupo de padres muy comprometidos con el centro y con la educación que recibían sus hijos; fue un salto importante para el colegio tanto en calidad como en capacidad que ha hecho posible que hoy estudien allí unos 1.250 de Primaria y primer ciclo de la ESO, de los 2.200 alumnos que en total hay en el centro con Infantil (edificio de Canalejas) y Secundaria y Bachillerato (edificio de Rabadán)".

García señaló que el padre Vidales actuó en aquellos años de líder gracias a la "visión de futuro" que supo tener con el centro, de ahí que este año, que se cumple el cincuenta aniversario de su llegada a la Isla, hayan decidido recuperar "la memoria histórica" del colegio para rendirle un cariñoso homenaje, al que se ha invitado a antiguos y nuevos miembros de la comunidad educativa.

Entre las virtudes del padre Vidales, resaltó su "gran inteligencia; muy práctica", el ser un gran comunicador y el poseer un espíritu como misionero claretiano "muy evangelizador", con una visión de la Iglesia en la que los laicos juegan también un papel importante. Dotes que, según García, le sirvieron para "aglutinar" a los padres en la empresa de ampliar el colegio y ocupar también cargos importantes dentro de la comunidad religiosa claretiana.

El jurista José Mateo Díaz, expresidente de los tribunales superiores de Canarias y Madrid y exmagistrado del Supremo, recordaba esta semana que "la providencia se sirvió del padre Vidales" para formar la cooperativa, de la que fue presidente de su junta directiva en aquellos primeros años.

"Estaba destinado en Antequera como juez y al ascender a magistrado me trasladaron a la capital; al llegar aquí quise meter a mis hijos en el colegio porque yo había sido claretiano y me encontré que no tenían plaza y que había una gran demanda de puestos. Fue la primera vez que oí hablar de la cooperativa de padres, sería el año 1972,73", explicaba.

El juez indicó que el coste total del complejo fue "el doble de lo que teníamos asignado". "Una de las primeras unidades que terminamos fue el espléndido gimnasio, señal de que las cosas habían cambiado en materia educativa. La anécdota fue que hubo una lluvia torrencial y estropeó totalmente el parqué y gran parte de los aparatos antes casi de estrenarlo", contaba para indicar algunos de los contratiempos que tuvieron.

Mateo añadió que a aquellos padres que se marchaban de la Isla por razones laborales se les devolvía su aportación, aunque la mayor parte de las familias, en agradecimiento, "optaron por no reclamar las participaciones, que nosotros fuimos entregando a la comunidad claretiana". Según el jurista, los religiosos utilizaron el dinero "inteligentemente", becando a algunos chicos de Tamaraceite en el centro.

El sostenimiento del centro no estuvo exento de vicisitudes. Entre otras cosas, porque en la década de los 80 hubo un gran debate sobre si los colegios privados debían o no recibir dinero público para su financiación. Un debate que finalizó con el concierto educativo, del que hoy se beneficia el centro. "Me pasé horas hablando de ello con Carmelo Artiles y Jerónimo Saavedra, del PSOE, y con la gente del PP. En todos ellos encontré comprensión para que existiera ese pluralismo tan necesario en la educación", puntualizaba el magistrado, quien comentó que el ideario católico que imperó siempre en el centro nunca fue un impedimento para que las familias de otras religiones se integraran sin problemas en el colegio y quisiesen que sus hijos estudiaran allí. "A mi no me van a recordar por las sentencias que he puesto, son flor de un día y solo les interesa a los interesados. En cambio, estoy muy satisfecho de la labor que hice e hicimos en la cooperativa, con la ayuda de los misioneros, porque en el colegio han estudiado muchas generaciones de canarios".

Palabras de cariño y agradecimiento hacia el padre Vidales también las trasmitió esta semana Josefina Durán, nombrada directora del centro Infantil escasos meses antes de que entrara el claretiano a dirigir el centro.

"Era un hombre innovador para la época, con unas ideas muy claras, muy humano". Durán rememoraba que el padre Vidales "hacía de todo" si se daba el caso. Y puso como ejemplo el día que cogió la guagua que tenían y comenzó a repartir a los niños a los que no habían venido sus padres a recoger por sus casas.

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