Tarde de libros, aunque no al uso. Eso es lo que fue ayer la ruta por las librerías históricas de Vegueta y Triana durante el siglo XX, que organizó la Junta de cronistas oficiales de Canarias, en colaboración con la Asociación de Vecinos Terrero-Guiniguada, con motivo de las fiestas patronales de San Francisco, del barrio de Triana. Un recorrido sentimental lleno de curiosidades e historias sobre sus dueños, la censura y la distribución literaria en las Islas, entre otros aspectos, sobre los lugares en que estuvieron ubicados cuatro de estos negocios: Hispania, Selecciones, Larra y Rexachs.

Dos placas en la calle Constantino y en la calle Muro recuerdan desde ayer a dos de estas librerías: Larra y Selecciones.

El primero en desempolvar los libros de sus estanterías fue el cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Laforet, que se encargó de dar a conocer a más de medio centenar de vecinos y ex libreros la historia de la antigua Librería Hispania, situada en la calle Obispo Codina, donde hoy se encuentra el local Te lo dijo Pérez.

Se da la circunstancia de que en la vía hubo varias librerías durante el siglo XX: Gran Canaria (1908-23), Moderna (1925-31) e Hispania (1931-1977)

Laforet explicó ayer que Gran Canaria fue abierta por el hermano del alcalde José Mesa y López y que entre sus material de venta también incluía partituras musicales. Respecto a la librería Moderna resaltó que "tenía libros de todo tipo" y que aparte de traer libros por encargo a los clientes también vendía "periódicos y revistas nacionales e internacionales como el ABC, Blanco y Negro; Estampa y Mundo Gráfico, que llegaban por suscripción". Además de tener la representación de Espasa Calpe en la capital.

Hispania fue fundada por Agustín Navarro Romero en 1931 y fue uno de las librerías más prósperas de la capital durante los años 60 y 70, incluso llegó a tener sucursales en La Isleta y en Schamann. En su caso distribuía los libros de la editorial Anaya. "Se comentaba, aunque yo no lo he podido contrastar, que conseguía libros prohibidos bajo cuerda. Y puede ser cierto por la respuesta que dio en una entrevista que le hicieron a su dueño en 1972. Al preguntarle qué leía él; respondió: No tengo tiempo, pero leo LA PROVINCIA y Cuadernos para el diálogo", contó el cronista oficial de la ciudad, que añadió que eso no fue óbice para que en tiempos del Franquismo vendiera también libros falangistas y que el dueño llegara a ser presidente de los libreros en el entonces Sindicato Vertical, en los años 50.

El negocio cayó en declive a mediados de los 70 y echó el cierre en 1977 después de un concurso de acreedores.

En la calle Muro, donde hoy se ubica el bar La Plazuela, se encontraba la librería Selecciones, fundada en 1925 por María Quesada, quien se la dejó posteriormente a su nieta Pacota Mesa antes de pasar en 1945 a Domingo Jaén y a sus descendientes. Son los primeros datos que ofreció el presidente de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, José Antonio Luján, encargado de contar la historia de este local.

En dicho lugar, los hijos de Domingo Jaén -Mireya, Aristides y Lucky- descubrieron una placa, acompañados del hijo del dueño de Canaima -Antonio Rivero-, quien a los 14 años aprendió el oficio en la librería de la familia Jaén. En dicho homenaje ha colaborado la Real Sociedad Económica Amigos del País.

La librería, que llevaba el nombre de la revista hispano-cubana Selecciones, era conocida como "la librería de izquierdas" por el material de los libros que traía, pero también por su dueño Domingo Jaén. "Tenía el carnet número 13 del partido socialista en Las Palmas y estuvo en el campo de concentración de La Isleta y en Gando", comentó Luján. Tanto es así que la librera no estuvo nunca a su nombre por ser un represaliado de la Guerra Civil.

"Los libros llegaban a Las Palmas por correo, y por amistad dejaban pasar la mercancía. Los paquetes los repartía Antoñito el tartanero. No obstante, había una censura persecutoria a cargo de Sebastián Jiménez Sánchez que era censor de películas y de libros. Y los libros prohibidos se vendían en el sótano", dijo el historiador, que destacó las tertulias que se organizaban en el local, donde pasaron personajes como Néstor Álamo; los hermanos Millares; Pedro Perdomo; entre otros.

Desde ayer también figura una placa en la calle Constantino, recordando a la librería Larra (1967-1986), a escasos metros de la administración de Lotería, en la misma calle. La librería fue comprada por José Caballero Millares, quien la regentó con su sobrino Pedro Schlueter , hoy presidente de la Sociedad Filarmónica Las Palmas. Precisamente, fue Schlueter el encargado de contar su historia, después de descubrir la placa junto a Mela Alcántara Pérez, empleada durante años en la empresa.

El negocio se levantaba sobre la antigua librería Margara Boss, que estuvo abierta unos diez años. Pedro Schlueter recordó que fue una de las primeras en traer a la ciudad las colecciones de bolsillo. Entre ellas, la de Alianza Editorial y Austral, para los que tenían en exclusiva su distribución. Y también en instalar en el local un "rincón canario" dedicado a libros y autores isleños.

Pedro Schlueter habló de cómo se distribuían entonces los libros en la Isla y de cómo se saltaba la censura. "Las distribuidoras de Madrid pasaban un listado por correos que nada tenía que ver con los libros que se traían. El problema era que luego no sabíamos el precio que le correspondía a cada ejemplar", comentó, mientras indicó que tuvieron durante años el teléfono intervenido. A pesar de ello nunca les cerraron la librería, aunque otros negocios si pasaron por esa circunstancia.

El último capítulo de esta historia literaria fue de la mano de la ex concejala de Cultura del Ayuntamiento, Isabel García Bolta, que desgranó algunos detalles de la librería Rexachs. Uno de los últimos negocios en echar el cierre -2016- a causa de la subida de los alquileres viejos.

El negocio, fundado por José Rexachs Miranda en 1954 en la que fuera la librería-imprenta El Siglo (1934) ha sido también otro referente. "Rexachs, oriundo de Barcelona, fue presidente de la asociación de empresarios del Papel y Artes Gráficas; presidente de la primera Asociación de Empresarios de Triana y logró celebrar en la capital el III Congreso Nacional de Libreros de España", destacó Bolta sobre el empuje de este librero en la sociedad capitalina, cuyo negocio traspasó a sus hijos José -presente ayer en el acto - y Pedro, en 1971.

La librería fue también un negocio de imprenta y de encuadernación, donde aparte de estampar recordatorios de comuniones e invitaciones de boda "se hicieron banderolas para las corridas de toros o para condonar la muerte del Corredera". No en vano, sabían de la materia ya que el abuelo tuvo en la calle Clavel una fábrica de sellos de caucho.

El negocio familiar tuvo 25 empleados y sucursales en las calles Constantino y General Vives. Hasta que comenzó el cierre del negocio, cuyo papel de envolver libros y material escolar y de oficina, venía desde Valencia. En su interior frases destacando las bondades de Gran Canaria.