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Los números de la suerte del Bazar Minita de Schamann

La familia Cáceres Santana recibió un homenaje por llevar un negocio en el barrio de Ciudad Alta desde 1954 sin interrupción

Los números de la suerte del Bazar Minita de Schamann

Emprender siempre tiene sus riesgos. Hacerlo a principios de la década de los cincuenta en Schamann suponía grandes problemas. En esa época la Ciudad Alta de la capital grancanaria era una zona sin urbanizar, con pocos vecinos y mal comunicada. Aún así, fueron muchos los que se atrevieron a poner un negocio en el barrio y sacar a su familia adelante. Pioneros del comercio como Carmelo Cáceres y Maximina Santana quienes fueron homenajeados en las últimas fiestas de los Dolores de Schamann.

El Bazar Minita, como llamaban todos a Maximina, comenzó su andadura en la calle Jacinta en 1954. La modesta tienda se llenó de artículos de regalo, cupones, accesorios y menaje de todo tipo. "Mi abuelo iba al Puerto a comprar la mercancía y luego llenaba esas enormes estanterías de madera", asegura María Nieves García, la heredera del negocio.

Su abuelo Carmelo salió de El Risco, su barrio natal, para arriesgarse. Junto a otras familias que llegaban de todos lados fundaron lo que hoy se conoce como la zona comercial Pedro Infinito. Estos pequeños negocios se convirtieron en poco tiempo en el referente de las compras en la capital. "No te miento si te digo que esto era mejor que Triana", afirma García, al recordar los años 70 y 80.

Punto de encuentro

Minita se convirtió en un punto de encuentro, para comprar el periódico, echar la quiniela o comprar las entradas de esa Unión Deportiva que tantas alegrías y triunfos dio en aquellos tiempos. "Mi abuela estuvo aquí hasta el final, a sus ochenta y tantos años aún venía a supervisarnos a mí y a mi madre, decía que no se quería marchar", comenta la nieta, orgullosa.

A comienzos de los noventa fue Nieves quien tomó las riendas de Minita. "Tuve que hacer una gran reforma, porque aún estaban los muebles antiquísimos de madera", indica. El bazar de variedades se convirtió entonces en un sitio más especializado en los bolsos, los complementos y la perfumería. Pero, pronto llegaron los problemas. En las navidades de 1992 el centro comercial La Ballena abrió sus puertas. "La caída del comercio se notó casi de la noche a la mañana, nos hizo muchísimo daño a todos los empresarios de Pedro Infinito", explica la nieta de Minita.

Ante esta debacle, la mujer tomó las riendas de la situación y decidió reconvertir su negocio con expectativas de futuro. Volvió a transformar el local, en esta ocasión en una cafetería, con una pequeña administración de lotería en una esquina del mismo, para no olvidar las tertulias de quinielas que se formaban en los tiempos de sus abuelos.

Precisamente, el aire renovado de Los Cafés de Minita vino de perlas al negocio. El hijo de la heredera, Jonay de León García, comenzó a ayudar cada tarde a su madre desde los 13 años. Ahora lleva él las riendas en solitario, al menos del bar, pues la administración de lotería se trasladó hace unos años al número 24 de Pedro Infinito. El local lo ocupaba hasta hace unos años la dulcería de Conchita, una de las más nombradas en Schamann.

Los números de la suerte

Desde su traslado, la administración de lotería Bazar Minita no ha parado de verse agraciada por la diosa fortuna. La última ocasión tuvo lugar en el sorteo de la Bonoloto del miércoles 13 de septiembre, la misma noche en la que se celebró el homenaje a los pioneros de Schamann.

La Bonoloto dejó en ese momento poco más de 31.000 euros. Las paredes del bazar se cubren con todas las veces que la suerte ha visitado la sucursal de Nieves García. La Primitiva dejó 1.733.320 euros en julio de 2016. El afortunado recibió el mayor de los premios que se adjudicaron ese día.

A pesar de sus 88 años Carmen Rosa Pérez no se resiste a seguir probando la suerte en esta administración de lotería. La señora es una cliente incondicional y aún recuerda con claridad a los abuelos de Nieves. "Hace unos años me llevé un dinerillo, pasé por aquí y ella me dijo si quería un numerito, le dije que me gustaba el nueve y salió", recuerda.

Los tiempos de Pedro Infinito ya no son lo que eran, pero aún así Bazar Minita y otros negocios homenajeados en las fiestas logran tirar. Nieves aún recuerda con nostalgia aquellos buenos tiempos, en los que su padre llegó a poner una juguetería, que luego desaparecería.

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