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"No consumiré nutrientes ni líquidos hasta que tenga una vivienda"

César Carbonell, diabético y con una enfermedad mental, acampa en Presidencia del gobierno y se declara en huelga de hambre

César Carbonell en su modesto campamento en la plaza Doctor Rafael O'Shanahan.

"No voy a consumir nutrientes ni líquidos hasta que tenga una vivienda", reza uno de los carteles que tiene César Carbonell en el improvisado campamento que ha instalado frente a Presidencia del Gobierno, en la capital grancanaria. El pasado martes por la noche se declaró en huelga de hambre, a la espera de poder conseguir una vivienda pública por parte del Gobierno de Canarias. Además, asegura que no piensa tomar su medicación. Carbonell cuenta con una discapacidad auditiva del 83%, es diabético de tipo dos y padece de esquizofrenia.

Pasadas las ocho de la tarde del martes, llegó a la plaza Rafael O'Shanahan y plantó una caseta de campaña, rodeándola de pancartas reivindicativas. Su última comida fueron tres pulguitas que le dejaron en un bar de la avenida Juan XIII. Asegura que desde esa noche no come ni bebe líquidos, tampoco se ha tomado su medicación.

No obstante, esta no es la primera vez que su tienda le acompaña, desde diciembre del año pasado, Carbonell ha vivido a la intemperie en varias playas del municipio de San Bartolomé de Tirajana, incluso lo ha hecho en el barranco de Ayagaures. Allí se ganaba la vida vendiendo poesías a los turistas en inglés y español, una acción para complementar los 368,9 euros de pensión no contributiva que cobra mensualmente.

El pasado 29 de junio, Carbonell presentó ante el Registro General de San Bartolomé de Tirajana la solicitud de ingreso en el registro público de demandantes de vivienda protegida del Gobierno de Canarias. Como no ha recibido ningún tipo de respuesta por parte de las administraciones, ha decidido tomar cartas en el asunto y ponerse en huelga de hambre. "Me pertenece por doble derecho, por ser español y por ser discapacitado", subraya en una de sus pancartas.

Desde la Consejería de Vivienda y Política Social, presidida por Cristina Valido, aseguran que el municipio del sur grancanario todavía no les ha remitido la solicitud de demanda de vivienda. Por este motivo, recomiendan a Carbonell que se acerque al Instituto Canario de la Vivienda para que formalice una petición y pueda recibir así una atención más especializada, con respecto a su situación de discapacidad, por parte de los técnicos sociales del área.

"Dicen que comparta piso, pero yo también tengo derecho a la intimidad y a tener mi propia casa", aseguró ayer. "A muchos discapacitados mentales nos introducen en programas, donde nos reúnen a todos en un mismo edificio, sin tener en cuenta la convivencia entre nosotros", continuó. Carbonell vivió hasta febrero de 2015 en el hostal Tamadaba, en el barrio de Guanarteme. Este establecimiento se caracteriza por alquilar habitaciones en convenio con las administraciones públicas a personas con enfermedades de tipo mental.

A partir de ese momento alternó la vida en la calle y con el domicilio de su madre. Según asegura, la convivencia familiar no era la adecuada y por eso decidió marcharse a finales del año pasado para irse al sur de la Isla a probar suerte. Natural de La Matula, un barrio de las afueras de la capital, recurrió en ese tiempo a los servicios sociales del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Desde la Consejería de Cohesión Social, que preside Jacinto Ortega, afirmaron que Carbonell mantuvo un encuentro con los servicios sociales y le ofrecieron una plaza en el Centro de acogida municipal Gánigo. La cual, indicaron, rechazó por no poder llevar a su perro. No obstante, los servicios de intervención de calle lo visitaron en el día de ayer.

"Mi dignidad solo tiene un precio, llegar hasta la última consecuencia", subraya Carbonell en una de sus pancartas. A sus 45 años y tras diez años sin trabajar, espera que las administraciones le concedan una vivienda digna y, además, tiene la intención de seguir ganándose la vida con sus poemas.

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